El origen del vuelo
Un investigador afirma que el aleteo surgió para ayudar a las aves a subir cuestas corriendo
Las alas no siempre sirven para volar. Como si fuera el braceo de un atleta, algunas aves las usan para ayudarse a subir cuestas, sobre todo cuando son pollos o están muy cansadas. El sistema es tan eficaz que algunos pájaros de las familias más primitivas, como las perdices rojas, llegan a caminar boca abajo por paredes de hasta 105 grados, más allá de la verticalidad.
El descubridor del mecanismo, Kenneth Dial, ecólogo de la Universidad de Montana (EE UU), ha llevado el caso hasta el extremo. Según Dial, este impulso sería el primer paso antes del vuelo. Para llegar al despegue, hace falta que el ángulo del movimiento de las alas cambie, y en vez de ir de atrás hacia adelante pase a ser de arriba abajo sobre el eje cabeza-cola.
Dial reconoce en un artículo que publica hoy la revista Science que la pista se la dio su hijo cuando observó que las perdices con que trabajaba podían correr por paredes verticales. Para asegurarse de que el aleteo tenía un efecto en la capacidad de las perdices para trepar, el investigador observó tres grupos de perdigones. A uno de ellos les cortó las plumas remeras de las alas, a otro sólo se las recortó y a un tercero se las mantuvo intactas. El resultado fue que los primeros pollos sólo podían subir pendientes de 60 grados sobre suelos rugosos, los segundos de más de 80 y los terceros de 90 grados o más. Si se empleaba una superficie con poco agarre la inclinación se reducía aproximadamente a la mitad.
La explicación de estas diferencias está en el efecto del movimiento de las alas sobre el centro de gravedad de los animales. Al moverlas hacia arriba, el cuerpo del ave recibe un impulso ascendente, que se acentúa por la presión sobre el aire al bajar las alas. Para mantener la ascensión hace falta que el eje con que se mueven las alas gire según aumenta la pendiente, y pase de estar en línea con la dirección cabeza-cola a estar perpendicular. Dial usó cámaras de alta velocidad de filmación e implantó medidores en las aves para demostrar el cambio en el movimiento de las alas.
El hombre puede mover los brazos en estas dos direcciones gracias a la articulación del hombro, pero los reptiles, que son los antecesores evolutivos de las aves, no pueden hacerlo. Sería algo parecido a la diferencia del braceo de una persona cuando quiere correr dentro de una piscina apoyando los pies en el fondo, a cuando nada.
Dial y Elizabeth Pennisi, comentarista de Science, reconocen que falta encontrar restos fósiles de los precursores de las aves que demuestren que se produjo este cambio en la articulación del hombro. Los protopájaros que se conocen hasta la fecha ya pueden mover las alas en las dos direcciones. De momento, los estudios se van a centrar en una de las aves más antiguas, los inambúes, un tipo de perdiz de América del Sur.
Esta nueva teoría sobre el origen del vuelo despeja alguna de las dudas planteadas hasta la fecha. Según los evolucionistas, las aves aprendieron a volar para bajar de los árboles, pero ello no explica cómo habían llegado hasta sus copas. La hipótesis de Dial también es compatible con la que relaciona el aleteo con una mayor velocidad para despegar, como sucede actualmente con algunas aves, que tienen que tomar carrerilla antes de levantar vuelo.
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