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Reportaje:El proceso para el fin del terrorismo

Los tropiezos del proceso

Cinco expertos internacionales analizan la crisis en el fin dialogado de ETA

Cinco expertos internacionales que han seguido de cerca el proceso para el final dialogado de ETA consideran que su continuidad está en peligro. A su juicio, el proceso amenaza con derrumbarse debido a la falta de determinación del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y a la incapacidad del entorno de ETA de comprender que en una democracia como la española el Ejecutivo no tiene poder absoluto.

Entrevistados por EL PAÍS en Francia, Reino Unido y Suráfrica, los expertos, negociadores profesionales que han preferido no identificarse, han trabajado como mediadores o ejercido como protagonistas directos en negociaciones de paz en Irlanda del Norte, Suráfrica, Colombia, El Salvador, Sri Lanka y Sudán, entre otros lugares. Ninguno de ellos comparte la ideología o los objetivos del nacionalismo radical vasco, y su único interés es que se logre la paz negociada. Parten de la premisa esencial de que si bien todos los conflictos son diferentes -en cuanto a historia, cultura, intensidad de la violencia y otros factores-, todos los procesos de paz son parecidos, y para prosperar deben obedecer a reglas universales. En el caso de Euskadi, opinan que las reglas de juego no se han aplicado, y por eso hoy el proceso está estancado y en crisis.

"Un gran problema es la falta de fe de Zapatero una vez tomada la decisión de negociar"
"Es notable la falta de sensibilidad política y democrática de ETA. De ahí su impaciencia"
"El riesgo es que la línea dura de ETA deje sin argumentos a los que quieren el proceso"
"Hay que abordar la incomprensión y la pérdida de confianza de los últimos meses"
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"La pregunta primordial que se tiene que hacer un Gobierno es si se puede imponer la paz por la fuerza", dice uno de los entrevistados. "Si fuera así, si resultara que el proceso no gozara del respaldo social necesario para poder producirse, no habría por qué perder el tiempo", responde.

El Gobierno de Zapatero, que desde hace muchos meses mantiene un puente de contacto con ETA a través de intermediarios, ha apostado por una solución política. ETA parece que habría llegado a la misma conclusión: que la vía militar no sirve que hay que optar por la vía política y pactar. Pero la decisión de negociar la paz conlleva la adhesión a cinco reglas fundamentales, según los entrevistados:

- Todas las partes deben comprometerse de manera estratégica con el proceso y su declarado fin.

- Todas las partes deben aceptar riesgos, demostrar paciencia, perseverar incluso cuando hay rebrotes de violencia.

- Todas las partes deben entender que van a perder algo, que van a pagar algún precio, para que todos salgan ganando.

- Todos deben comenzar a entender el punto de vista y las limitaciones del otro, para ayudarse mutuamente a vender los acuerdos, con sus inevitables concesiones, a sus respectivos correligionarios.

- Todas las partes deben tener líderes comprometidos, dispuestos a seguir adelante contra viento y marea, como Tony Blair y Gerry Adams en Irlanda del Norte, y Nelson Mandela y Frederik Willem de Klerk en Suráfrica.

El proceso vasco ha fallado en alguna de esas cinco normas. "ETA y Batasuna no entienden del todo que cuando se mata a más de 800 personas en un país rico, moderno, abierto y democrático como España, se dejan profundas heridas difíciles de cicatrizar", dice un experto que sigue muy de cerca el proceso español. "Tampoco entienden del todo que un Gobierno democrático que se mueve dentro del Estado de derecho tiene, debido precisamente a que las heridas siguen abiertas, dificultades a la hora de hacer las concesiones necesarias para que el proceso de paz avance. Es notable la falta de sensibilidad política y democrática de ETA. Y también la dificultad que muestran los etarras para entender que cuando se actúa dentro de la ley, cuando en muchos casos se producen decisiones judiciales complejas, cuando hay libertad de prensa y partidos de oposición, el Ejecutivo no puede actuar exactamente como quisiera".

Por eso, por esa falta de compresión, ETA se impacienta, reaviva la kale borroka, emite comunicados incendiarios y alimenta la oposición al proceso de paz, complicándole mucho más la tarea al Gobierno y recortándole el margen de maniobra.

