Una ciudad para tod@s
Arquitectas y urbanistas proponen más transporte público, menos adosados y edificios con servicios comunes en ciudades pensadas para mujeres - El Gobierno se ha comprometido por ley
¿Puede diseñarse una ciudad, con sus calles y sus transportes, comercios y viviendas, hospitales y colegios, adaptada a la igualdad entre hombres y mujeres? La ciudad amistosa, así la llaman, no es ajena a muchos de los estudios de arquitectura y género que se redactan en todo el mundo desde hace décadas. La Ley de Igualdad española, recientemente aprobada, recoge en su artículo 31 esta necesidad: "Las Administraciones Públicas tendrán en cuenta en el diseño de la ciudad, en las políticas urbanas, en la definición y ejecución del planeamiento urbanístico, la perspectiva de género...".
Pero ¿cómo se diseña una ciudad con perspectiva de género? No se trata de facilitar la vida a la mujer, sino de que estos cambios, que a ella la beneficiarán en mayor medida por las tareas que tradicionalmente desarrolla, sean útiles para todos cuando estar en la cocina o llevar al niño al pediatra no recaiga sólo en espaldas femeninas. Varias investigadoras, universitarias, arquitectas, aportan claves para construir la ciudad friendly.
- Todo a un tiro de piedra. Se construyen ciudades disgregadas donde las viviendas están a kilómetros de los centros de trabajo, y éstos, a otros tantos kilómetros de los lugares de ocio. "La circulación rodada se organiza por vías de circunvalación que unen estas zonas, pero son los hombres mayoritariamente quienes conducen vehículos privados, van al trabajo y vuelven a casa mientras las mujeres suelen, además, recoger a los niños, llevarlos al médico, hacerse cargo de sus mayores, y el transporte público no ayuda a esto", explica la socióloga e investigadora del CSIC María Ángeles Durán. Una encuesta de transporte del Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos de Barcelona del año pasado, bajo la dirección de Carme Miralles-Guasch, revela el mayor uso que hacen las mujeres del transporte público (un 22,6% frente al 16,3% de los hombres) y los motivos de los desplazamientos: ellas se desplazan en un 18% por cuestiones de trabajo y en un 36,7% por asuntos personales, mientras que para ellos la movilidad personal y laboral es la misma, un 27% en los dos casos.
"Las ciudades amistosas generan servicios, tienen las guarderías al lado, los hospitales y, por qué no, el trabajo", dice Durán. "Son las mujeres en un 84% las que cuidan de los grandes dependientes, los mayores, hacen el trabajo que ningún sindicado aceptaría". No cuentan para ello con una ciudad bien diseñada. "En las mal llamadas ciudades dormitorio duermen los hombres, pero ellas, además, viven y gestionan la mayor parte del trabajo doméstico. Si no hay buenos transportes públicos, ni servicios, ni ocio cercanos, todo eso irá en contra de la mujer", afirma la doctora en arquitectura e investigadora en temas de urbanismo y género Anna Bofill. "Hay que frenar este modelo de ciudad dispersa, la plaga de los adosados que, además, van en contra de la sostenibilidad y del impacto ambiental", añade.
Bofill prefiere la ciudad racimo de uvas, donde a medida que aumenta la población se va añadiendo otra uva, una microciudad con todos los servicios necesarios, con equipamientos, comercios, zonas de deporte: "Todo ello irá en beneficio de la conciliación personal y laboral entre hombres y mujeres".
- Abajo los escalones. La accesibilidad se relaciona siempre con discapacidades físicas: personas ciegas, sillas de ruedas. Pero sólo hay que manejar un carrito de bebé para darse cuenta de que las escaleras insalvables afectan a todos, el metro sin ascensor, las obras que no dejan espacio para caminar. "Son las mujeres quienes más manejan ruedas pequeñas, quienes sacan a pasear a los mayores...", recuerda Bofill.
- Con mi chándal y mis tacones. Las grandes superficies comerciales no han mejorado la vida diaria. No se puede ir en un momento por una botella de leche que se ha acabado. Hay que planificarse y pensar en traer la compra para muchos días. "Hay que planificar los días sin trabajo para ir y, de paso, organizarte el ocio; al final el ocio y el consumo se confunden", sostiene Bofill.
