Pronto sabrás quién es El Guincho
¿Podemos pelotear un poco antes de las fotos y la entrevista??, pregunta Pablo Díaz Reixa, más conocido como El Guincho. Pablo ha pedido expresamente que esta entrevista, que es la última que va a conceder antes de dedicarse por completo a la dominación mundial, suceda en una pista de tenis de un destartalado gimnasio del barrio de Gràcia, en Barcelona, un lugar que remite más a Million dollar baby que a Sexo en Nueva York. Pablo tiene 24 años y ha grabado un disco, Alegranza, que le ha puesto en la órbita del etnochic, esa tendencia que surge del descubrimiento por parte del mundo anglosajón de que lo que hasta ahora ellos pensaban era world music puede ser también algo a la moda, bailable y hasta comestible para sus gustos. ?Tío, esto es una mierda?, comenta mientras observa una vieja raqueta de madera y cerdas como si fuera la calavera de Hamlet. ?¿Me la cambias??. Y se acerca a la red, vestido de Fred Perry vintage como si fuera el Tennenbaum rockero.
Es un follón. Suena el teléfono y no sabes si es la que te saca el disco, la que te lleva la promo en EE UU o la que te hace las camisetas. Y aún no hemos visto un duro
?En Canarias, cuando acabas el colegio?,comenta El Guincho, ?tienes dos opciones: o te vas a Madrid a estudiar administración y dirección de empresas, o te vas a Barcelona a estudiar algo raro. Yo, como el 10% de los raritos de la isla, me fui a Barcelona a estudiar comunicación audiovisual?. Al cabo de un tiempo en la ciudad, descubrió que no quería dedicarse a rodar videoclips o anuncios de natillas, que lo suyo era la arquitectura sonora. Primero estuvo en la banda ravalera Coconot y, más tarde, armado con un viejo Mac portátil, Pablo empezó a configurar el disco. Pero no tenía pasta ni para una conexión de Internet en casa, así que iba a cafés con Wi-Fi para ahí darle forma a sus elaboradísimos temas, con capas y capas de samplers pasados por un walkman, voces y una constante falta de respeto por las leyes básicas de la producción discográfica, e incluso de la composición musical. ?En aquel momento no teníamos ni un duro. Robábamos comida de nuestros compañeros de piso?, recuerda. Con unas influencias que iban de Brian Eno al indie, pasando por el tropicalismo y la psicodelia, Pablo acabó construyendo un disco que es un espacio. ?Eso mismo. Siempre fue muy importante dónde ubicar cada sonido. Es un álbum de ritmos machacones, repetitivo, agresivo y, sobre todo, para escuchar con cascos, pues la ubicación física de cada pista es importante?.
Poco a poco, Alegranza, primera referencia de Discoteca Océano, sello creado a la par que el disco, empezó a despegar. Entroncado con la más rabiosa tendencia, novedoso en sus planteamientos, con una idiosincrasia más que peculiar y promocionado por un tipo invisible y dos colegas que ni siquiera se podían permitir un móvil con contrato, Alegranza alcanzó a vender 2.000 copias en sus dos primeros meses de vida. Y luego, una gran explosión. ?Salió una crítica en el Washington Post. Luego, lo de Pitchforkmedia. Empezó a sonar el teléfono constantemente. Todo el mundo quería entrevistarme. Hubo un momento en que cada día daba una entrevista y hacíamos bromas sobre la ubicuidad de El Guincho, un músico que hasta sale en las revistas de jardinería?, recuerda entre risas Pablo.
De golpe, aquel proyecto atropellado, creado sin demasiadas ambiciones y casi sin ningún recurso había despertado el interés del gran hermano anglosajón. Era el día de la boda, y ni Pablo ni sus colegas tenían qué ponerse. ?Tenemos un sello guiri que es el mismo de MIA o los White Stripes, un gerente inglés, otro americano, una editora, varias empresas de booking? Es un follón. Suena el teléfono y te dice que es María de no sé qué demonios de empresa, y ya no sabes si es la que te saca el disco, la que te promociona en Estados Unidos o la que te hace las camisetas. Y en medio de todo esto, aún no hemos visto un duro de nada y seguimos pobres como ratas. Te sueltan cifras enormes en cada reunión, pero yo no he visto nada todavía?. Con una edición internacional en 20 países prevista para ya, una exitosa presentación con cinco showcases en el South By Southwest de Austin y una gira norteamericana en curso, seguida de otra por el Reino Unido, el perfil internacional de este tipo, que sigue empeñado en que peloteemos cada vez que el fotógrafo cambia el objetivo o mueve el trípode, parece agrandarse hasta lo humanamente inabarcable. ?¿A que jode la raqueta ésta??, comenta orgulloso tras un passing cruzado.
