Los números de la basura en España
Más de 24 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos se producen en nuestro país. Un mundo de desperdicios, de los que el 67% acaba en el vertedero
El robot Wall-E limpia la basura que cubre una Tierra inhabitable excepto para las cucarachas. ¿Simple fantasía o un aviso de lo que puede depararnos el futuro? Sin entrar en mayores valoraciones sobre el escenario apocalíptico que plantea la película de Pixar, lo cierto es que las economías basadas en un consumo voraz de recursos excretan desechos gigantescos, y a gran velocidad. En España, los residuos sólidos urbanos (RSU) ascendieron a 24.049.826 toneladas en 2008, según las últimas estadísticas del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino (MARM). Otra cosa es que no seamos conscientes porque alguien se encarga de hacer desaparecer la bolsa que dejamos en el contenedor. Pero los millones de toneladas están ahí, y aunque han descendido un 2,2% respecto a 2007, sitúan la media española en 575 kilos por habitante y año, frente a los 524 kilos sobre los que la Unión Europea de los Veintisiete pivota, estable, desde hace una década.
Producimos 575 kilos de residuos por habitante y año, frente a los 524 en la UE
Ecoparque, en Barcelona, dispone de la mayor línea de compostaje
"Desde 2003, el Eurostat [oficina estadística de la UE] refleja una pequeña inflexión, una tendencia a la estabilización en nuestro país a pesar de los años de crecimiento económico", expone Luis Jiménez Herrero, director del Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), que dedica un capítulo al problema en su informe Sostenibilidad en España 2010, presentado en marzo. Sin embargo, las cifras del MARM dibujan un panorama más pesimista, con descensos solo a partir de 2008, coincidiendo con la crisis. Porque esa es otra. Los cálculos de Eurostat difieren de los del MARM y de los del INE, que hace los suyos desde 1998. "Es necesaria la homogeneización de la información estadística", demanda Jiménez Herrero. Sin ella resulta imposible evaluar la situación real, comparar los datos y saber lo cerca o lo lejos que están los objetivos del Plan Nacional Integrado de Residuos (PNIR) 2008-2015 en cuanto a reducción de basuras en las ciudades.
Los esfuerzos, según las denuncias ecologistas, parecen centrarse más en gestionar eficazmente la avalancha que en ponerle coto. Frente a ello oponen el residuo cero, donde este pasa de ser "algo a eliminar" a verse como "recurso", según concluía un informe sobre la situación de las basuras en España elaborado por Greenpeace en 2006. "El mejor residuo es el que no existe", sentencia el director del OSE, que plantea la necesidad de una economía de ciclo cerrado donde los subproductos de una fábrica sean materias primas para otras industrias. "Cerrar ciclos; de la cuna a la cuna, no a la tumba", insiste.
En 2008, el 67% de nuestros desperdicios terminaron en la tumba, es decir, en el vertedero (el PNIR marca que esa cifra debía ser del 30% al 38% para 2009), que, a pesar de llevar los dos últimos años bajando, entre 1996 y 2008 creció en España un 10%, mientras que en la UE descendía un 28%. Resumiendo: 327 kilos por habitante y año, el octavo país europeo que más desaprovechó según Eurostat, convertidos en suciedad inútil y contaminante.
Ese es el final. Rebobinemos hasta el depósito de orgánico, donde empieza casi todo, aunque su nombre correcto es "fracción resto", porque aquí se mezcla lo orgánico con lo que no llevamos al punto limpio y no son envases de plástico, vidrio o cartón. Lo llamemos como lo llamemos, dentro de él terminan el 83% de los desechos. Los desperdicios orgánicos urbanos, con los que se hace compost, apenas se recogen selectivamente en España (con excepciones como Cataluña y ciudades como Barcelona y sus cubos marrones). Y tampoco el anteproyecto de ley de residuos, que ahora inicia su trámite parlamentario, impone esta exigencia a los municipios. Así que la bolsa va, irremediablemente en la mayoría de los casos, a la fracción resto, y la continuación la escribe cada Ayuntamiento a su criterio, o según sus posibilidades, con más o menos orientación de su Diputación o su comunidad autónoma. Ni siquiera es posible saber algo tan tonto como cuántos contenedores de recogida en masa existen en total. Dependiendo de dónde se desarrolle el acto de tirar la basura, esta irá a un sitio o a otro.