- Cocina con vistas. La reina de la casa. Así se llamaba a las que, en realidad, eran esclavas de la casa. Aún hoy, el Eurobarómetro muestra que el 77% de las mujeres españolas afirma ser la encargada de la limpieza y un 81%, de la cocina. Los diseños de las viviendas los hacen hombres, cuando son ellas quienes más tiempo pasan en casa. "Los espacios deberían estar menos jerarquizados", dice la arquitecta Zaida Muxí: "La cocina, amplia para permitir que más de uno trabaje a la vez, integrada con un comedor, con posibilidad de cerrar ese acceso, con ventanas al patio donde juegan los niños. Siempre ponen el lavadero al lado de la cocina, cuando la ropa sale de la habitación y allí vuelve".
Propone, además, que los baños puedan dividirse para permitir usos simultáneos y que nunca estén privatizados en las habitaciones. "Las casas han de tener espacios para almacenar, para trasladar la actividad al pasillo y mejorar el espacio de la habitación".
Muxí recuerda las experiencias de otros países, como Austria, donde algunos proyectos arquitectónicos diseñaron espacios comunes en los bloques de viviendas para lavaderos. "Se ahorra en electrodomésticos y permite salir de la casa y relacionarse con los vecinos al hacer la colada". "Lo que no puede ser son esas casas alejadas, adosados sin servicios que condenan a la soledad y multiplican el trabajo y los horarios". Y habilitar zonas donde los niños jueguen sin salir del bloque. "Los niños están confinados, casi; salen de su cuarto al ascensor, de ahí al coche y del coche al lugar de ocio".
Unas viviendas diseñadas por mujeres en Holanda en 1992 mostraban plantas flexibles para poder acoger diferentes tipos de hogares. Además, las viviendas se pueden conectar a habitaciones de alquiler para trabajar en casa, pero fuera de casa. Así se señala en el estudio realizado en 2004 para el Institut Català de la Dona. El mismo informe alude a otra experiencia de arquitectura de mujeres en Alemania que ganó Monika Melchior y Heike Töpper. Las viviendas tenían todas las habitaciones con las mismas dimensiones, con paredes flexibles, sin escaleras oscuras y con trasteros y garajes comunes. La construcción no excedió el costo usual de vivienda social.
- Ya no llego a tiempo. Los horarios del trabajo no son compatibles con los del resto de la vida. Se entra a trabajar antes de que abra la guardería, se sale después de su cierre. Y a las nueve de la noche ya no hay panaderías abiertas. Bueno, sí, las tiendas de los chinos, que cierran a las doce y tienen esos productos de primera necesidad. De que las nuevas familias con dos miembros trabajando fuera no se vengan a pique por tener hijos, de que las mujeres que han sido madres no abandonen sus trabajos (por lo general menos remunerados que los de su pareja), se encargan las abuelas. Mujeres, mayores, jubiladas, pero que en el descanso de sus vidas han encontrado un trabajo fijo no remunerado: cuidar a sus nietos. Del 22% que lo hace, casi la mitad los cuida a diario, según datos del Imserso.
Más luz, más verde
La sensación de inseguridad es mayor en la mujer que en el hombre. Ellas se saben más vulnerables. Un sondeo de opinión efectuado en Canadá reveló que cerca del 60% de las mujeres tienen miedo de caminar solas de noche en su barrio frente al 17% de los varones que opinaba lo mismo.Por eso, diseñar una ciudad con perspectiva de género significa también tener en cuenta las medidas de seguridad, "un asunto que no se aborda sólo poniendo más policía en la calle", dice la arquitecta Anna Bofill. "Está comprobado que los barrios mejor cuidados son menos vandalizados. Si se mantiene el barrio limpio, verde, cuidado no será objeto de tantas agresiones". Pone de ejemplo los aparcamientos urbanos, que ahora se están diseñando con todo lujo de detalles, con más iluminación, con fotos, un espacio menos inhóspito. "El diseño mejora la seguridad", afirma Bofill.Respecto a la vivienda, también las mujeres perciben mayor inseguridad en los espacios comunes que no dan a ninguna parte, que no están iluminados, rincones que asustan. Por eso, las arquitectas proponen que esas zonas comunes de los edificios sean áreas transparentes, escaleras sin recovecos.Cuestión de seguridad física es la que también afecta a los niños, por eso, entre las ideas para una vida más fácil está la de dejar espacios ajardinados entre los bloques de viviendas y la calle, que los críos no salgan directamente y se encuentren con los coches.
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