Pero también, según estos especialistas, ETA tiene motivos para dudar del Ejecutivo. "Un gran problema ha sido la falta de convicción de Zapatero una vez tomada la decisión de negociar", dice uno de los entrevistados. "No ha sido consecuente con esa decisión. Ha dudado. Incapaz de enfrentarse como debiera a los ataques de la derecha y de la prensa, ha sucumbido a un síndrome Hamlet de indecisión. Lo triste, si el proceso de paz se frustra, es que está respondiendo a los deseos de una minoría de españoles: la clase política. Porque como las encuestas demuestran, una gran mayoría dentro del País Vasco y fuera de él quiere que el proceso de paz prospere".

¿Qué quiere decir que a Zapatero le ha faltado convicción? Una persona bien informada sobre el proceso, y convencida de que ETA sinceramente busca acabar con lo que denomina su lucha armada, resume los argumentos de ETA de la siguiente manera: "ETA le ha transmitido al Gobierno en los diferentes contactos de los últimos meses, como Batasuna también se lo ha dicho al PNV y al PSE, lo siguiente: "¿Entienden que hemos cambiado? ¿Entienden que no estamos exigiendo un Estado independiente como condición para abandonar las armas? ¿Entienden que lo que buscamos es la creación de un ámbito político en el que podamos explorar todas las posibilidades? ¿Entienden que no estamos pidiendo la anexión de Navarra o el País Vasco francés? Pero no podemos seguir adelante con esto si nos siguen deteniendo, si nos amenazan con prisión, o si nos someten a hostigamientos policiales permanentes, o si se muestran incapaces de llamarnos a todos otra cosa que no sea terroristas. Es imposible avanzar con un proceso de paz sin violencia si además sigue vigente la Ley de Partidos, una ley impulsada por el PP de José María Aznar y pactada con el PSOE, que impide la participación democrática de nuestros representantes políticos de Batasuna. Y tampoco es posible si a la vez se imponen nuevas sentencias de cárcel a militantes nuestros que ya han cumplido sus penas. Todo esto nos lo pone muy difícil".

"Eso es lo que ETA le ha comunicado al Gobierno", comenta esta persona cercana al proceso. "Entonces, el motivo por el cual el proceso está en crisis es la percepción de ETA y su entorno de que no se les está permitiendo, ni se les permitirá, perseguir sus objetivos por la vía democrática".

Uno de los entrevistados cuya experiencia negociadora ha estado más vinculada al lado gubernamental de los conflictos afirma que es "ridícula" la idea de que se podía llevar a cabo un proceso de paz serio en el País Vasco, con posibilidades reales de llegar a una paz duradera, sin que el componente político de ETA pudiese participar de manera legal en la política. "Sencillamente, no se puede", afirma.

El riesgo, según dos expertos que se han informado sobre la situación dentro del entorno ETA, es que se imponga la línea dura, que los sectores más radicales dejen sin argumentos a aquellos que han insistido en explorar un proceso de paz, que se confirmen las eternas sospechas de que no se puede confiar en "el Estado español". "Existe una gran oportunidad ahora, el proceso de paz es viable", según uno de los expertos, "porque líderes moderados de ETA y Batasuna lo apoyan. Si fracasa el proceso, en ETA asumirán el mando los líderes más radicales, que influirán en sus militantes para que vuelvan a asesinar y poner bombas. No hay que olvidar que ETA es una organización sofisticada y primaria al mismo tiempo. Y además, dentro de su lógica, encontrará justificación a lo que haga, porque sentirá que el Gobierno le ha traicionado".

La rabia que sentirán algunos se amplificará, opina otro experto, debido al sacrificio que implicó para la organización armada optar por un proceso político de cambio.

"ETA llegó a la decisión de anunciar un alto al fuego e iniciar negociaciones con el Gobierno tras cinco años de debate interno. Un debate para ellos difícil, doloroso e incluso violento. También fue difícil para ellos no exigir la anexión de Navarra ni del País Vasco francés en su anuncio de alto al fuego. Ni tampoco ha dicho que el abandono definitivo de las armas dependa de que primero el País Vasco logre la independencia. Entonces, dado que su principal instrumento de persuasión política hasta ahora han sido las armas, lo que ahora exige es la creación de un entorno político nuevo en el que pueda defender sus opiniones políticas de forma abierta. Ante todo, los etarras exigen el derecho del pueblo vasco a decidir su propio destino. Saben que con toda probabilidad perderían un referéndum sobre la independencia del País Vasco, pero lo que exigen es el derecho a llevarlo a cabo".

