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EL RINCÓN

Música y literatura como vasos comunicantes

Christina Rosenvinge compuso en el estudio de su casa madrileña los temas del álbum La joven Dolores

Un piano pequeño y delicado, de aire vintage, preside el rincón de trabajo de Christina Rosenvinge en el salón de su casa, situada en una de las más bucólicas y recónditas plazas del Madrid de los Austrias. De él han salido la mitad de las composiciones de La joven Dolores, su nuevo disco, concebido como la segunda parte de Tu labio superior. Este "segundo acto" resulta mucho más reflexivo y profundo, despojado de las piezas más irónicas y frívolas de su predecesor, y constituye la obra más literaria de Christina hasta la fecha. Por eso en su rincón reina una atmósfera perfecta compuesta por instrumentos musicales y literatura. Aquí ha estado leyendo obras de Paul Valéry (uno de sus poemas, una rareza del mito de Narciso se cita en Canción del eco, la obertura del disco), Paul Celan, que "resulta muy cercano a la hora de escribir letras de canciones" -confiesa Christina-, Anne Sexton o Alejandra Pizarnik, y releyendo historias mitológicas (Eco y Narciso) y bíblicas (la Mujer de Lot o Eva) que le obsesionaban desde niña, muchas de las cuales son la espina dorsal de su nuevo trabajo. Christina nos cuenta que a través de estas composiciones ha intentado construir una visión más compasiva de los mitos femeninos, casi siempre exageradamente buenos o malos. "He querido trasladarlos a la actualidad y ponerme en el lugar de esas mujeres, haciéndome una idea de cómo vivirían ellas esas pasiones hoy", aclara. En sus reinterpretaciones mezcla historias mitológicas con melodías amables, preciosistas y pop, que hablan de emociones que resultan plenamente actuales hoy, "los mitos son eternos y muchos de los comportamientos humanos ya están definidos desde hace miles de años y se mantienen imperturbables", comenta.

Rosenvinge puede comenzar los esbozos de sus canciones sentada bajo un árbol, en la isla de Formentera (como las de este último disco), sin embargo es en su casa donde les da la forma definitiva. Un trabajo de muchas horas en el que le acompañan una Gibson de los años cincuenta (con la que compone y trabaja) y un cuaderno que apoya en el atril de su piano a modo de partitura y en el que apunta ruedas de acordes, palabras que riman y todas las historias teóricas que se esconden tras cada canción, "la gente no las conoce, pero yo las necesito para construir cada tema", explica. Dentro del proceso creativo el momento favorito de Christina aparece "esos días en los que te encuentras como si estuvieras picando, con una veta. Entonces ves que ahí hay algo interesante. A partir de ese momento hay mucho trabajo por delante, pero es una sensación ideal", confiesa. Estela Prádanos -

En una plaza del Madrid de los Austrias vive Christina Rosenvinge, que vuelve con un disco más literario: <b><i>La joven Dolores</b></i>.
En una plaza del Madrid de los Austrias vive Christina Rosenvinge, que vuelve con un disco más literario: La joven Dolores.ÁLVARO GARCÍA

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