El hombre perdió las espinas del pene por un poco de ADN
Un estudio comparativo descubre 510 fragmentos del genoma perdidos en los humanos que les confieren características especiales
¿Por qué el pene del hombre carece de espinas, como el de los chimpancés, los macacos o los ratones? La respuesta está en un fragmento de ADN suprimido en el genoma de los humanos y presente en el de otras especies. No sólo ha desaparecido en el hombre las espinas de queratina, sino también las vibrisas sensoriales que desarrollan otros mamíferos. Estos cambios en la morfología del pene estarían asociados a estrategias reproductivas monógamas. Unos científicos estadounidenses han hecho una investigación explorando las posibilidades que han abierto los genomas, comparando el humano con otros y centrándose en lo que falta respecto a otras especies. Han identificado hasta 520 supresiones de secuencias de ADN en el genoma humano -y conservadas en los de otros animales- que tienen capacidad reguladora, es decir, que afectan al funcionamiento de genes, a su expresión.
Una de esos fragmentos genéticos suprimidos ahora identificados estaría originalmente próximo al gen responsable del receptor de los andrógenos, un cambio molecular relacionado con la pérdida anatómica de las vibrisas sensoriales y las espinas del pene que tienen otros animales, explica la revista Nature en la que Cory Y. McLean (Universidad de Stanford), David Kingsley y sus colegas presentan los resultados de su investigación. "Hemos identificado cambios moleculares que muy probablemente han producido cambios reguladores significativos en los humanos: supresiones completas de secuencias [de ADN] que han conservado los chimpancés y otros mamíferos", escriben los científicos en su artículo en Nature. Entre las supresiones destaca una secuencia reguladora neuronal próxima a un gen supresor de tumores, una alteración que correlaciona con la expansión de regiones específicas del cerebro en los humanos.
El desarrollo de vibrisas sensoriales en el pene en animales como chimpancés, macacos y ratones, explican estos investigadores, está claramente relacionada con los andrógenos, ya que la castración -en el ratón- provoca una reducción de las mismas, argumentan McLean y sus colegas. También apuntan que "se han producido cambios profundos evolutivos en los genitales humanos en comparación con otros animales", escriben. Muchos mamíferos tienen espinas epidérmicas de queratina en el pene, recuerdan y también en este caso, esta característica está relacionada directamente con los andrógenos, ya que los primates pierden esas espinas con la castración, mientras que los tratamientos con testosterona hacen que las recuperen.
"La morfología simplificada del pene suele asociarse con estrategias reproductivas monógamas en los primates", escriben los investigadores. "La supresión de las espinas disminuye la sensibilidad táctil e incrementa la duración de la introducción, lo que indica que su pérdida en el linaje humano puede relacionarse con la mayor duración de la cópula en nuestra especie, respecto a los chimpancés". Esto encaja con una serie de cambios adaptativos, incluida la "feminización" de los dientes caninos de los machos, el tamaño moderado de los testículos con baja movilidad de los espermatozoides y la ovulación no manifiesta en las hembras con glándulas mamarias permanentemente aumentadas, "lo que sugiere que en nuestros ancestros evolucionaron numerosas características morfológicas asociadas con la formación de parejas y con el incremento de los cuidado de las crías", añaden McLean y sus colegas.
Si estos cambios son ejemplo de la perdida de estructuras morfológicas en la evolución humana, la supresión de fragmentos de ADN también está relacionada con lo contrario, con la expansión de tejidos, al desaparecer secuencias genéticas de regulación de los genes implicados en la proliferación celular. Un ejemplo esencial es la expansión de la corteza cerebral. También han dado con estas diferencias geneéticas los investigadores estadounidenses.
"Los humanos se diferencian de otros animales en muchos aspectos de la anatomía, la fisiología y el comportamiento, sin embargo la base genotípica de la mayoría de los ragos específicamente humanos siguen siendo desconocidos", comentan los investigadores.
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