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Una treintena de obispos arropan a Munilla en su primera homilía

El prelado responde a las críticas del clero de Guipúzcoa con un mensaje conciliador

Mikel Ormazabal

Un aura pacificadora envolvió ayer la figura de José Ignacio Munilla al tomar posesión como obispo de San Sebastián. Después de la hostil acogida que le ha dispensado la mayoría de los párrocos de Guipúzcoa, el prelado les mostró la otra mejilla. "Me presento ante vosotros pobre y humilde", repitió para remarcar el talante conciliador con el que se hace cargo de la diócesis guipuzcoana tras dirigir la sede episcopal de Palencia durante los tres últimos años. Sin realizar ninguna alusión a su polémico retorno, Munilla, donostiarra de 48 años, trasladó durante la homilía su disposición al trabajo conjunto y a la comunión.

Munilla recibió de manos del nuncio del Papa, el arzobispo italiano Renzo Fratini, el báculo y la mitra que simbolizan los poderes que ahora ostenta sobre la iglesia guipuzcoana. Una treintena de obispos y una amplísima representación del clero local -curas críticos incluidos- participaron en la solemne ceremonia celebrada en la catedral del Buen Pastor, que registró un lleno histórico. Al acto no asistieron ni el principal valedor de Munilla, el presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio María Rouco Varela, por tener un compromiso anterior, según fuentes eclesiales, ni el obispo emérito de San Sebastián, José María Setién, a quien itúan en las antípodas ideológicas de aquél.

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El nombramiento de Munilla ha abierto una profunda división en el seno de la iglesia y la sociedad guipuzcoanas. Casi el 80% de los párrocos le tacharon como una persona "no idónea" para el cargo y alertaron de que su perfil conservador se traducirá a partir de ahora en un "cambio de rumbo" en la orientación doctrinal. Con mayor displicencia aún le han recibido los partidos nacionalistas, que ayer optaron por no estar presentes en la misa en una señal clara de disconformidad con la designación. Sólo representantes del PP acudieron a darle la bienvenida. El prelado se ha mantenido al margen. En su sermón se limitó a decir que vas a San Sebastián "con pleno deseo y disposición de trabajar". "Mi intención es la de entroncarme plenamente en el recorrido de nuestra diócesis, sumando mis esfuerzos al proyecto pastoral diocesano de una iglesia al servicio del evangelio", manifestó en el templo.

Munilla lanzó un discurso con constantes referencias a su deseo de que impere la concordia. Pidió "comprensión" y "buena voluntad". A los fieles les recordó que rezar "unos por otros" es "el camino para sanar heridas". Su antecesor, Juan María Uriarte, quien renunció al cargo en agosto pasado al alcanzar la edad de la jubilación (75 años), le garantizó "cercanía y oración", además de ofrecerle su opinión y consejo "siempre que lo estime oportuno".

Al iniciarse la misa, cuando Munilla se sentó en la cátedra del altar y era oficialmente investido obispo de San Sebastián, los feligreses le dedicaron más de ocho minutos de aplausos que él interrumpió para dedicarlos "a la gloria de Dios". En su discurso agradeció la presencia de numerosos fieles palentinos, que se desplazaron en el día en cuatro autobuses.

El obispo José Ignacio Munilla, ayer en San Sebastián, saludando a otros prelados al final de la misa.
El obispo José Ignacio Munilla, ayer en San Sebastián, saludando a otros prelados al final de la misa.JAVIER HERNÁNDEZ

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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