Europa lanza a Galileo contra el GPS
La UE pone en órbita los dos primeros satélites de un sistema para liberarse de la dependencia de EE UU - Bruselas espera un gran impacto económico
El número es bonito o, cuando menos, curioso: 1.234. Como en un juego, a las 12.34 horas de este jueves 20 de octubre, la Unión Europea tiene previsto lanzar desde Kuru, en la Guayana francesa, los dos primeros satélites del sistema Galileo, llamado a formar una constelación de 30 satélites para dotar a la Unión de independencia estratégica y capacidad tecnológica puntera. En el punto de mira, el GPS de Estados Unidos. La ambición europea es colocarse en la vanguardia de la ciencia y la innovación. Además de Estados Unidos, son también rivales Rusia, China e India. Paradójicamente, será un cohete ruso Soyuz el que ponga en órbita al embrión del sistema Galileo.
Para subrayar lo histórico del momento, la pléyade de invitados a la ocasión estará encabezada por el presidente Nicolas Sarkozy y el hombre fuerte de Rusia, oficialmente primer ministro, Vladimir Putin. También estará el vicepresidente de la Comisión Europea Antonio Tajani. "Este es un momento de gran orgullo para todos los europeos", dijo. "El lanzamiento es prueba del poderío europeo en el campo espacial. La industria y las pequeñas y medianas empresas europeas deben aprovechar las importantes oportunidades que ofrece este sistema".
La avanzada red no estará plenamente operativa hasta 2019
Un ejecutivo alemán la calificó así: "Una idiotez por intereses franceses"
A Bruselas le gusta subrayar los previstos beneficios de un sistema concebido en 2003, que da sus primeros pasos en 2011, que empezará a funcionar de forma provisional en 2014 y que solo estará plenamente operativo en 2019. Del orden de 90.000 millones de impacto económico, incluidos empleos de alta cualificación, en los próximos 20 años, dice la Comisión, que también habla de cómo el actual mercado de productos y servicios relacionados con la navegación por satélite de 124.000 millones subirá hasta los 244.000 millones en 2020.
Con la boca pequeña habla de los costes de un proyecto que se ha ido arrastrando desde su concepción entre dudas sobre su razón de ser y la incertidumbre del sector privado sobre si invertir o no en él, de momento resuelta negativamente: Galileo se construye solo con cargo a partidas de la UE. Lo que en un principió se presupuestó en 3.400 millones ya ha alcanzado los 5.300 comprometidos hasta 2020 y seguirá subiendo.
El plan europeo es contar con una malla de 30 satélites (27 operativos y tres en reserva) más tecnológicamente avanzada, que los 24 satélites de que dispone el GPS (siglas en inglés de Sistema de Posicionamiento Global) que controla EE UU. Pero el GPS tiene previsto potenciar su capacitación en 2014, justo en el momento en que Galileo empezará a ofrecer servicios.
Galileo brindará al consumidor una mayor precisión que el actual GPS (llegará hasta el metro de discriminación) y una pléyade de posibilidades de las que podrán beneficiarse empresas, servicios de seguridad y de emergencia, controles de vuelo y actividades relacionadas con la defensa.
De hecho, Galileo vio la luz como un proyecto alternativo al GPS en una Europa frustrada con el dominio que de ese sistema tiene un Estados Unidos que da prioridad a sus aplicaciones militares y corta el acceso al GPS cuando lo requieren sus campañas castrenses, ya sea en Kosovo, Irak o Afganistán.
El responsable de una empresa alemana que trabaja para el proyecto fue destituido a principios de 2011 cuando a través de las filtraciones de Wikileaks trascendió su opinión sobre Galileo. "Es una idiotez al servicio de intereses franceses", comentó a un interlocutor de la embajada de Estados Unidos en Berlín. "Francia quiere que sus sistemas de guiado de misiles estén libres de cualquier dependencia del GPS".
Sobre la vertiente militar de Galileo los portavoces europeos toman distancia. Se limitan a decir que desaparecerá la dependencia estratégica de la UE en política exterior y seguridad, y que los hipotéticos servicios a la defensa, además, no cerrarán en ningún momento los usos civiles.
La búsqueda de independencia en defensa es más matizada en lo civil. Habrá competencia comercial entre ambos sistemas, pero serán compatibles, y ambos podrán ser utilizados por los mismos receptores, conforme a un acuerdo suscrito en 2004.
El pulso europeo con el GPS tiene también su versión con el ruso Glosnass, y tanto americanos como europeos están a la espera de lo que puedan hacer China e India.
La futura competencia con Rusia se torna en estrecha colaboración en los primeros balbuceos de Galileo. Los dos primeros satélites que hoy serán colocados en órbita geoestacionaria a 23.222 kilómetros de altura, seguidos de otros dos satélites a finales de 2012, saldrán de Kuru a bordo de un cohete Soyuz.
Francia -en este caso la UE- y Rusia han llegado a un acuerdo de conveniencia por el que los rusos utilizan Kuru, casi sobre la línea del ecuador, en vez de su base en Baikonur (Kazajistán), para sacar partido a las distintas fuerzas y aceleraciones de la Tierra entre ambos puntos. Así se aumenta la capacidad de carga del Soyuz, que podrá despegar con 2,8 toneladas, frente a las 1,7 toneladas posibles en Baikonur. Ariane 5, que suele usar Kuru, carga entre 5 y 10 toneladas, por lo que era excesivamente grande para este lanzamiento. Prueba de la hermandad del momento es que la cuenta atrás se hará en ruso y en francés. Los dos primeros satélites de Galileo estarán en su órbita tres horas, 49 minutos y 27 segundos más tarde, lo que hace un muchos menos memorable 162.327.
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