Nueva York premia las buenas notas a golpe de billetera
El plan intenta mejorar los pésimos resultados de los escolares de 8 a 11 años
Cobrar por sacar buenas notas. Ésta es una de las polémicas medidas que desde septiembre pasado ha puesto en marcha el Ayuntamiento de Nueva York para estimular en sus estudios a los estudiantes de educación primaria y secundaria bajo el programa Spark. Ideada por Robert M. Fryer, un economista de la Universidad de Harvard que dirige un laboratorio sobre alternativas para paliar la desigualdad social y sus efectos, la iniciativa, a la que ya se han acogido 58 colegios públicos y que cuenta con dos millones de dólares (1,27 millones de euros) para los próximos dos años, forma parte de un programa más amplio que bajo el título NYC Opportunity está tratando de buscar fórmulas para mejorar los pésimos resultados escolares de los niños neoyorquinos.
El programa persigue paliar la desigualdad social y sus efectos
"El programa Spark se centra en los niños de ocho y 11 años. Quien no sabe leer y escribir a los ocho pasa al siguiente nivel escolar en desventaja. Los que tienen 11 ya han dejado de aprender a leer y leen para aprender, es un cambio cualitativo y al tratarse de un programa experimental pensamos que sería interesante centrarse en edades críticas. La idea es premiarles con cinco (3,19 euros) o 10 dólares (según la edad) por acudir a los exámenes de inglés y matemáticas y darles hasta 20 (12,78 euros) o 40 dólares (25,42 euros), según los resultados que consigan", explicó a este diario Debra Walker, portavoz del Departamento de Educación de la ciudad de Nueva York.
De momento, el programa se financia con dinero privado (donaciones de fundaciones como la Rockefeller) para evitar protestas. Las escuelas que participan en él lo hacen de manera voluntaria. Además, los niños necesitan la aprobación de los padres para poder acceder a los premios. "La selección fue aleatoria, en función de qué escuelas solicitaron entrar en el programa. Pero la gran mayoría pertenece a barrios conflictivos o a aquellos en los que la población es sobre todo latina o negra, con altas tasas de pobreza. Buscamos crear incentivos a corto plazo para crear hábitos a largo plazo", asegura Walker. Y ésa es una de las claves de este proyecto ideado por Robert Fryer, quien busca desde hace años soluciones creativas a la desigualdad social que se ceba con las minorías en Estados Unidos. "Yo no abogo por los incentivos sino por la innovación. Hasta ahora lo hemos probado todo para que los niños estudien y no ha funcionado. Este programa es un experimento pero es esencial estar abiertos a nuevas ideas y observar los resultados", afirmó Fryer al presentarse el programa en el mes de septiembre.
Aún no hay datos sobre su efectividad ni los habrá hasta finales de 2009 aunque en las escuelas en las que se está probando hay optimismo. "Estamos compitiendo con las calles. Los niños pueden ganar 50 dólares de forma ilegal cada día. Tenemos que hacer algo para contrarrestarlo", afirmó en el diario The New York Times Virginia Connelly, directora de un colegio del barrio del Bronx adherido al programa Spark.
Hace años, Fryer experimentó con un programa similar en Dallas, ofreciendo dos dólares a los estudiantes de un instituto por cada libro leído. El tope eran 20 libros por semestre pero hubo jóvenes que leyeron hasta 40.
Sin embargo, hay quien opina que estos estímulos son contraproducentes para la educación de los alumnos. "Los premios, igual que los castigos, sólo producen obediencia temporal. Es más fácil sobornar a los niños sin hacerse preguntas que crear un sistema educativo en el que se alimente la curiosidad innata por aprender. Yo quiero creer que el objetivo de estos programas es admirable, aunque el método sea terrible. Desgraciadamente, no creo que promuevan una actitud hacia el aprendizaje sino, simplemente, una mejora en sus notas", aseguró a este diario Alfie Kohn, experto en educación y autor del libro Punished by rewards (Castigados por los premios).
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