Carmen pudo con todo
La 'mezzo' Nancy Fabiola Herrera fue una voz de primera en un montaje de segunda
En la ópera, como en el fútbol, el talento de una voz no determina la calidad del conjunto. En el Festival de Cap Roig (Girona) apostaron este pasado fin de semana por una Carmen de primera división, la mezzosoprano canaria Nancy Fabiola Herrera. Su soberbia interpretación de la célebre heroína disparó la temperatura lírica del montaje, pero no bastó para disimular las carencias de esta digna producción de la ópera Carmen de Bizet, con buenas ideas escénicas, pero con demasiados puntos negros.
Hay que seguir de cerca la carrera de Nancy Fabiola Herrera. La voz es de gran belleza, cálida, puro terciopelo, manejada con técnica impecable y fino sentido musical. Ve en Carmen la nobleza de una gitana que ama la libertad por encima de todo, y retrata su carácter con refinamiento, elegancia musical y temperamento, sin caer en la vulgaridad. Si añadimos que tiene encanto en escena y sabe meterse en la piel del personaje con eficacia teatral, tenemos el perfil de una Carmen que juega por méritos propios en la primera división de la escena lírica mundial.
En la inspirada dirección musical de David Giménez, al frente de la Orquestra Simfònica del Vallès, de la que es director titular, no quedaron cabos sueltos. Conoce el oficio, ama las voces y sabe respirar con los cantantes, en una labor concertante que logró cuadrar, salvándolo del naufragio musical, al coro del Teatro Villamarta de Jerez, muy insuficiente en el plano vocal y escénico. Del coro de niños, mejor no hablar.
El resto del reparto, integrado totalmente por voces españolas -el apoyo a la cantera lírica siempre merece el aplauso unánime- se mueve ya en otra división. Albert Montserrat es un tenor de sólidos agudos, pero su canto es muy irregular, capaz de convencer en la difícil aria de la flor -ayudado por un exquisito acompañamiento orquestal- y mantener el tipo en el estremecedor dúo final con Carmen, pero su canto resulta tosco, monótono y poco emotivo. Hay que aplaudir sin reservas el arrogante, sonoro y bien cantado Escamillo del barítono Àngel Òdena, aunque fuerza innecesariamente su bella voz para causar más impacto. La soprano Sabina Puértolas jugó bien sus bazas dando vida a Micaela con musicalidad y justa emotividad en sus dos agradecidas arias. Borja Quiza (Morales) y Mireia Pintó (Mercedes) salvaron dignamente sus cometidos en un equipo de comprimarios bastante flojo.
Rodada ya en varios escenarios, la correcta producción de Carmen, del teatro Villamarta de Jerez, con inspirada escenografía firmada por Jesús Ruiz funciona bien, dirigida escénicamente por Francisco López con buenas ideas teatrales y una acertada coreografía, a cargo de María del Mar Moreno y la Compañía de Danza Jerez Puro, con la muerte que ronda a Carmen desde el inicio de la ópera plasmada con honda expresividad por una bailaora vestida de negro, como la indómita cigarrera sevillana en su escena final.
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