Muere joven y cotizarás mejor
La escena neoyorquina se dispone a rentabilizar a Dash Snow, su último 'enfant terrible', fallecido a los 27 años
"La muerte es lo único que garantiza que el legado de una estrella de rock se prolongue más allá de su éxito temporal. Por alguna razón, alguien decidió que la muerte es sinónimo de credibilidad. Accidentes y sobredosis parecen ser el mejor movimiento profesional que puede hacer un rockero". La cita es de Chuck Klosterman, estrella del periodismo musical estadounidense. La ácida máxima parece aplicable a Dash Snow, último mártir del arte.
Snow, artista rebelde de discutido talento, murió el pasado 13 de julio por una sobredosis en Nueva York, a los 27 años. Es la edad maldita, la misma con la que se despidieron Jim Morrison, Kurt Cobain o Jean-Michel Basquiat. Y al igual que ellos, Dash Snow gustaba de coquetear con el lado salvaje de la vida. Tras un invierno en una clínica de rehabilitación, una visita fugaz a su vieja amiga la heroína lo fulminó.
La revista 'New York' le lanzó a la fama con el reportaje 'Los hijos de Warhol'
Para la comunidad artística del downtown neoyorquino su desaparición ha transformado la galería Deitch Project del barrio del SoHo (una de las primeras que apostó por él) en un lugar de peregrinación al que acudir a rendirle tributo. Organizada apresuradamente en apenas diez días, la muestra Dash Snow 1981-2009. A community memorial, que puede verse hasta este fin de semana, ha reunido la obra de amigos, artistas y admiradores anónimos con la del propio Snow, creando una inquietante y morbosa aglomeración de imágenes y escritos que sin duda contribuirán a la mitificación de este joven de buena familia, sobrino de Uma Thurman y nieto de la mecenas de las artes Christophe de Menil.
Pese a su pedigrí, Snow estuvo en un correccional desde los 13 a los 15 años, y después se lanzó a las calles para vivir peligrosamente. No regresó al nido familiar. Transformó su pasión por el exceso vital -sexo y drogas- en obra de arte. Ilustró su vida a golpe de polaroids, fue graffitero bajo el nombre de Sace y escapó muchas veces de la policía.
Obsesionado con la autoridad, comenzó a recortar artículos de periódico sobre agentes corruptos, se masturbó sobre ellos y los enmarcó. Hoy forman parte de los fondos de colecciones tan importantes como la Saatchi Gallery. También documentó junto a Dan Colen una de sus aficiones, bautizada como Hamster's nest (el nido del hámster): consistía en encerrarse en una habitación de hotel, despedazar las Páginas amarillas, desnudarse y ponerse ciegos de drogas hasta que se sentían como ratones.
Un poema interminable y tristísimo del cineasta Harmony Korine abre una muestra a la que mucha gente anónima se ha acercado a dejar sus pequeños tributos, sus fotos privadas del propio Snow o polaroids que él mismo les regaló. Hay varias imágenes del artista tomadas por el retratista de la juventud Ryan McGinley, y obras de Dan Colen. Son sus dos mejores amigos, catapultados a la fama junto a él por la revista New York en 2007 bajo el título Los hijos de Warhol. Según el crítico Charlie Finch, ellos serán los verdaderos beneficiarios de la muerte del artista: "Ocurrirá como con The Rolling Stones tras la muerte de Brian Jones. Mick Jagger y Keith Richards se hicieron famosos", declara Finch en New York.
Hay quien ya piensa en sacarle partido al cadáver. Un tal Robby tiene unas fotocopias de unos dibujos feos y emborronados supuestamente hechos por Snow. Ha mecanografiado en un papel el relato de su última juerga juntos y ha justificado la oferta explicando que el propio artista le sugirió que vendiera las fotocopias de sus dibujos por 100 dólares (70 euros). La muerte cotiza siempre al alza.
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