Choque de civilizaciones
El choque de civilizaciones es el título de la obra más conocida de S. P. Huntington, profesor en Harvard y uno de los más significativos pensadores políticos contemporáneos. El libro, de 1996, es resultado de un artículo previo, escrito contra el fin de la historia de Fukuyama, y publicado en Foreign Affairs en 1993. La tesis del primitivo artículo, que el libro amplía y llena de detalles, es ésta: una vez acabada la guerra fría comenzarán otras tensiones mundiales, geopolíticas, y sus líneas de fractura serán las "civilizaciones"; éstas son conjuntos normativos cerrados, culturas activas con memoria, capaces de establecer una voluntad política común. Tal voluntad se asienta justo sobre lo que les es común, por lo general una visión religiosa de sí mismas y del mundo. Hay, según Huntington, "siete u ocho" grandes civilizaciones: la europea occidental -que incluye América del Norte y Australia-; la cristiana ortodoxa, la chino japonesa, la islámica, la hindú y quedan en el límite la africana, la latinoamericana y quizá la budista.
Occidente es y será por algún tiempo la civilización más poderosa. Pero cada gran área tiene un país de cabecera y la trama del poder mundial está formada por potencias de civilizaciones diferentes. Así las cosas, ninguna podrá imponerse a las demás. La trama de fondo en que se desarrolla la tesis de Huntington es clara: sólo hay que saber historia y demografía. Las civilizaciones del pasado han sido todas permeables a las innovaciones técnicas de sus contemporáneas, pero nunca ha ocurrido que una civilización sienta la necesidad de importar innovaciones morales o políticas. Estas "expansiones" las han realizado las formas religiosas que son quienes endurecen las fronteras valorativas. Ninguna gran religión nueva o sincrética se aprecia en el horizonte, de modo que tendremos lo que tenemos.
Cada potencia central de las sendas civilizaciones competirá con las demás, o bien realizará con alguna alianzas sólo estratégicas, mientras hará satélites suyos a los países menos poderosos de su propia área civilizatoria. El mundo es y seguirá siendo multicultural y multifocal, sin que eso asegure para nada ni la tolerancia ni la paz, porque las civilizaciones competirán sin remedio. Los conflictos aparecerán en las "zonas de fractura" allí en países donde sucede que limitan. Y hay fronteras más duras que otras. Del análisis del conflicto plural religioso en la ex Yugoslavia, Huntington extrae la conclusión de que es la islámica la civilización más problemática, demográfica y valorativamente, aunque habrá que mantener especial atención sobre la India y China, que se convertirán en superpotencias económicas.
En cualquier caso, el orden propiciado por Occidente, con su tabla de valores y Derechos Humanos, no es universal ni lo será; no es creíble y los conjuntos civilizatorios no lo atacan todavía directamente, no porque lo acaten o estén en trance de hacerlo, sino porque no tienen aún la fuerza suficiente para ello. No lo viven como universal, sino como propio de Occidente, exógeno y fundamentado en la fuerza. Ninguna civilización ha prevalecido; y aunque Toynbee se preguntara si la occidental podría cambiar esto, universalizándose y perviviendo, no parece que Huntington, que en tantas cosas le sigue, sea tan optimista. Occidente tiene intereses en todas las demás civilizaciones, pero es una minoría demográfica que cada vez se está haciendo más pequeña. Los dados están ya echados y la conclusión sale por sí misma. Nada ni nadie evitará el choque como tampoco asegura la victoria.
Amelia Valcárcel es catedrática de Filosofía Moral y Política de la UNED, miembro del Consejo de Estado y autora de Ética para un mundo global (Temas de Hoy) y La política de las mujeres (Cátedra).
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