Quizá a una planta de triaje y compostaje, donde se cribará y seleccionará su materia orgánica para transformarla en un compost de peor calidad y usos más restringidos que si se hubiera separado en origen, según recuerdan los expertos. En 2005 había 59 de estas plantas en España, que se tragaron casi 6,5 millones de toneladas de residuos; en 2006 rozaron los 7 millones; un año después los habían superado; en 2008 rebasaron los 8 millones, en 66 instalaciones (principalmente en Andalucía) que, aquí viene la mala noticia, apenas aprovecharon un cuarto del material entrante. Otros 15 centros (sobre todo en Castilla y León y Cataluña) incluyen biometanización (biogás a partir de materia orgánica) antes del compostaje y recuperan el 34,5%.
A lo que no se puede rescatar se le llama rechazo. Dieciséis millones de toneladas de RSU fueron rechazos en 2008 y acabaron en 149 vertederos, de los que solo 63 tuvieron la capacidad de utilizar su metano para producir energía eléctrica, según recoge el informe del OSE. Más aún, en 2007 todavía quedaban 43 basureros ilegales activos y unos 200 inactivos sin clausurar, según los últimos datos disponibles en el PNIR.
Pero aterricemos un momento en Madrid, que en 2009 generó 3.257.852 toneladas de desperdicios, casi 250.000 menos que en 2007, la mayoría rumbo a alguno de sus cuatro vertederos controlados. No los hay ilegales desde hace más de 10 años, según asegura su Consejería de Medio Ambiente, que destaca las dos nuevas plantas de biometanización y la progresiva "modernización de las instalaciones ya existentes". No se realiza recogida selectiva de la basura orgánica. Pero sí funcionan cinco centros de compostaje alimentados por 741.248 toneladas de residuos (es la que más volumen destina a producir compost junto con Andalucía y Valencia). Y una incineradora que en 2009 consumió 311.683 toneladas de desechos.
En 2008 se incineraron en España 2.057.017 toneladas de RSU (el 8,5% del total) en 10 instalaciones en Cataluña (28,4%), Galicia (22,3%), Islas Baleares (15,4%) y Comunidad de Madrid (15,2%). Esta solución -llamada más eufemísticamente valoración energética por sus defensores y directamente aberración por los ecologistas- fue ese año el tercer tratamiento más utilizado, por detrás del vertedero y del compostaje procedente de la recuperación de orgánico de la basura mezclada.
De manera que tenemos que baja algo el vertedero y aumenta la incineración con recuperación energética, el compostaje y la biometanización. Consecuentemente, crece el número de infraestructuras para su desarrollo. Hay municipios que explotan sus propias instalaciones, pero una fórmula muy común suele ser la de la concesión del servicio, por un periodo que ronda los 20 años, a una compañía o unión temporal de empresas, según destaca el estudio El sector de los residuos sólidos urbanos en España (2009) de la Fundación Cajamar. Las compañías líderes son FCC Medio Ambiente, que recientemente ha anunciado la explotación en Bilbao de una "planta incineradora que transformará en energía eléctrica el 35% de los residuos sólidos urbanos que se producen en Vizcaya"; Urbaser (del grupo ACS), que saca pecho por la construcción y gestión de 20 centros de biometanización, y Cespa (filial de Ferrovial Servicios), que desde 2010 lleva Ecoparque 4 (concentración de varios tipos de plantas en un único complejo integral de tratamiento) en Hostalets de Pierola (Barcelona), con "la mayor línea de compostaje de España".
