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CIENCIA

40º aniversano de la primera prueba de una bomba atómica

Ayer hizo 40 años que se desarrolló en el desierto de Nuevo México, en Estados Unidos, la primera prueba de la bomba atómica, conocida como el test Trinidad. A los 24 días de esta primera prueba, dos bombas nucleares, pequeñas e imperfectas si se comparan con las armas actuales, lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, ponían fin a la Il Guerra Mundial y culminaban el proyecto Manhattan, en el que estuvieron implicadas grandes personalidades científicas de la época.

Fundado en 1943 con gran urgencia y secreto, el laboratorio de Los Álamos se convirtió en la meca de una gran parte de los físicos más importantes del siglo XX, muchos de los Cuales procedían de otros países. De hecho, dos de los teóricos más importantes de la bomba atómica, Rudolf Peierls -alemán- y Otto Frisch -austriaco-, eran refugiados del nazismo. El director del laboratorio era J. Robert Oppenheimer. Trabajaban también allí Edward Teller, inmigrante húngaro; el italiano Enrico Fermi, que construyó el primer reactor nuclear en la universidad de Chicago; Robert Wilson, posteriormente fundador del Fermi National Accelerator Laboratory; Hans Bethe, el gran teórico de origen alemán, y John von Neumann. Colaboraban también Ernest O. Lawrence, inventor del ciclotrón, y Niels Bohr, enunciador de la mecánica cuántica y la teoría atómica, y muchos otros científicos.En general, los científicos estaban convencidos de que los aliados ganarían la guerra y de que se trataba de una carrera con la Alemania nazi. Según se ha sabido después, la primera prueba estuvo rodeada de incertidumbre sobre sus efectos peligrosos. Se creía que la explosión tendría tanta intensidad que daría lugar a una reacción de fusión en cadena en la atmósfera que podría quemar todo el planeta. Fermi llegó a realizar apuestas en- el sentido de que la reacción sólo devastaría Nuevo México, mientras que Bethe afirmó que, según sus cálculos, ésta no se produciría. Oppenheimer se fió de Bethe y decidió seguir adelante.

El 11 de julio de 1945 el material fisionable (plutonio y uranio 235) fue conducido por carretera al lugar escogido, la Jornada del Muerto, en el desierto de Nuevo México, a unos 330 kilómetros de distancia. Tras superar múltiples problemas, la bomba, denominada Fat Man (hombre gordo) fue hecha estallar en la madrugada del 16 de julio de 1945. El gran hongo deslumbrador se elevó a más de 10.000 metros de altura. La arena del desierto se fundió y dio lugar a una sustancia cristalina verde conocida como trinitita, que se puede ver todavía hoy en el museo de Los Álamos. Como escribió la esposa de Fermi, los científicos no celebraron el acontecimiento: "Volvieron cansadísimos y se fueron a dormir".

El actual director del laboratorio de Los Álamos, donde se sigue investigando sobre las armas nucleares, Donald Kerr, escribía recientemente: "A finales de la II Guerra Mundial, los que estaban en Los Álamos aprendieron junto con el resto del mundo que el desarrollo técnico se encontraba más allá del control del pequeño grupo de científicos que pedían que su trabajo fuera utilizado solamente para objetivos pacíficos".

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