Los tópicos de la españolada
Según una encuesta de la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (Egeda), el 61% de los españoles opina que el cine español es "bueno", frente al 20% que lo califica de "malo". Para ellos (y ese 19% que ni supo ni contestó) se estrena Spanish movie, irónico repaso a los últimos éxitos del cine hecho aquí: "Se escogieron películas que hayan podido ver los potenciales espectadores del género spoof [Agárralo como puedas, Scary movie ]", explica el actor Carlos Areces, que en la cinta parodia distintos personajes célebres de Javier Bardem. Además de nombres reconocibles (Almodóvar, Amenábar ), nuestro cine cuenta con argumentos tópicos que casi adquieren entidad de género [ver despiece abajo]. Aunque Javier Ruiz, director de Spanish movie —que parodia los recientes y obvia, por ejemplo, la temática guerracivilista—, matiza: "Muchas películas sobre la Guerra Civil son aburridas, pero otras son necesarias". Eso sí, el propio Ruiz y otros directores como Borja Cobeaga (Pagafantas) o Miguel Ángel Lamata (Tensión sexual no resuelta) achacan el sambenito de los argumentos manidos a gente que no ve cine español. Areces ironiza a su manera: "Muchos directores llevan años riéndose del cine español sin darse cuenta".
Claro que una cinta que reuniera los últimos taquillazos de nuestro cine contaría los primeros picores de un niño transexual puesto de pastis en un orfanato paranormal de la Guerra Civil. Suena bien.
ESTEREOTIPOS 'MADE IN SPAIN'
1. Ya están aquí… El fantástico/terror parecía desterrado de nuestro cine, quizá por películas como Tuno negro (un truño que mucha gente cree haber soñado). El éxito de Los otros, El orfanato o REC (parodiadas en Spanish movie), además de meternos miedo y revalorizar los caserones aislados en el campo, sirve para sacar pecho, como confirma Javier Ruiz: "Las producciones españolas de terror son las más exportables ahora mismo". Suelos de madera, ruidos nocturnos, cerraduras antiguas y cambios de plano subrayados con efecto musical. Y habrá más, aunque el tráiler de La herencia Valdemar meta miedo, pero no por terrorífico.
2. La Guerra Civil a través de los ojos de un niño. Por mucho que le pese a José Luis Cuerda, el cansino espectador medio español cataloga, por pura acumulación, las películas ambientadas en nuestra Guerra Civil y su posguerra como todo un subgénero ibérico con varios elementos comunes: ausencia de escenas bélicas, preadolescentes salidos, tristeza vital, algún curilla, graves penurias y Maribel Verdú. Borja Cobeaga propone una renovación: "De igual manera que ya se hizo comedia en La vaquilla, un realizador de 21 años al que se la sople quién era Millán Astray debería hacer una barbaridad con la batalla del Ebro".
3. Hola, soy marginal y lo paso muy mal. El interés de muchas películas por plasmar dramones de tinte social no es patrimonio de nuestro cine (que se lo digan a Ken Loach), aunque también tenemos peculiaridades: la omnipresencia del chándal, la familia desestructurada, el ambientazo poligonero, el abuso del botellín o un Fernando León con los huevazos de hacer una película sobre putas y titularla Princesas (¿por qué no al revés?). Los parados de Spanish movie, protagonistas de Los lunes, alcohol (parodia, claro, de Los lunes al sol), no sueñan con Australia, pero tienen visión de rayos X. No pregunten.
4. Hace ya muchos años… Ropajes de época, reyes soberbios, reverencias innecesarias, peleas entre espadachines, intrigas de palacio y un afán por trascender no ya la historia en sí, sino la historia del cine en mayúsculas, parecen gobernar las cintas de este género. Juana la Loca, Alatriste, Los Borgia y Ágora carecen, respectivamente, de humildad, dicción, realismo o sencillez, pero ¿quién ha dicho que la historia sea simple? Lamata: "Este furor por el cine histórico obedece a algo, es saludable. Igual que esas miniseries que se interesan por nuestra historia reciente, aunque, claro, es más barato contar eso que un suceso de hace siglos".
5. ¿Drogas? ¡Sí, todas!
Aldous Huxley decía que las drogas abren las puertas de la percepción, pero las recaudaciones en taquilla dicen que las drogas abren las puertas del cine. Desde aquellas dramáticas 27 horas o las ya lejanas Historias del Kronen protagonizadas por pijos temerarios (ambas, de Montxo Armendáriz), el cine español ha propuesto diversos acercamientos al droguerío patrio; de la calculada comercialidad postransgresora de Mentiras y gordas a la metafísica juerga rayada de After. "Las hay más realistas, pero esa fascinación por ver a gente metiéndose rayas es un poco chorra", añade Cobeaga.
6. No es país para viejunos. No son pocos los directores europeos que han seguido rodando sin prejuicios sobre su avanzada edad (Rohmer, Chabrol, Manoel de Oliveira y otros muchos). Mientras esperamos con interés las películas que hagan con 70 años Juan Antonio Bayona, Javier Fésser o Álex de la Iglesia (¿era Los crímenes de Oxford un ensayo de lo que hará con esa edad?), tenemos, entre otros, al entrañable José Luis Garci (Sangre de mayo), al verdoso Vicente Aranda (Tirante el Blanco) o al incompresible Antonio del Real (La conjura de El Escorial), que siguen filmando para asombro de propios y extraños.
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