Son las mismas -parte de grandes grupos empresariales que abarcan actividades muy diversas como construcción, concesiones, logística, energías renovables o promoción inmobiliaria, en palabras del estudio de Cajamar- que dominan también la limpieza y la recogida de basuras urbanas: el 90% del sector corre a cargo de empresas o UTE privadas, según Los servicios de aseo urbano y de recogida de residuos en España, otro trabajo de 2009 que analiza la información suministrada por 84 pueblos y ciudades de distintos tamaños que se presentaron a la edición 2008 del concurso de Escobas de Oro, Plata y Platino organizado por la Asociación Técnica para la Gestión de Residuos y Medio Ambiente (Ategrus). Según sus datos, Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) se lleva el 43% de la tarta; Urbaser, el 17%, y Cespa, el 13%. Lo que contrasta, según sus conclusiones, con el resto de grandes capitales europeas, donde estos servicios descansan, mayoritariamente, en manos públicas u organismos mixtos público-privados.
La economía verde del residuo
En 1998, la gestión y tratamiento de residuos, uno de los yacimientos tradicionales de empleo verde, generaba 37.226 puestos de trabajo en España, el 17% de todos los creados por actividades productivas de carácter medioambiental. En 2009 habían crecido en un 277% y eran 140.343, un 26,4% del total, según recoge Empleo verde en una economía sostenible, una investigación presentada en 2010 por la Fundación Biodiversidad y el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE). En cuanto a su distribución territorial, la mayoría de puestos se localizan en Cataluña, seguida de la Comunidad Valenciana, Madrid y Andalucía. "Los empleos directos que derivan de la gestión del tratamiento de basuras, sin contar la recogida y la limpieza viaria, son del orden de mil puestos de trabajo", calculan desde la Consejería de Medio Ambiente madrileña. ¿Dónde abundan menos estos perfiles laborales? En Cantabria, Extremadura, La Rioja y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
"Se trata de un sector maduro, que no crecerá mucho más, aunque sí continuará evolucionando y adaptándose", describe Luis Jiménez Herrero, director del OSE. Y que, desde luego, seguirá siendo rentable. Se calcula que si en la UE se reciclara un 70% de los residuos, se crearían 500.000 nuevos empleos. Resulta complicado saber el dinero que mueve el sector en España, pero algo se intuye acudiendo a las web de sus principales empresas gestoras. FCC, por ejemplo, habla de su actividad de tratamiento de residuos sólidos urbanos "en 2.200 municipios de toda la geografía española" y de una cifra de negocio de sus servicios medioambientales (que incluyen recolección, tratamiento y eliminación de RSU, limpieza de vías públicas, mantenimiento de redes de alcantarillado, conservación de zonas verdes, tratamiento y eliminación de residuos industriales y gestión integral del agua...) que ha pasado de 2.836 millones de euros en 2006 a 3.672 millones en 2010. Cespa destaca cómo su volumen de negocio superó los 1.000 millones de euros en 2008, frente a los 929,7 millones de 2007; también reseña que en 2009 bajó hasta los 952,7 millones de euros.
¿Por qué no convertir los vertederos ya clausurados y las cubiertas industriales de las plantas de tratamiento de residuos en suelo para la implantación de instalaciones de energía solar fotovoltaica? Dicho y haciéndose por el proyecto Itzulbide liderado por la Asociación Cluster de Industrias de Medio Ambiente (Aclima) del País Vasco, que, entre otros objetivos, persigue fomentar "la creación de empleo especializado, ya que se prevé generar nuevos nichos de mercado para técnicas y productos relacionados con la integración de las energías renovables en el sector".
La idea se desarrolla bajo el paraguas de EmpleaVerde, un programa específico de apoyo a los empleos verdes que la Fundación Biodiversidad tiene en marcha desde 2007. Todo lo relacionado con los residuos es un territorio fértil en yacimientos laborales, como demuestra Itzulbide y otros dos proyectos más apoyados por EmpleaVerde y ya finalizados. El primero, con la Asociación Técnica para la Gestión de Residuos, Aseo Urbano y Medio Ambiente (Ategrus), consistió en ofrecer formación sobre gestión y valorización sostenible a empleados en activo del sector privado, para reciclarlos, actualizar sus conocimientos y aumentar su cualificación. El segundo asesoró sobre la gestión verde de los residuos a los autónomos de la asociación UPTA y les hizo ver cómo este sector productivo puede convertirse en una oportunidad, una salida laboral para quienes trabajan por cuenta propia.
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