El satélite ha entrado en la atmósfera sobre el Pacífico
La caída del 'UARS' se ha producido esta mañana entre las 5.23 y las 7.09 hora peninsular, pero aún no se ha determinado con exactitud el momento ni el lugar
El satélite incontrolado UARS, de la NASA, que ha tenido en vilo a todo el mundo durante una semana, ha caído por fin. La entrada en la atmósfera se produjo el sábado por la mañana, entre las 5.23 y las 7.09 hora peninsular y, según los datos de la Fuerza Aérea estadounidense (Joint Space Operations Center, en la base de Vandenberg, California), el satélite ha entrado sobre el océano Pacífico, pero la localización exacta y el momento no se ha determinado aún con precisión
El Upper Atmosphere Research Satellite (UARS) iba a caer el viernes, según las previsiones que venía haciendo la NASA desde el pasado lunes (siempre advirtiendo que los expertos manejaban un margen de un día más o un día menos) y, en las últimas horas, habían indicado que sería la tarde del viernes, pero el satélite se retrasó al final unas 12 horas. La causa más probable es que, como indicaban los datos de seguimiento, el artefacto, de casi seis toneladas y el tamaño de un autobús, había cambiado de orientación, por lo que varió el frente expuesto al rozamiento con la atmósfera terrestre. A menor área de rozamiento en el sentido del desplazamiento del satélite, menor habrá sido el rozamiento y, por tanto, más lento el descenso.
La probabilidad de que alguno de los fragmentos del satélite que no se quemasen al entrar en la atmósfera golpeara a alguna persona en el mundo era muy baja (una entre 3.200) y, hasta el momento, no hay indicaciones de que haya podido siquiera caer en tierra, en algún lugar.
El UARS estaba descontrolado desde 2005, cuando dejó de funcionar tras 14 años en el espacio observando la atmósfera terrestre, su composición, temperatura y vientos. Desde entonces, ha estado vigilado por los expertos que controlan, sobre todo mediante avanzados sistemas radar, la basura espacial, es decir los artefactos inactivos o fragmentos de satélites y cohetes que quedan dando vueltas alrededor de la Tierra y que suponen un alto riesgo para los aparatos en funcionamiento, incluida la Estación Espacial Internacional (ISS).
Hace un par de meses, la NASA advirtió ya de que el UARS, que había sido colocado en órbita a 580 kilómetros de altura hace 20 años, estaba mucho más bajo y que esperaba su entrada en la atmósfera para finales de septiembre o principios de octubre. Hace una semana, sin embargo, activó la alerta: el satélite, seguramente por el incremento de la actividad solar este verano, había descendido más de lo previsto y la caída era inminente.
Los expertos han estado calculando y recalculando los datos de seguimiento del UARS para intentar definir con tiempo el lugar exacto de caída y el momento, pero las incertidumbres de actividad solar y orientación del artefacto han sido suficientes como para impedir que incluso después de caer sea fácil decir dónde.
Las simulaciones realizadas por el experto en dinámica orbital español Miguel Belló-Mora (de Elecnor-Deimos) habían predicho una caída sobre las cinco de la mañana sobre el Pacífico, aun realizando los cálculos con una actividad media del Sol (uno de los parámetros clave que condicionan la caída) y no la actividad puntual que puede registrarse.
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