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Columna
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La imagen, el libro y la palabra

"Un poco de ternura, ¡burdel de mierda!". La frase es desde luego llamativa. ¿A quién se le habrá ocurrido semejante título, tan provocador e intrigante? La acción del espectáculo (de danza, estrenado en Madrid el pasado mes de junio) ¿transcurre en un prostíbulo?... Siento decepcionarles. Pues lo que parece un arranque de audacia (del director), no es más que una muestra de ignorancia (del traductor). En efecto, la frase "bordel de merde" no es sino el equivalente francés de "me cago en la puta", que tampoco se refiere a puta alguna.

Yo no sé qué está pasando con la traducción en España. En fin, sí lo sé: que se paga fatal, a poco más de diez euros la página. La culpa, entonces, no la tienen las y los pobres traductores, sino la empresa que los contrata. La cual, supongo, se hace cargo de que pagando lo que paga no puede esperar que además de echarle horas (una por página, más o menos: traducir se paga como fregar retretes), la persona contratada sepa idiomas. Resultado: una traducción tan creativa como ciertas formas de contabilidad; cualquier parecido con la realidad (aquí, con el original) es pura coincidencia. El pato lo pagamos las y los sufridos hablantes y lectoras/es. Que, por ejemplo, no entendemos por qué demonios el joven escritor Hervé Guibert, junto al lecho de muerte de Michel Foucault, "tenía un periódico" (según aseguraba cierto diario español): a mí me costó un buen rato adivinar que el original francés debía ser "je tenais un journal" ("llevaba un diario"). Otra perla de mi colección: en el libro de Martin Amis Visitando a Mrs. Nabokov (y ya no me molesto, por inútil, en combatir el anglicismo que consiste en usar el gerundio, visitando, en vez del sustantivo, mucho más natural en castellano: mis visitas a; ni la estupidez de conservar el "Mrs." en vez de traducirlo por "señora"), esta lectora no cabía en sí de asombro al enterarse de que "los enanos suizos tienen una mentalidad demasiado cívica para salir en enjambre o clavar el aguijón" (¿como sí hacen en cambio los enanos del resto de Europa?...). Y es que enano en inglés es midget, cuya segunda acepción es "mosquito"...

Podríamos seguir, con ejemplos menos pintorescos, pero igualmente irritantes: en el reciente Renacida de Susan Sontag, situado en Nueva York, se dice que alguien "trabaja en el Monte Sinaí" (en realidad el famoso hospital Mount Sinai); los libros que lee mi hijo se publican en una colección ridículamente titulada Imagen descubierta del mundo, traducción (hilarante, si no diera ganas de llorar) del francés Images. Découverte du monde, donde découverte significa "descubrimiento"... Qué triste paradoja que las mismas productoras o editoras que nos ofrecen productos cuidadísimos de factura y diseño, sin reparar en gastos, desprecien hasta tal punto la belleza y corrección lingüísticas: está claro que cada vez se valora más la imagen y el libro como objeto, y menos la palabra... Por cierto, ¿quién dijo que la moda de dejar los títulos de las películas en francés o inglés (en la cartelera cuento 17 casos, nada menos, de un total de 67 filmes) era una muestra de esnobismo? Tienen toda la razón. Pero visto cómo las gastan quienes traducen, casi mejor así para evitar males mayores, no sea que Tokio blues (tristeza de Tokio) nos lo conviertan en "Tokio azul", o Tournée ("gira") en "tornado".

Laura Freixas (Barcelona, 1958) es autora, entre otros libros, de Ladrona de rosas (Clarice Lispector: una genialidad insoportable) (La Esfera de los Libros) y Adolescencia en Barcelona hacia 1970 (Destino). www.laurafreixas.com.

Escena de <b><i>Un poco de ternura, ¡burdel de mierda!, </i>de Dave St-Pierre</b>.
Escena de Un poco de ternura, ¡burdel de mierda!, de Dave St-Pierre.

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