El futuro más inmediato de El Guincho parece estar en las grandes ligas. Las esperanzas depositadas en él por parte de sus representantes internacionales son enormes. Hablan de El Guincho y hablan de Diplo, de MIA, de Panda Bear, de tótemes de la independencia global. ?Llegó un chaval del sello inglés y se sentó con nosotros?, recuerda Pablo. ?Tío, empezó a analizarme el disco y me descubrió cosas que ni yo sabía que había hecho. La clavó. En aquel momento me di cuenta de que esta gente sabe mucho y va muy en serio. Y nosotros, en cambio, qué quieres que te diga, todo ha sido tan accidental...?.
La música de El Guincho es tan rica y su concepto tan peculiar que parece una gran apuesta de política de baile. Pero no es cierto, todo tiene una raíz muy accidental y muy natural, nada de discursos impostados o cacería de la tendencia. ?Las influencias africanas, por ejemplo. Me preguntan mucho sobre eso, como si fuera una manera de capitalizar unos sonidos que están de moda, pero lo cierto es que la música africana está muy presente en Canarias. En el fondo, somos africanos. Lo que pasa es que a la gente le cuesta admitirlo. España está muy presente en todo, de una manera algo exagerada. Lo natural es lo africano, y ya está?, apunta el músico, que sabe que el próximo disco lo va a tener que componer en aviones. ?Me voy a llevar el ordenador al avión. Va a ser el único momento que tenga en los próximos meses?.
La duda sobre el futuro, sobre cómo alguien que sigue prefiriendo pelotear a salir en la foto va a negociar su idiosincrasia entre tanto abogado y editor, se disipa cuando explica, con los ojos como platos, llenos de ilusión, cuál es el sonido que quiere para su próxima referencia. ?He recuperado un poco la guitarra, como el tenis, al que hacía años que no jugaba. Me encantan las baladas africanas, estoy con los discos de Docteur Nico y Africa Fiesta Sukissa. Eso es lo que me gustaría probar. Ah, y jugar al menos una vez a la semana al tenis?. La próxima entrevista, en la pista privada de la mansión de El Guincho en Los Ángeles. ?No me asustes, por favor?, sentencia antes de desaparecer calle abajo, camino del estudio.
NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA
La proyección internacional de las bandas patrias se circunscribía a Los Bravos hasta que, en los ochenta, algunos grupos empezaron a pisar Suramérica. En los noventa fue el turno de la Europa más latina. Ahora son docenas las bandas que giran con asiduidad por casi todo el Viejo Continente, donde la influencia se extiende hasta los países balcánicos o el antaño elusivo mercado norteño, por no hablar de la irrupción de algunas propuestas españolas en el universo anglosajón.THE SUNDAY DRIVERSLa banda de Toledo es extrañamente popular en Francia. Siguiendo los pasos de Mecano en Italia, o Héroes del Silencio en Alemania, The Sunday Drivers arrasan en el país galo, donde On my mind fue un éxito con todas las de la ley. En su posterior largo, Tiny telephones, el efecto se mantuvo, y el sencillo Paranoia fue disco del mes en el iTunes francés. Mientras, el álbum despachaba más de 30.000 copias en toda Europa.OJOS DE BRUJOEl tradicionalmente reticente mercado británico, sospechoso de cualquier lenguaje que no sea el suyo, cayó rendido allá por 2006 a la propuesta mestiza de Oojos de Brujo. La banda, que pisa la capital británica cada año desde hace tres, encadena lleno tras lleno, desde el Barbican Hall hasta el mítico Hall, amén de críticas superlativas en The Guardian o The Independent, e incluso llegaron a aparecer en el programa musical de la BBC con mayor prestigio en la actualidad, Later with Jools Holland.PINKER TONESSu largo The million colour revolution fue escogido sexto mejor disco del año 2006 en Amazon. Han tocado en más de 40 países, pero estos barceloneses de electrónica bastarda, cruzada con bossa, funk, lounge o psicodelia son especialmente populares en Estados Unidos. Han salido en el New York Times, han dado cinco espectáculos en 36 horas en el SXxSW del año 2007 y sus temas han sonado en teleseries de consumo masivo como Ugly Betty (versión yanqui de Betty la fea) y en videojuegos como FIFA 2007.
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