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Una operación erradica un intenso y crónico dolor de cabeza

La intervención quirúrgica consiste en la separación de la arteria y el nervio que la comprime

Una novedosa intervención quirúrgica ha erradicado de cuajo el dolor de cabeza intenso y crónico que sufría periódicamente desde hace casi seis años Cristina Basoa, una bilbaína de 63 años. Sus dolores, muy incapacitantes, no eran debidos a una migraña u otro tipo de cefalea, sino por una enfermedad rara que le comprimía un nervio de la cabeza. "Eran como fuertes descargas eléctricas que aparecían y desaparecía", explica esta mujer.

El culpable de los males de Cristina Basoa era una neuralgia glosofaríngea debida a la compresión del nervio glosofaríngeo, situado en la parte posterior de la cabeza, por la arteria cerebelosa posterio-inferior. "Se trata de un vaso muy importante que si se daña puede originar graves consecuencias, ya que irriga el tronco cerebral y el cerebelo", explica Bartolomé Bejarano, especialista en neurocirugía de la Clínica Universitaria de Navarra. Bejarano intervino a la paciente el pasado mes de marzo mediante la técnica de descompresión microvascular, que consistió en la separación de la arteria y el nervio que la comprimía mediante una lámina de Gore-Tex. El cuadro de dolor neurálgico desapareció totalmente y paulatinamente se ha podido retirar a la paciente la medicación analgésica.

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La intervención, paso a paso

En estos casos, el dolor aparece repentinamente debido a una variación en la fisonomía de los vasos sanguíneos. Este cuadro clínico puede aparecer en personas mayores de 50 años a consecuencia de la arteriosclerosis, ya que los vasos que originalmente formaban un bucle pueden alongarse y empezar a comprimir un nervio próximo con el que antes no contactaba, dice el neurólogo.

A través de una apertura en el cráneo de tres centímetros de diámetro, el cirujano accedió a la zona comprimida del nervio: "Disecamos (individualizamos cuidadosamente) el nervio y la arteria que lo comprimía y los separamos, desplazando el bucle de la arteria. Después implantamos entre el vaso y el nervio glosofaríngeo una pequeña lámina de Gore-Tex, que evita que contacten de nuevo". Finalmente se fijó el colgajo del cráneo extraído con tres microplacas que permitieron soldar el hueso. La intervención quirúrgica, que duró cuatro horas, se realizó mediante un microscopio quirúrgico de alta resolución.

Este es un procedimiento aplicable a cualquier nervio comprimido por una arteria o vena: la compresión provoca en el paciente cuadros paroxísticos de dolor, muy intensos, que se van repitiendo al hablar, al deglutir o incluso al tocarse, explica Bartolomé Bejarano. Esta técnica reparadora se aplica habitualmente para tratar casos de neuralgias del nervio trigémino, que afectan a una de cada 15.000 personas. En cambio, la neuralgia glosofaríngea como la que afectaba a la bilbaína tiene una incidencia de un caso cada 1,5 millones de personas, es decir, 100 veces menos afectados que en las neuralgias del nervio trigémino.

Cuando a Cristina Basoa le diagnosticaron la enfermedad hace unos años, corroborada por resonancia magnética, le prescribieron una medicación muy fuerte, "pero los dolores continuaron en el tiempo y con más frecuencia", explica. Hasta que un día empezó a vomitar y la tuvieron que ingresar durante 12 días. "Me inyectaban morfina para el dolor". Las crisis se espaciaron en el tiempo, pero seguían siendo muy intensas: "Me dolía al tragar, no podía ni comer porque cualquier movimiento me disparaba el dolor". Repentinamente, desaparecieron los ataques: "El neurólogo me dijo que era una enfermedad a picos".

Todo fue de perlas hasta octubre de 2007. Los dolores no eran tan fuertes "pero se me disparaban al hablar" y por este motivo estuvo más de dos meses sin apenas hablar. Los picos de dolor volvieron en noviembre de 2008, ocurrían "más a menudo y la duración de las descargas era mayor. La morfina no me hacía nada". Decidió operarse ha dejado de sentir el dolor "aunque he perdido parcialmente la audición del oído operado". Ahora ha vuelto "a hacer monte, que es una de mis mayores aficiones", cuenta la paciente.

La paciente Cristina Basoa, de 63 años, delante del museo Guggenheim de Bilbao, donde reside.
La paciente Cristina Basoa, de 63 años, delante del museo Guggenheim de Bilbao, donde reside.WWW.CUN.ES
Bartolomé Bejarano, neurocirujano de la Clínica Universitaria de Navarra
Bartolomé Bejarano, neurocirujano de la Clínica Universitaria de NavarraWWW.CUN.ES
Bartolomé Bejarano realizando la intervención en el quirófano
Bartolomé Bejarano realizando la intervención en el quirófanoWWW.CUN.ES

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