Según los expertos entrevistados que han participado de manera más activa en el proceso vasco, en las conversaciones secretas entre ETA y los intermediarios gubernamentales, el Ejecutivo ha entendido y aceptado la posición de ETA, pero no ha podido superar el problema de que buena parte de la maquinaria del Estado impide la materialización de las cuestiones políticas de mayor calado.

Un error de Zapatero, en opinión unánime de las fuentes consultadas, fue como punto de partida minimizar los costes de la paz. Como dice uno de ellos, "en una negociación nada es gratis. No hay forma de no pagar un precio, para cualquiera de las partes. Siempre hay un coste. Lo que hay que sopesar es la relación coste-beneficio. Si uno ha iniciado un proceso de negociaciones se supone que ya ha calculado que el beneficio, la paz, vale un cierto precio". "El problema en el caso de España", afirma otro de los expertos, "es que ETA oye decir esto al Gobierno y se crea la percepción en el entorno etarra de que lo que realmente busca el ejecutivo es su rendición incondicional. Pero la realidad es que no se rendirán porque no han sido derrotados. ETA dispone de suficiente personal y posee un aparato logístico lo suficientemente eficaz para poder volver al terrorismo por tiempo indefinido".

¿Qué se debe hacer para que se detenga la peligrosa inercia en la que ha caído un proceso de paz que las dos partes principales, ETA y el Gobierno español, desean ver funcionar? "Hay que abordar el problema fundamental, que es la incomprensión, la pérdida de confianza mutua que se ha visto en los últimos tres meses", comenta una fuente familiarizada con la forma de pensar de ambas partes. "Para que esto ocurra, ETA y su entorno deben frenar la violencia callejera y la intimidación general en Euskadi. Pero más importante aún, porque una cosa depende de la otra, es que el Gobierno actúe de manera consecuente con el hecho de que ETA ha declarado un alto al fuego permanente y lleva sin matar tres años. Es decir, se tienen que tomar medidas para que el ámbito político cambie en el País Vasco, modificando por ejemplo la Ley de Partidos y algunas actitudes del poder judicial".

Y también, añade otro experto, "debe haber diálogo político entre los partidos vascos y Batasuna, porque los etarras no abandonarán las armas hasta que tengan la seguridad de que los vascos adquieran el derecho de decidir su propio destino, y que ellos puedan expresar su punto de vista como los demás partidos".

Entonces, lo fundamental en este momento es que el Gobierno tome la iniciativa, demuestre un liderazgo convencido y valiente, esté dispuesto a sufrir el desgaste. "Debe dirigir, en vez de reaccionar", dice una de las fuentes consultadas. "Debe dejar de preocuparse, o dejarse influir por lo que dice la oposición. Debe explicar al conjunto del pueblo español que una solución negociada necesariamente supone pagar un precio político. Debe basar su estrategia política en el apoyo del conjunto de la sociedad y no en rebatir las críticas de la oposición y sectores de la clase política. Debe tomar la decisión de dar más valor al futuro que al pasado".

Existen, a pesar de todo, factores positivos, precisan los consultados. Primero, que ni ETA ni el Gobierno quieren que se rompa el alto al fuego. Segundo, que los canales de comunicación siguen abiertos. Tercero, que hay otros países, dentro de Europa y fuera de ella, que se han mostrado dispuestos a aportar sus conocimientos y neutralidad en el caso de que fuera necesario.

Pero la realidad hoy es que el proceso está estancado y se puede pudrir. Y si eso ocurriera, no habría ganadores, salvo, en un sentido político muy estrecho, los que se han opuesto al proceso de paz. "Sería trágico que no se aprovechara la oportunidad de paz que hay ahora tras el 11-S, tras las bombas de Madrid, tras el fin del conflicto en Irlanda del Norte, tras la firme decisión de ETA y Batasuna de seguir los pasos de sus aliados irlandeses, el IRA y Sinn Fein", concluye uno de los expertos internacionales, resumiendo los sentimientos de los cinco entrevistados. "Viendo lo ocurrido en Irlanda y en Suráfrica, es terrible pensar cómo estarían esos países hoy si sus respectivos líderes no hubieran entendido que se tenía que avanzar por el camino de la paz sin titubeos, sin miedo a los ataques retóricos de la oposición, comprendiendo y actuando de manera consecuente con las debilidades políticas del enemigo, tomando las medidas necesarias, por difíciles que sean, al entender que el valor del proceso de paz es evitar que en el futuro haya más madres y padres y hermanos e hijos llorando la muerte de más víctimas".

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