Las emociones de María
La experiencia es un valor que cotiza a la baja. No parece, sin embargo, que a Miguel Gallardo (Lleida, 1955) le haya resultado inútil. Hace 30 años era el dibujante salvaje de Makoki, La basca y El niñato; hace 20 empezó a convertirse en ilustrador de prestigio; desde hace unos 10 fabrica, además, unos relatos gráficos que forman parte de la mejor narrativa española. Un largo silencio (Ponent, 1997) y María y yo (Astiberri, 2008) son dos extrañas obras maestras. Ambas rebosan experiencia, profesional y de la otra.
Hacia 1979, este cronista visitó varias veces el piso barcelonés, en el barrio de Gràcia, donde Gallardo y Juan Mediavilla creaban historietas tan brutales como ingenuas. Era la época que Gallardo recuerda como "de hambre y risa". Personajes como Makoki, Emosiones, El Niñato y otras "piltrafas del arroyo" obtenían un éxito fenomenal entre la juventud de la época. El piso no era un ejemplo de orden. Las "amistades patibularias" de Mediavilla, de las que copiaban palabras y expresiones, reforzaban la sensación de desastre inminente. Y, sin embargo, la mesa de dibujo de Gallardo permanecía en perfecto estado de revista. Eso llamaba la atención. Gallardo, a quien Mediavilla tildaba de "fino estilista", tenía una mesa "profesional".
María, ahora, tiene una legión de fans. No es extraño: quien lee el libro se enamora de ella
Miguel Gallardo era entonces un crío de veintipocos, salido de una familia ilerdense de clase media y vocación técnica (su padre y su hermano se dedicaban a la ingeniería) y recién llegado a una Barcelona efervescente. Después de la escuela de dibujo, de repasar animaciones publicitarias (¿recuerdan los anuncios de Rodolfo Langostino?) y de maquetar la revista Disco Express, entre cuyos colaboradores más radicales figuraba Federico Jiménez Losantos (lo dicho, eran otros tiempos), se vio convertido, gracias al éxito de Makoki en Star y de los otros personajes en El Víbora, en algo parecido a una estrella del rock. Hacía giras, protagonizaba congresos. Gallardo recuerda aquello como una divertida "edad de oro", con poco dinero y mucha juerga.
Cuando El Víbora empezó a decaer, Gallardo pasó a Cairo y en los años siguientes, con guionistas como Ramón de España e Ignacio Vidal-Folch, produjo álbumes llenos de homenajes gráficos en los que desarrolló su capacidad para mezclar estilos y su dominio del color. También inició una colaboración regular como ilustrador en La Vanguardia, mantenida hasta ahora, y en otros medios. Ya ha conseguido publicar en The New Yorker, la cúspide de la ilustración mundial. Digamos que su carrera en ese ámbito ha resultado brillante.
Vamos al momento que nos interesa. El momento en que Gallardo, que acaba de tener una hija, se enfrenta a la historia de su padre. Francisco Gallardo Sarmiento, probo empleado de la compañía eléctrica Fecsa, fue uno más entre los derrotados de la Guerra Civil. Miguel Gallardo había escuchado muchas veces sus recuerdos. Durante un largo tiempo, ni el padre ni el hijo habían parecido sentirse muy orgullosos el uno del otro. El hijo, sin embargo, quiso hacer algo con las memorias bélicas del padre, y le pidió un texto. Francisco Gallardo escribió algo más de 20 folios con la precisión y la frialdad de un técnico: relató un drama personal sin el menor dramatismo. Miguel Gallardo decidió mantener íntegro el texto de su padre, e intercalar viñetas donde se concentraban toda la emoción y todo el miedo que su padre había omitido por pudor.
Gallardo, el dibujante, se sentía influido por Maus, la obra en la que Art Spiegelman contaba las tremendas desventuras de su padre, judío polaco, durante la Segunda Guerra Mundial. Se inspiró en el expresionismo alemán, rompió sus esquemas anteriores, definidos por el purismo y el perfeccionismo, y creó un artefacto llamado Un largo silencio. No era un cómic ni un libro convencional. No encajaba en ningún estante de las librerías. Pasó sin demasiada gloria y hoy, a la espera de una reedición, es una obra de culto.
A Gallardo le sirvió para liberar su estilo. También le sirvió para entender a su padre y reconciliarse con él, un año antes de su muerte. Fueron dos experiencias, profesional y de la otra, la que proporciona la vida, que habían de resultar muy útiles. Poco después, María, la hija de Gallardo, a la que dibujaba continuamente, empezó a mostrar los síntomas de un problema. El diagnóstico del autismo tarda en concretarse. Supone, en palabras de Gallardo, "un calvario paulatino". El padre dejó de dibujar a su hija, hasta que comprobó que con los dibujos podían comunicarse. A partir de los dibujos-herramienta, que a María le servían para satisfacer su necesidad de orden y su devoción por las listas y los nombres (la niña posee una memoria fotográfica), surgió algo parecido a un gigantesco diario ilustrado.
Gallardo y su mujer, May Suárez, se separaron en 2003. Madre e hija se trasladaron a Canarias, con la numerosa familia Suárez, y Gallardo se habituó a pasar breves vacaciones con María. Una de esas vacaciones, en un hotel canario frecuentado por alemanes, constituye el eje narrativo de María y yo. Si Un largo silencio era una obra extraña, María y yo, firmada por María Gallardo y Miguel Gallardo, lo es más. Sin embargo, ha obtenido un gran eco y varios premios. Quizá porque cuenta una historia emocionante, quizá por la libertad y la frescura con que está construida, quizá porque Gallardo, por una vez, ha realizado toda la promoción posible. Quizá, también, porque es un libro sensacional. "Era una historia que tenía que contar, como la de mi padre", explica. "Quería que la gente conociera a María, que descubrieran que la discapacidad no es lo que creen".
María, ahora, tiene una legión de fans. No es extraño: quien lee el libro se enamora de ella.
Después de conversar con Miguel Gallardo, el cronista recibió un mensaje que se toma la libertad de transcribir: "Hola, Enric, ha sido un placer hablar contigo. Sólo quería pedirte un favor. Cuando hables del libro cita a May, la madre de María, ella es la campeona que está todos los días con María y es la primera persona que leyó el libro y que se emocionó, sin ella este libro no habría salido adelante. Gracias, Miguel". -
María y yo. María Gallardo y Miguel Gallardo. Astiberri. Bilbao, 2008. 64 páginas. 12 euros. Maria i jo. La Galera. Barcelona, 2008. 68 páginas. 12 euros. www.miguel-gallardo.com/
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