Libro de familia de 'E. coli' mutante
La probabilidad de que la misma mutación de una bacteria ocurra de forma independiente a la vez en cientos de enfermos roza las características del milagro. O sea, que no puede ser que todos los enfermos hayan sido infectados por la bacteria no mutada y que la mutación haya ocurrido en su organismo tras la infección. Tiene que haberse producido antes de que el alimento haya sido contaminado, la bacteria mutante debería haber crecido en un animal (o persona) a quien posiblemente no ha matado, y de su contenido intestinal haber pasado al alimento (sea el que fuese) que ahora ha consumido la población de Hamburgo.
¿Cómo se puede averiguar? Si deja de haber casos nuevos es que el alimento contaminado ya se ha agotado y las nuevas partidas ya no se están contaminando, lo que en principio sería tranquilizador, y solo quedaría indagar qué cosas hicieron igual todos los enfermos para poder deducir de forma plausible de dónde vino la contaminación y tomar medidas para que no se repita.
Lo que tengan en común los enfermos indicará el origen del brote
Un escenario más grave es que sigan aumentando los nuevos casos de intoxicación. Indicaría que el foco primario de infección sigue produciendo bacterias mutadas y dispersándolas al ambiente en donde se genera la contaminación. El proceso de búsqueda de la fuente de contaminación puede ser el mismo que en el caso anterior, pero ahora es urgente localizarlo porque de otra manera seguirá cayendo enfermo quien ingiera la sustancia contaminada, que según se va vendiendo se estaría remplazando por nuevos lotes igualmente peligrosos. Lo único positivo en este caso es que cuando se identifique el foco de infección posiblemente se pueda estudiar el proceso que genera la propagación de la bacteria mutada.
¿Cómo podremos saber qué le ha ocurrido a la bacteria E. coli para convertirse en más peligrosa? Conocida la secuencia completa del genoma de la variante mutada, lo que hoy en día se hace con rapidez utilizando las nuevas técnicas de secuenciación masiva, disponibles en los laboratorios mejor equipados, ya es sencillo averiguar de qué progenitores proceden el conjunto de genes que la han convertido en una bacteria tan maligna. Reúne una virulenta toxina, la shigatoxina 2 codificada por el gen vtx2a, con una variada colección de genes que la hacen resistente a diferentes antibióticos. Posiblemente los cambios se encuentren en una estructura de ADN de las varias especializadas en movilizar la información genética de una a otra bacteria. Con estos resultados seguramente se podrá, además de identificar a los progenitores, sacar conclusiones de índole práctico para minimizar en el futuro, si es posible, la probabilidad de que nuevamente ocurra de manera accidental un suceso con consecuencias tan dañinas.
Miguel Vicente es profesor de Investigación del CSIC.
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