El barco de la memoria
Un antiguo vapor, el 'Hidria', ayuda a 'descubrir' la historia olvidada de los pescadores republicanos. Su bodega es el marco de una exposición con datos e imágenes conmovedores
Atención. Se está acercando. Desde el muelle de Rianxo, el porte del Hidria Segundo, con su casco de madera, 30 metros de eslora, dos mástiles y la chimenea humeante, confirma la teoría de Le Corbusier: los barcos son la arquitectura más fascinante del mundo. Además, la expectación inquieta de quienes esperan tiene otro motivo. El viejo vapor que durante muchos años sirvió de aljibe en la ría de Vigo, abasteciendo de agua a mercantes y transatlánticos, y que fue rescatado del desguace por un grupo de jóvenes en 1997, transporta hoy una interesante carga. Su antigua bodega, con cabida para 260 toneladas de agua, viene ahora llena de memoria.
Sí. Es verdad. Si ahora irrumpiera un oficial de aduanas e interrogara a Pablo Caneda, de 38 años, patrón del Hidria Segundo, sobre qué clase de flete lleva, respondería con precisión: "Embarcamos memoria".
Todos los datos revelan que la forma que la guerra adquirió en Galicia fue la de 'una cacería al hombre'
En varios lugares de las Rías Baixas, en especial la zona del Morrazo, el mar fue utilizado como fosa común
¿Memoria? Por ejemplo, en la bodega del viejo vapor, entre otros muchos documentos rescatados, puede verse una fotografía de otro barco singular llamado Nuevo Emdem. Un pequeño pesquero de bajura, 13 metros de eslora, con matrícula de O Grove. Pero la fotografía de la frágil embarcación está tomada hace muchos años y en un lugar insólito: la costa del Caribe. ¿Cómo llegó allá el Nuevo Emdem? Había salido de O Grove con 18 hombres la madrugada del 15 de agosto de 1937. Arribó al puerto de Concarau, en la Bretaña francesa. Al comenzar la Guerra Mundial, el Nuevo Emdem inició otra fuga, esta vez por la red fluvial francesa hasta llegar a Marsella. Y de allí a América, ¡con sus 13 metros de eslora! La media docena de hombres que llegaron al Caribe, al mando de Juan Aguiño, acabaría estableciéndose en Cuba, dedicados a la pesca del camarón. En la peripecia europea, había caído el resto. Una parte, internados en campos de concentración nazis; otros, retornados y encarcelados en la España franquista. El Nuevo Emdem fue uno de las decenas de barcos de pesca que huyeron, con republicanos perseguidos, después del golpe de julio de 1936, que dio lugar a la guerra y a la dictadura. Salvando el cerco por mar y el asedio por tierra, en pequeñas embarcaciones, centenares de personas con la muerte en los talones consiguieron llegar a zona republicana o a las costas de Francia e Inglaterra.
Rescatar esa epopeya colectiva del éxodo por mar, en gran parte desconocida, es una de las misiones del Hidria Segundo. La bodega contiene la muestra Os mártires do mar. La represión franquista contra los marineros gallegos. El llamado barco de la memoria recorrerá todo el litoral de Galicia, con parada en 16 puertos. La singladura comenzó en Cambados y finalizará en Vilagarcía de Arousa el 6 de septiembre, después de hacer escala en Moaña, isla de San Simón, Baiona, Marín, O Grove, isla de Arosa, Rianxo, Cabo de Cruz, y a partir de hoy, en Ribeira (día 9 de agosto), Portosín (10 y 11), Muros (12 y 13), A Coruña (del 15 al 18), Mugardos (del 19 al 21), Ferrol (del 22 al 24), Cangas (del 26 al 28), Raxó (del 29 al 31), Vigo (del 1 al 3 de septiembre) y Vilagarcía. La iniciativa partió de un grupo de investigadores, coordinado por el historiador Dionisio Pereira, y de las asociaciones locales para la Recuperación de la Memoria, con apoyo de la Consejería de Cultura de la Xunta de Galicia.
