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Seyed Mehdi no quiere que le ahorquen

El gay iraní amenazado con ser deportado teme por su vida en Teherán

Isabel Ferrer

Recluido en el centro para inmigrantes ilegales del aeropuerto de Rotterdam, a Seyed Mehdi Kazemi -el estudiante gay iraní de 19 años que teme por su vida si es deportado a Teherán- le abruma que los tecnicismos legales de su caso puedan imponerse al carácter humanitario del mismo. Teme acabar como Parham, su antiguo novio de la adolescencia, ejecutado en 2006 en su país, acusado de sodomía. Mehdi está seguro de que puede correr la misma suerte, porque la policía ya ha cursado una orden de arresto contra él. Pero, sin permiso para salir al exterior, sólo puede esperar a que el Reino Unido y Holanda, países donde ha pedido asilo y que tienen su futuro en las manos, decidan si puede retomar su vida en libertad o regresar a una patria que castiga la homosexualidad.

Al poco de llegar a Londres supo que a su primera pareja la habían ahorcado
Permanece retenido en un centro para inmigrantes ilegales de Rotterdam

"Es un chico amable y educado que me ayuda buscando documentos y pruebas que apoyen su caso. No imaginó verse en esta situación. Es optimista, como yo, a la vista de que La Haya y Londres parecen dispuestas a revisar su caso. Le aflige que pueda pensarse en él como un embrollo burocrático". El comentario es del abogado del joven, el holandés Borg Palm, un experto en extranjería que se ha convertido en su portavoz. Porque a Mehdi Kazemi no se le permite ir a ninguna parte. "En Rotterdam está vigilado. El centro de detención es un local de paso para ilegales, pero a veces hay quien está un año antes de ver resuelta su situación", continúa el letrado.

El joven cargaba ya con un pesado equipaje cuando se convirtió en su cliente. Con 16 años se trasladó a Londres, donde tiene un tío, para estudiar inglés. Al poco de llegar supo que a su primera pareja la habían ahorcado. Antes de morir, le obligaron a dar los nombres de sus compañeros y mencionó a Mehdi. Según datos de organizaciones humanitarias como Human Rights Watch, las autoridades iraníes dicen que sólo castigan las violaciones de menores y la pederastia, no a los homosexuales. Pero esos crímenes, según los observadores occidentales, han dejado miles de muertos desde la revolución islámica. Con el precedente de su amigo muerto, Mehdi rogó asilo al Reino Unido. Escribió una carta a las autoridades en la que reconocía "no poder evitar su atracción por los hombres, pero no haber tenido nunca la intención de viajar a Europa para asilarse". Ahora también teme la reacción de su progenitor, que no tolera su condición.

La misiva británica no cuajó. Al ver rechazada su demanda, huyó a Alemania. Allí, la propia policía le dijo que probara suerte en Holanda. Los agentes tenían parte de razón. Si La Haya hubiera recibido primero la petición de refugio, se lo habría concedido por su condición de homosexual en peligro. Pero las leyes no permiten dicha dualidad. "Requerimos la revisión de su caso a los tribunales holandeses y a partir de entonces los plazos empiezan a contar de cero. Si no, el asilo buscado en suelo británico estaría a punto de prescribir y podría quedarse en Holanda", lamenta el abogado.

Protesta en Rusia contra la persecución de los gays en Irán.
Protesta en Rusia contra la persecución de los gays en Irán.REUTERS

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