Pueden besarse, pero cuiden sus finanzas
El fin de la alerta en México por la nueva gripe coincide con la publicación de malos datos económicos
Es doblemente oficial: la ciudad de México está en verde y el país en rojo. La capital mexicana redujo este jueves el nivel de emergencia epidemiológica. Adiós al amarillo preventivo y bienvenida la normalidad. En los restaurantes los camareros, y en el transporte público los chóferes, dirán adiós a mascarillas y guantes. Siete días sin contagios de gripe A provocarían alivio en el Distrito Federal de no ser porque la víspera revivió un fantasma: cifras económicas parecidas a las de 1995 vuelven a ocupar los titulares de la prensa.
El virus A (H1N1) cumplirá el 23 de mayo un mes desde que paralizó México y el saldo hasta el momento es atroz. 75 familias de luto, más de 3.892 enfermos comprobados y un virus que le puso la zancadilla final a la economía del país: espantó la totalidad del turismo internacional, paralizó la actividad económica durante semanas y deprimió las ventas de carne porcina.
"Ya podemos estar tranquilos", dijo este jueves en rueda de prensa Marcelo Ebrard, jefe de gobierno del Distrito Federal, la entidad más castigada por el virus y las medidas de precaución. Sin desentonar del todo, el ministro de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, pide esperar un par de semanas más antes de cantar victoria. Pero la población ya le había dado la vuelta a la página, preocupada como está por el contagio de las malas noticias de la economía.
Pocas horas antes de que se declarase el fin de la alerta sanitaria en la capital, el ministro de Hacienda, Agustín Carstens, encendió las alarmas de la economía al reconocer que, de nuevo, tenía que revisar a la baja la expectativa de crecimiento del PIB para este año: decrecerá al menos un 5,5% y no un 4,1%, como a principios de mes el mismo funcionario sostenía. Al poco se sabía que la economía cayó durante el primer trimestre en un 8,2%. Carstens tiene una reputación internacional probada por sus conocimientos sobre economía. Al nombrarlo, el presidente Felipe Calderón fue felicitado. Pero el funcionario tiene también hoy una fama de terrible comunicador de diagnósticos.
Es un mal chiste ya su pronóstico inicial sobre lo que la crisis internacional provocaría en México. A principios de 2008 dijo que el país sufriría apenas un catarrito (y no la pulmonía que padecían las finanzas mexicanas cuando estornudaba la economía estadounidense). En enero de 2009, aseguró que el crecimiento sería cero. Un mes más tarde, corrigió: sería de menos de un 2,8%. Y antes de la gripe A se aferraba a un 4,1%. Diversos analistas independientes dudaron de sus cálculos.
En una reunión ante importadores y exportadores, el ministro de Hacienda corrigió el pronóstico al llevarlo a menos del 5,5% pero no el optimismo. "Ya se ha tocado fondo y (...) ha quedado atrás el vertiginoso proceso de caída libre". Pidió estar preparados, poner en marcha reformas estructurales para responder "oportunamente" cuando "estos efectos se empiecen a disipar a finales de año".
Para el analista y consultor Joel Martínez, Hacienda se queda corta en sus nuevas previsiones. "La OCDE ve que el PIB de Estados Unidos no va a crecer antes del primer trimestre de 2010, no entiendo cómo el Gobierno mexicano puede pensar que en el cuarto trimestre de este año vamos a empezar a crecer". Según Martínez, "si la economía mexicana se comporta como se lee en las estadísticas, el decrecimiento del país quedará entre un 6,2 y un 7%. Con base a los números, lo que dijo Carstens es más realista, pero muy difícil de creer".
Y el segundo semestre podría traer otras malas noticias financieras. Martínez ha insistido en diversos foros en que existe "riesgo crediticio en las entidades hipotecarias; ya han quebrado dos de las cuatro más importantes, y este es un reto cuyo impacto es todavía prematuro de calcular".
Los mexicanos tienen tres fechas traumáticas a flor de piel. 1968, la masacre estudiantil a manos del Gobierno. 1985, el terremoto que se cobró diez mil vidas. Y 1995, la crisis conocida como el error de diciembre, que destruyó el patrimonio de la clase media y empobreció más a los pobres. Este jueves los titulares de los diarios revivieron el fantasma de 1995. ¿El único consuelo? ¿Alguna buena noticia? El alcalde de la ciudad la dio. En la rueda de prensa sobre el fin de la emergencia sanitaria decretó: sí, ya pueden besarse. Al menos.
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