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El significado último de una imagen

Luis Muñoz

En su poema 'Manifiesto', una fulminante pieza de sólo dos versos, José Emilio Pacheco escribe: "Todos somos 'poetas de transición': / la poesía jamás se queda inmóvil". El aviso choca, no sé si conscientemente, con la caracterización que de él hizo Octavio Paz en el prólogo a uno de los proyectos más ambiciosos de la poesía mexicana de la segunda mitad del siglo XX, la selección Poesía en movimiento (1966), preparada por Paz, Alí Chumacero, Homero Aridjis y el propio Pacheco, en la que quisieron recoger poemas y autores que representasen el espíritu innovador que, desde 1915, prevaleció en ciertos momentos en la poesía de aquel país. En ese prólogo, en un arrebato de plasticidad simbólica, Paz afirma que la imagen que le corresponde a Pacheco es la del Lago, porque "contempla, recibe y reflexiona" y "se contiene en una claridad quieta". Que la poesía jamás se queda inmóvil es algo que la obra de José Emilio Pacheco no ha dejado de demostrar con cada uno de sus libros. En ellos, desde Los elementos de la noche (1963) hasta los cincuenta poemas en prosa del recentísimo La edad de las tinieblas, publicado por Visor en estos días, el movimiento, la indagación y el acecho son constantes y paralelos a su aguda capacidad reflexiva. También lo es la claridad, a la que Pacheco ha sido siempre fiel, probablemente porque nunca ha dudado que escribe dirigiéndose al lector común que somos cada uno. El propio Paz, si pudiera leer la poesía de Pacheco desde la perspectiva y con el número de volúmenes de los que disponemos hoy, convendría en que la suya no es una claridad quieta sino tremendamente inquieta, sobresaltada tanto por las imágenes, los inventos y los personajes de nuestro tiempo (tiene poemas extraordinarios sobre Bill Gates, Harold Bloom o el libro digital) como por el nacimiento de cada cosa nueva, los episodios de erudición literaria o histórica, el ciclo trepidante de la vida y la muerte o los irresolubles enigmas cotidianos, por mencionar sólo un puñado de las cuestiones que abordan sus poemas. "Minuto, enigma irrepetible", escribe en el poema titulado 'Inmemorial'. Para José Emilio Pacheco, la poesía es una reunión con el pasado y con el futuro. En esa reunión, con los pies plantados en el presente y una lucidez implacable y tierna, a menudo matizada y acompañada por un fino sentido del humor, sobre todo irónico, el poeta habla íntimamente desovillando sus inquietudes sin perder de vista la condición transitoria, fugaz, de todo lo vivido, incluyendo la poesía. La memoria contribuye en sus poemas, a veces con melancolía, a explorar el significado último de una imagen o de una historia, pero nunca los tiñe de nostalgia. El pensamiento poético de José Emilio Pacheco es de un material que repele la nostalgia y que invita a la observación y al extrañamiento, o mejor, a una especie de intensa familiaridad con el extrañamiento, en la que el lenguaje se encarna magistralmente. A la lengua española la llama en su último libro -con la esperanza y la audacia de los grandes poetas y de un modo que sin duda puede hacerse extensible al uso personalísimo que hace de ella- jabón "que lava en el poema las heridas del ser, las manchas del desamparo y el fracaso". -

Más información
"Este premio es para toda la literatura mexicana"
La razón de la edad

Luis Muñoz es poeta. Su libro más reciente es Querido silencio (Tusquets). www.luismuñoz.com.

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