De Marte a Fukushima, pasando por Afganistán
Las tecnologías de los robots que exploran el planeta rojo se utilizan en los equipos que investigan el interior de la central nuclear japonesa tras la catástrofe
Los extraños robots todoterreno que se han hecho tan populares avanzando por la superficie de Marte en los últimos años, tienen ahora primos en acción también en la Tierra, y algunos ejemplares han sido enviados a la central de Fukushima para medir la radiactividad en su interior y ver el alcance de los destrozos en las instalaciones convertidas en infierno para las personas. Los mismos prototipos de los vehículos automáticos de la NASA que ahora están en el planeta rojo, el Spirit y el Opportunity, han servido para desarrollar los PackBot enviados a Japón para ayudar en la difícil situación de la planta nuclear, mientras que otros modelos de las mismas tecnologías se vienen utilizando en Afganistán en operaciones especialmente peligrosas de reconocimiento y desactivación de explosivos. El parentesco estrecho entre todas estas máquinas no es de extrañar, dado que varios expertos en robótica han pasado de trabaja en el Jet Propulsion Laboratory (JPL), la catedral mundial de la exploración planetaria, al sector privado que los producen. En todos los casos se trata de poner a trabajar máquinas en condiciones extremadamente difíciles y entornos hostiles.
Rocky-7 era un prototipo que sirvió en el JPL (dependiente de Caltech) de banco de pruebas en Tierra para el Spirit y el Opportunity, cuyos actuadores mecánicos ligeros y de alto rendimiento, o la estructura resistente e igualmente ligera, se adoptaron en los equipos ahora de uso terrestre. Sensores cámaras y diversos instrumentos desarrollados en el laboratorio californiano se incorporaron en el prototipo oficial del Packbot, un robot denominado Urbie, diseñado y construido para usos militares y misiones de rescate en un proyecto de colaboración entre varias instituciones académicas y de investigación estadounidense, la Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA) y la empresa iRobot que los fabrica y comercializa.
El robusto Urbie puede ser lanzado al interior de un edifico a través de una ventana, subir escaleras y soportar la caída al suelo desde una altura considerable en un edificio. Tiene las características idóneas para estudiar entornos contaminados, radiactivos, afectados por productos de guerra biológica o vertidos químicos. Además, resulta muy útil para buscar entre las ruinas de zonas urbanas destruidas por terremotos y otros desastres naturales. Con el éxito del prototipo Urbie, el consorcio dirigido por la DARPA dio luz verde para la construcción de un robot táctico Packbot para la Armada, la Marina y la Fuerza Aérea estadounidense. Y se ha mantenido la colaboración con JPL, hasta el punto de que el diseño de las ruedas ideado para el PackBot inspiró el concepto de las ruedas de los gemelos Spirit y Opportunity, que se fabricaron en el mismo taller.
El Packbot, bautizado Scout para la ocasión, se estrenó en misiones militares en julio 2002, cuando lo utilizaron las tropas estadounidenses en Afganistán para ayudar a limpiar cuevas y búnkeres, registrar edificios y cruzar campos sembrados de minas antipersona, según informa el JPL. El Scout pesa 18 kilos, mide 20 centímetros de altura y capaz de recorrer 14 kilómetros en una hora. Puede ser transportado con facilidad, se despliega en pocos minutos y es sencillo de manejar. Puede llevar múltiples cámaras, incluidas de infrarrojo y térmica para visión nocturna. Estos robots pueden desplazarse por pendientes de hasta 60 grados con una gran capacidad de maniobra.
También en Irak se han utilizado estos aparatos autónomos. El modelo Eod, de 24 kilos, tiene un brazo articulado que se extiende hasta dos metros en cualquier dirección y se puede utilizar para desactivar explosivos, instalar contracargas o recoger muestras. Un tercer modelo, el Explorer, lleva una cabeza que se eleva desde el chasis y rota 360 grados con cámaras que ofrecen una perspectiva completa del entorno. Estas máquinas no sólo se utilizan en actividades militares, ya que su capacidad de prestar ojos y oídos en lugares demasiado peligrosos para las personas demuestran su utilidad en diferentes situaciones, como la Zona Cero tras el atentado del 11-s en Nueva York.
IRobot ha enviado cuatro de sus aparatos a Fukushima: dos Packbot y dos ejemplares de un prototipo, el Warrior, que aún no comercializa. Este nuevo modelo, de 68 kilos, capaz de desplazarse 13 kilómetros cada hora, ha sido modificado para poder sujetar una manguera y tiene un brazo articulado que puede levantar cargas de unos cien kilos, con lo que puede ser muy útil ara despejar zonas con escombros, informa Scientific American. Uno de los PackBot lleva un sensor de radiactividad y un dispositivo para mover hasta 13,6 kilos. Estos robots pesan 11 kilos y se desplazan 9,3 kilómetros cada hora.
La radiactividad es un reto para los ingenieros de estos artefactos, ya que, si es muy alta, hay que contar con equipos de protección de la electrónica, incluidos los dispositivos CCD de las cámaras. También pueden resultar afectados los sistemas para teledirigirlos si la alta radiación interfiere con las señales radio que se envían y se reciben del robot. Por ello, explican los responsables a Scientific American, se han añadido a los robots conexiones de fibra óptica para poder teleoperarlos desde distancias de hasta 500 metros. En cuanto a su contaminación, la estar fabricados de acero inoxidable, su limpieza es relativamente fácil una vez que concluyan sus tareas en las zonas radiactivas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.