Pruebas de estrés... y de credibilidad
El sector bancario europeo se encuentra en una situación de incertidumbre en la que podría resultar demasiado peligroso dejar en manos del azar su destino y tal vez sería más conveniente asumir los sacrificios que impone la necesidad. Con los mercados interbancarios y de bonos cerrados, y con algo más que dudas sobre la viabilidad de muchas entidades, parece necesario pasar a la acción. Además, España se convierte en una de las principales referencias en este contexto, entre otras cosas porque nuestras entidades concentran montantes muy elevados de deuda y tienen que hacer frente a corto plazo a vencimientos significativos. Asimismo, la incertidumbre se deriva de la inquietud que despiertan más allá de nuestras fronteras los resultados del proceso de reestructuración y las necesidades adicionales de recapitalización y saneamiento que pueda tener parte de nuestro sistema bancario una vez se pase página al FROB. Si bien la cifra no es definitiva, la cantidad que hasta el momento ha aprobado el FROB -10.000 millones de euros, a los que hay que añadir los 3.775 millones de saneamiento de CCM a través del Fondo de Garantía de Depósitos- está lejos de las que se manejan en los estudios más recientes, que estiman la "necesidad de saneamiento" de nuestro sector bancario.
Es necesario despejar cuanto antes las dudas sobre la solvencia de nuestro sector bancario
La incertidumbre reinante está dificultando a los bancos españoles captar financiación
La presión que están ejerciendo los mercados sobre la economía española y sobre nuestro sector bancario explica la propuesta de José Luis Rodríguez Zapatero, aceptada por el Consejo Europeo, de publicar el próximo mes de julio los resultados de las pruebas de estrés. En particular, la propuesta es publicar los resultados de estas pruebas de resistencia de las principales entidades europeas, sin que de momento se haya confirmado si se publicarán los de todos y cada uno de los bancos europeos o solo los de los más grandes.
Si bien es lógico que los bancos que salgan mal parados tengan temor a ser castigados en el mercado, siempre es mejor ser transparente si las pérdidas estimadas se acompañan de soluciones adecuadas. En el caso español, las mayores dudas residen en el posible desajuste entre el valor que realmente tienen los activos a precios de mercado (en particular, los de naturaleza inmobiliaria) y el que figura en los balances. Y es que puede que el sector bancario español tenga que acudir a los mercados de bonos y descontar sus títulos asumiendo una importante quita (haircut) sobre su valor contable, puesto que muchos de ellos son de naturaleza inmobiliaria y el mercado internacional no estima sino que exige un descuento del precio más acorde con la pérdida de valor de estos activos.
En estos momentos hay una elevada incertidumbre en la magnitud de la pérdida esperada y la necesidad de recursos propios para hacer frente al deterioro de los activos bancarios. En marzo de este año, por ejemplo, el Banco de España cuantificó la exposición problemática en la actividad relacionada con la construcción y la promoción inmobiliaria en 165.500 millones de euros, lo que implica una tasa de morosidad real del 37,2%. Si bien esa cifra es elevada, el regulador nos tranquiliza diciendo que la cobertura con provisiones es del 35% y que llega al 71% incluyendo el margen de explotación de 2010 (que supone, y es mucho suponer, que se mantiene en el nivel de 2009).
En abril, el FMI estimó las pérdidas esperadas y las necesidades de capital en dos escenarios alternativos utilizando tanto datos agregados como datos entidad por entidad. Con datos individuales y en el escenario pesimista, las necesidades de capital ascendían a 22.000 millones de euros. En mayo, JP Morgan estimó entre 22.000 y 111.000 millones de euros -sorprende la dispersión entre estas dos cifras- las pérdidas en la exposición del riesgo en la construcción y promoción inmobiliaria del sector bancario español.
En este mes de junio, tres informes han estimado las pérdidas esperadas y, en algunos casos, las necesidades de capital. Citigroup, en un informe específico para las cajas de ahorros, estima entre 24.000 y 34.000 millones de euros el capital necesario para alcanzar una Tier 1 del 8%. El servicio de estudios del BBVA estima en un 5% del PIB (unos 50.000 millones de euros) las necesidades de capital del sector bancario español para alcanzar una Tier 1 del 7% en un horizonte de proyección hasta finales de 2013. Y esta misma semana Standard & Poor's ha revisado al alza, de un 5,2% a un 6,1%, el porcentaje de préstamos con pérdidas al sector privado no financiero, con una pérdida estimada de 99.300 millones de euros.
El mero hecho de que recientemente hayan aparecido tantos informes estimando las necesidades de saneamiento y recapitalización del sector bancario español es, de por sí, una señal clara de la gran incertidumbre reinante y la necesidad de una mayor transparencia. En todo caso, hay enormes discrepancias en la estimación de la pérdida esperada asociada al deterioro de activos de la banca española y sigue siendo una incógnita la inyección de capital necesaria para asumir las pérdidas. Además, conforme pasa el tiempo, la estimación de la magnitud de las necesidades de capital es mayor por el deterioro de la economía, a lo que se ha unido el problema de la deuda pública. Y a ello hay que añadir que en todos los informes las pérdidas estimadas están referidas al deterioro de activos en construcción y promoción inmobiliaria, que serían seguramente mayores si se incluyera el crédito hipotecario y, sobre todo, el crédito al consumo y a empresas. Y superiores, incluso, si se incorporan las necesidades adicionales derivadas de las nuevas propuestas de Basilea III que La Caixa cuantificó hace escasos días en 48.000 millones de euros.
Frente al azar de esperar una recuperación que parece débil y lenta, parece necesario y casi perentorio ofrecer, con transparencia, la magnitud de la pérdida esperada y calibrar qué soluciones y planes de ayuda (dentro del marco del FROB o más allá) serán precisos para recapitalizar y sanear el sistema bancario español de un modo definitivo. En un contexto en el que los mercados desconfían de la economía española, es necesario despejar cuanto antes las dudas existentes sobre la solvencia de nuestro sector bancario, ya que la incertidumbre reinante está dificultando a los bancos españoles captar financiación en los mercados mayoristas, lo que afecta negativamente al tan necesario grifo del crédito bancario. En consecuencia, bienvenida sea la decisión del Consejo Europeo de publicar los resultados de las pruebas de resistencia o stress tests (y ojalá se confirme que el Banco de España ofrecerá los resultados de todas las entidades españolas y no solo de las que ocupan las primeras posiciones del ranking de los grandes bancos europeos en términos de capacidad de resistencia).
Además, incluso acometiendo esta suerte de ejercicio de contrición y transparencia a escala doméstica, aún estaría por ver cómo nos afectaría lo que algunos ya llaman "segundo acto de la crisis financiera" -Soros dixit-, que podría surgir a raíz de la crisis de la deuda soberana europea y que augura que las graves tensiones financieras están lejos de terminar.
Santiago Carbó Valverde es catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Granada y Joaquín Maudos Villarroya es investigador del IVIE y profesor de la Universidad de Valencia.
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