El viaje del Hidria se está convirtiendo en un "descubrimiento interior", afirma Pereira. Las investigaciones sobre lo ocurrido en Galicia durante la sublevación militar y el periodo posterior, la longa noite de pedra, en expresión del poeta Celso Emilio Ferreiro, han avanzado mucho, pero la anterior Administración, bajo el fraguismo, hizo todo lo posible por neutralizar su difusión. Por tres veces, según denunció Santiago Macías, se rechazaron los estatutos de legalización a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. El actual Gobierno progresista de la Xunta ha declarado 2006 Año de la Memoria con el compromiso de "un reconocimiento institucional" a los que lucharon por la libertad y "su rehabilitación moral, política y judicial". Hace 70 años, los golpistas se impusieron a poblaciones desarmadas y eliminaron a las autoridades republicanas, comenzando por los cuatro gobernadores civiles gallegos y los mandos leales. Todos los datos revelan que la forma que la guerra adquirió en Galicia fue la de "una cacería al hombre". Después del golpe, en una lista que se va engrosando con nuevas revelaciones, fueron asesinados 120 dirigentes de pósitos (hoy, cofradías) y sindicatos de pescadores. Todavía quedan secuelas del terror. Familiares de víctimas que se acercan al barco de la memoria aportan testimonios que habían permanecido sellados. "La historia no se puede mutilar", dice el manifiesto con que se recibió al Hidria en Rianxo, obra de la investigadora Aurora Marco. "Nombres, biografías, hechos, la vida, en definitiva, de tantas y tantos represaliados deben ser conocidas, no sólo por la recuperación de ese pasado, sino también por un futuro en concordia".
La bodega del Hidria, el antiguo aljibe, no sólo es el marco de una exposición con datos e imágenes conmovedores, sino que está funcionando, explican los promotores, como "un espacio de catarsis". En charlas, mesas redondas, aulas, o en encuentros espontáneos, personas que han sufrido la represión en su carne o descendientes de víctimas explican su experiencia en público, muchas veces por vez primera, y otros obtienen información que desconocían sobre sus familiares. En el vientre del Hidria, la historia nunca contada, como diría el historiador Josep Fontana, adquiere la forma de un "presente recordado".
La novedosa y amplia información sobre las fugas por mar, las formas heroicas del exilio marítimo, en una Galicia costera que había apoyado con abrumadora mayoría al Frente Popular, es una de las aportaciones que más interés despierta en los visitantes del barco de la memoria. Ahí se cuenta la gesta de los pescadores republicanos de Malpica, huidos en las motoras Ciudad de Montevideo, San Adrián y Rocío, y que pasado el tiempo crearían la colonia pesquera de Chimbote, en Perú. Allí pueden verse las noticias del recibimiento en Bristol, en octubre de 1937, a la pequeña motora de Corcubión El As, tripulada por 13 jóvenes prófugos del ejército franquista que habían sobrevivido ocultos en los escarpados peñascos del Monte Pindo, en la Costa da Morte. O el despliegue informativo en la prensa francesa cuando, ya finalizada la guerra española, arribó al puerto bretón de La Pallice el pesquero Ramón, con 27 militantes socialistas y anarquistas, en una fuga desde Ares, en la comarca de Ferrol. En el puerto de A Coruña hubo, a partir del golpe, en 1936 y 1937, más de 30 intentos de fugas masivas por mar, 18 de ellas con éxito, organizadas por la red del sindicato libertario El Despertar Marítimo. Entre las fracasadas, en la propia A Coruña, figura un intento en el que participaron más de 100 personas la noche del 3 de marzo de 1937. Los franquistas fusilaron a 19 detenidos en un acantilado de las inmediaciones de la Torre de Hércules.
En Rianxo hay dos rosas rojas para los hermanos José L. y Manuel R. Castelao. También ellos murieron en un intento de fuga por mar. Primos carnales del artista y escritor Castelao, autor de Sempre en Galiza, y el líder más carismático del galleguismo republicano, José y Manuel eran jóvenes maestros en su villa natal. Como explica el catedrático Xosé Luis Axeitos, formaban Rianxo, un extraordinario grupo pedagógico con otra media docena de maestros, formados en el espíritu de la Institución Libre de la Enseñanza. José y Manuel estuvieron huidos durante meses. El 23 de abril de 1937, con otras ocho personas, entre ellas, una joven, intentaron salir de Vigo en el pesquero Eva. Pero hubo una delación. Los franquistas inundaron con agua hirviendo las bodegas del Eva y, al parecer, los resistentes se autoinmolaron. Muchos años después, en 1952, un disparo acabó con la vida del delator.
En Rianxo, al recibimiento del barco de la memoria, acudieron también Conchita, de 57 años, Carmela, de 54 años, y Luis Carnero, de 51 años, hijos de José Carnero Valenzuela. Otra rosa roja en el camposanto. Químico y farmacéutico, había sido condenado a muerte por sus alocuciones republicanas en Unión Radio Galicia, en Santiago. Le fue conmutada la pena y trabajó de penado en una mina de wólfram en Silleda. Con gran fortaleza de ánimo, Carnero elaboraba para sus compañeros tranquilizantes y somníferos con una simple fórmula: bolas de miga de pan teñidas con trementina.
