Tiran más dos tetas...
Hoy he plantado la sombrilla al ladito de la ex (en bolas) de mi pareja, y para cuando me quise dar cuenta, ya era demasiado tarde como para desclavarla e irme con la música a otra parte. Nos saludamos con mucha cordialidad, le presenté a mi hijo, al que besó con cariño (y en bolas), y mi chico fue todo lo simpático que se puede ser sin incomodarme teniendo a su ex (en bolas) delante. Su cara de satisfacción (la de él) la atribuí a la autocomplacencia por estar morenito y por haber perdido unos kilos antes del verano. No lo culpo. A uno siempre le gusta estar estupendo delante de un ex pa' que vea lo que se perdió, por activa o por pasiva. Lo que me mosqueó fue que mi hijo (de dos años y medio) tenía la misma cara de bobo que su padre, y como él no tiene que disimular, porque es un niño, no se andaba con rodeos y le miraba fijamente las tetas. "Qué guapa esa niña", decía mientras comparaba al tacto que las mías no podían competir con aquellas, y su padre se pavoneaba entrando y saliendo del agua, cuando, qué raro, él nunca se baña. De toda la vida he pensado que es bonito que el cuerpo caiga y cuelgue como consecuencia del paso del tiempo, pero la ex de mi pareja tiene las tetas operadas, y bien monas que las tiene. Ya estamos en casa. A mi chico aún no se le ha quitado ese rictus bobalicón, mi hijo ha vivido un precoz despertar sexual, y yo busco en mi agenda el teléfono de un par de cirujanos que tengo guardados en caso de emergencia. El año que viene la sombrilla se aguantará entre mis turgentes. ¡Ya está bien, hombre!
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