Un hombre mata a su familia, con la que vivía contra la orden del juez
El parricidio múltiple eleva los asesinatos este año a 57 mujeres y 13 niños
Los tres cadáveres permanecieron cerca de una semana ocultos en la bañera del piso y el agrio hedor a descomposición atufará durante días el inmueble de Tarragona donde los Mossos d'Esquadra hallaron los cuerpos el pasado domingo: una mujer de 26 años y sus dos hijos, de seis y dos años, presuntamente asesinados por el padre de esta familia marroquí originaria de Tánger. El marido, principal sospechoso, desapareció a principios de la semana pasada cuando supuestamente cometió el triple asesinato y ocultó los cuerpos en la bañera del piso tras rellenarla de una sustancia disolvente similar a una mezcla de cal, yeso y cemento, detallaron fuentes policiales. Con este crimen son al menos 13 los menores muertos por alguno de sus progenitores en lo que va de año; y 57 las mujeres asesinadas por sus parejas o ex parejas, dos más que en 2009, según datos del Ministerio de Igualdad.
Los niños, de seis y dos años, y la esposa llevaban muertos una semana
Los Mossos tratan de localizar al autor del triple crimen en Marruecos
Los Mossos siguen la investigación, y ayer iniciaron gestiones para localizar al fugitivo en Marruecos. La mujer, que según la autopsia falleció por heridas de arma blanca, le había denunciado por malos tratos a mediados del año pasado. En octubre el juez le impuso una orden de alejamiento quebrada con el consentimiento de la víctima: esta solicitó en diciembre a la Audiencia de Tarragona que anulara la medida. El magistrado lo rechazó, pero la familia no dejó de convivir.
Este caso resulta especialmente doliente porque, sin errores judiciales de por medio, con una denuncia que seguía su curso para desembocar en un juicio por malos tratos y una orden de alejamiento vigente, la tragedia no se evitó. La víctima, tras años sometida a discusiones y palizas, denunció al marido, pero jamás se separó de él definitivamente, según relataron varios vecinos, que vivieron casi a diario las broncas que dominaban su convivencia. Las medidas de prevención, aunque activadas, fueron estériles.
"Se oían gritos, golpes, discusiones. Si hasta se fueron todos de vacaciones a Marruecos este verano", explicó Patrick, congolés de 18 años que reside puerta con puerta con el piso donde vivía la familia. Son viejos conocidos: los inquilinos proceden del degradado barrio de Torreforta, donde hace tres años una expropiación forzó su traslado al mismo edificio de propiedad municipal que ahora hiede a putrefacción. "Él era muy severo con ella, apenas la dejaba salir sola", le definió Patrick.
El agresor, que había sido atendido por los servicios sociales por problemas psicológicos, era conocido por su carácter solitario y problemático. En paro desde hace más de un año, cobraba la ayuda al desempleo de 420 euros y pagaba unos 400 por el alquiler. La mujer nunca trabajó porque "él nunca se lo habría permitido", dijo un amigo de la pareja, duramente golpeada por la crisis. En los bares cercanos se recordó ayer que el marido se jactaba de las palizas que propinaba a su esposa pese a la orden de alejamiento y que iba incrementando las amenazas públicas de agredirla.
"El sistema falla y no siempre se pueden controlar estos comportamientos", dijo el alcalde de Tarragona, Josep Félix Ballesteros. "Una orden de alejamiento no basta: suelen romperse fácilmente y no tienen un efecto disuasorio", afirmó Rosa Casas, socióloga de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona y asesora de la Generalitat en temas de igualdad.
Aunque el crimen no se evitó, la víctima de Tarragona sí había denunciado. Sin embargo, de las 57 mujeres asesinadas en 2010, solo 14 lo hicieron. El ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, afirmó ayer que las denuncias por malos tratos en el ámbito familiar se han reducido por primera vez en diez años. Entre julio de 2009 y el pasado junio se contabilizaron 63.685. Un 1,6% menos que en todo 2009, informa Efe.
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