La ironía como bandera
Más que bandera de un país, la Union Jack es símbolo de un imperio y síntesis, por ello, de un modo de vida, el británico. De él se ocupa la propuesta de Gilbert and George con la acidez que promete el título de la muestra, Jack Freak Pictures. La obra, fechada en 2008, consta de 153 grandes composiciones fotográficas (el formato más frecuente es 300×500 centímetros), de las que 62 se exponen en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, llenándolo casi por completo.
Con aspecto casi sacerdotal aparecen ambos autores sobre un plano de una zona de Londres donde tienen su estudio (Fournier Street), un barrio que conserva edificios del siglo XVIII, aunque lo llenan ecos victorianos, desde el Ejército de Salvación hasta Jack el Destripador. A estos elementos urbanos se añaden pinceladas del paisaje: en Britannia, una red de ramas y troncos cubre la Union Jack, mientras que los autores, suspendidos sobre densos bosques, ofrecen hierbas al espectador. Abundan las medallas: en Dating o Bleeding Medals las hay para todos los gustos, concursos de cricket, gimnasia, pantomima y canto, otras tienen arcanas iniciales y alguna se otorga a un winner sin que se sepa quién o en qué llegó a triunfar; en Street Party, los autores, de pie sobre la bandera que cubre el pavimento de la calle, están literalmente cubiertos de medallas que aluden a competiciones deportivas; parecidas a éstas, pero con las figuras manipuladas con cierta perversidad, aparecen en una obra de largo título: Premios anuales de fútbol pornográfico de la policía metropolitana.
Gilbert and George
Jack Freak Pictures
Centro de Arte Contemporáneo
Alemania, s/n. Málaga
Hasta el 16 de mayo
Un apartado importante lo constituyen los temas religiosos: a destacar Church of England, donde los autores, chaqueta y pantalón formados por la bandera, posan bajo un crucifijo con análogo atuendo; no faltan los lugares comunes religiosos: Gilbert and George saltan en un presunto valle de Josafat y en otra pieza Arden en el Infierno.
Esta selección de tópicos británicos se completa con los relacionados más estrechamente al patriotismo. En ellos la bandera británica puede aparecer como fondo de dos potentes bocas de cañón (en su interior las figuras de los autores se disuelven en formas caleidoscópicas), reviste dos armaduras o cambia sus líneas blancas por otras de oro deslumbrante. En Amor patriae, los autores, reducidos a frente y ojos, apenas logran asomar entre un enorme arabesco formado por la geometría tricolor de la bandera. Hay en los títulos una divertida constelación de términos derivados de británico y merece reseñarse el contraste entre Jackland, donde la bandera se expande entre dos seres monstruosos y amenazantes, que esa forma toman los dos autores, y el aspecto que éstos presentan en Ingerland, semejante al de actrices de cabaret. El patriotismo se resuelve así en ironía, particularmente eficaz en Union Dance. Es otra recurrencia: la danza. Las hay para todos los gustos ironizando sobre la guerra, el deporte, la publicidad, los jardines ingleses o las señales de tráfico.
Hace algunos años, en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, dos jóvenes autores expusieron algunas fotografías en las que imágenes neutras adquirían un sentido hondamente celtibérico al añadirles los colores de la bandera española. Para verlas en detalle, había que entrar en la sala cuyo suelo se había cubierto por completo con los mismos colores de la bandera en la proporción correcta. La iniciativa hizo fruncir más de un entrecejo y no faltaron las voces de censura. Tal vez la muestra de Gilbert and George pueda ser útil en ese sentido: su visión aguda, crítica y desenfadada quizá nos ayude a aprender a reírnos de nosotros mismos. Ojalá sea así.
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