El mundo contra Kings of Convenience
Erlend Øye conduce por las carreteras del país que hace una semana la ONU declaró como el mejor del mundo para vivir. "Pero si no para de llover, no lo entiendo...", interviene. Confiesa llevar el manos libres, pero se niega a desvelar la identidad del copiloto, un hombre de carcajada contagiosa y cierta vocación intrusista.
De cualquier modo, sus intervenciones son en noruego, así que tanto podría estar dando las claves de Declaration of dependence, el nuevo disco de la banda tras un silencio de cinco años, como escogiendo un restaurante donde cenar esta noche. "Me cansé de dar vueltas y me cabreé con la música electrónica. Es una mierda. Un día me desperté y me di cuenta de que no quería actuar otra vez a las 3.00 ante una audiencia drogada que jamás recordaría mi actuación. Volví a Bergen y aproveché la lluvia para ser creativo". Ahí estaba —dudamos que le esperara— Eirik Glambek Bøe, la otra mitad de la banda y junto a quien definió a principios de siglo el camino por el que iba a transitar el indie folk. "Lo mejor fue ver el bien que le había hecho a Eirik sacarse el título en psicología. Ya no gritaba cuando discutíamos, sino que se me quedaba mirando, como analizando mi interior. Al principio, me daba un poco de miedo, pero luego lo superé y vi que aquello era bueno para la banda. Dos tipos tan perfeccionistas como nosotros tienden a discutir mucho, y si uno está en plan zen, pues la cosa mejora".
Encantados de admitir su dependencia creativa y emocional —el título del disco se refiere a la aceptación de este hecho—, Øye y Bøe tuvieron una seria conversación en una playa mexicana en 2007: desempolvarían sus guitarras acústicas y grabarían su disco más delicado. "Eirik dice que es un álbum de bossa nova elitista. Ni idea de qué significa, más si tenemos en cuenta que la bossa nova siempre ha sido elitista. Yo creo que, aunque no haya percusiones, es nuestro disco más rítmico". Con todo, Øye admite no estar seguro de seguir haciendo ciertas cosas en el mundo de la música. "No te lo tomes mal, pero no sé qué hago hablando contigo. No tiene sentido hacer promoción en España, donde vendemos cuatro discos". Le respondemos que, seguramente, estará promocionando su gira, que arrancará el 1 de noviembre en Madrid, para luego pasar por Vigo, Barcelona y San Sebastián. "Pero las giras no se promocionan, y menos las nuestras, que somos dos tíos aburridos sobre un escenario", bromea. Suponemos que no esperará que después de esto le hagamos ninguna pregunta. Suponemos bien: "Estoy enfadado. El disco se ha filtrado y eso me cabrea. Me encantaría dar el álbum gratis, pero no puedo y creo que eso, los que se llaman fans, al menos, podrían respetarlo, ¿no? Mi madre también está enfadada. Va a acabar en un museo". ¿Tu madre va a acabar en museo? ¿Qué ha hecho? "¿He dicho eso?". Sí, y con acento escandinavo, que le da más énfasis. "Joder, me refería que los discos van a acabar en museos, serán reliquias. Mi madre, no".
Declaration of dependenceestá editado en EMI.
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