Como en otros lugares, en las conversaciones de Rianxo surge un topónimo maldito, allí donde se ejecutaban los paseos. También el territorio necesita una catarsis. El alto de Paradeguas fue uno de los sitios siniestros en la geografía del terror en Galicia. Después de un tiempo de exposición para escarmiento de vivos, las víctimas eran llevadas para sepultar a una parroquia próxima, Asados, hasta que el cura, Plácido Silva, se revolvió: "¡Estoy cansado de enterrar gente de la que no sé ni el nombre!".
Hay otras víctimas de las que se sabe el nombre, pero cuyos cuerpos se hicieron desaparecer en episodios, desconocidos hasta hoy para mucha gente, que se prolongan en la historia como una estremecedora pesadilla, pues métodos semejantes serían utilizados muchos años después en operaciones criminales durante la dictadura militar argentina. En varios lugares de las Rías Bajas, en especial la zona del Morrazo, el mar fue utilizado como fosa común: los cuerpos de los sindicalistas marineros asesinados fueron fondeados sujetos a grilletes. Uno de los actos previstos, el sábado 26 de agosto, es una concentración marítima en la ría de Vigo en homenaje a los marineros sindicalistas asesinados y arrojados y desaparecidos en el mar.
Una de las líneas de investigación histórica es la de la participación nazi en las actividades represoras. Navíos de la armada del Tercer Reich atracaron ya en Galicia pocos días después de imponerse el golpe de julio de 1936. Uno de los nombres aportados por los historiadores es el del nazi Bruno Sveiger, al servicio de la Falange de Marín. Los represores de esta localidad utilizaban para sus fechorías un pesquero denominado Ave sin puerto. Desde él fueron arrojados al mar cuatro dirigentes de La Fraternidad Marinera de Moaña. Otra de estas embarcaciones utilizadas para actividades de exterminio fue rebautizada, en Bueu, con el nombre de La Funeraria. "Después de la guerra", cuenta Dionisio Pereira, "nadie quiso embarcar en ella".
En la bodega del barco de la memoria también entran veraneantes. Álvaro Rico, de 62 años, perito industrial y prejubilado de Telefónica, exclama: "¡Todo este silencio, todo este olvido durante décadas! ¡Hay que ver! ¡Fíjese que gente extraordinaria! No entiendo como todavía hay políticos que les niegan el reconocimiento. No es una cuestión de partidos. Se trata de elegir entre la inhumanidad o la humanidad".
Lela y el prisionero
También la mirada necesita la memoria para ver mejor. La marcha que sale del Hidria hace un alto cerca del puerto de Rianxo y se detiene ante una moderna urbanización de chalés adosados. Un pequeño monolito, desplazado de la propiedad, dice: "En este lugar, para mayor ignominia y desprecio de la condición humana, existió un campo de concentración entre 1937 y 1939". (En Galicia existieron otros nueve campos de este tipo durante la guerra y primera etapa de la dictadura). Los franquistas se incautaron de las naves de una antigua salazón e inauguraron ese penal con 1.046 presos procedentes de Asturias. Muchos fallecieron ahogados al ser desembarcados con maltrato. Más tarde ingresarían 900 republicanos presos en el Ebro, otros 600 en Cataluña, además de presos políticos gallegos. Uno de ellos, un joven peluquero, Julio López, de Paradela (Lugo). Sus dos hermanos mayores habían sido ejecutados. Fueron muchos los vecinos de Rianxo que se comprometieron en la ayuda a los presos. Lela Romero, a los 20 años, fue al campo a llevar un jarro de leche. Era hermana de un gran músico, Ángel Romero, emigrado en América, donde grabó por vez primera en disco A Rianxeira. No podía intercambiar palabras con los prisioneros. A Julio sólo le dio tiempo a decir: "Si te escribo, ¿me escribirás?". Y a ella, a decir: "Si es para ayudar a las penas, sí". Y así empezó el intercambio clandestino a través de dos mediadores: un zapatero y un guardia. Lela tiene 90 años y el peluquero ha fallecido. Lo recuerdo como un hombre alegre, a pesar de las penas. Ella también lo es: "Él tenía reúma y yo le dije que se la iba a curar, y se la curé con baños de agua de mar de Rianxo. Caliente, eso sí".
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