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Crítica:EN PORTADA | Entrevista
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Dinero y más dinero

El dinero es el protagonista de esta novela. Decía Spinoza que es propio de toda cosa perseverar en su ser. No sucede así con el dinero: lo propio en su caso es aumentar más y más, como sea, donde sea. El dinero llama al dinero, dice el refrán. No solo los grandes acontecimientos, también cada pequeña parcela del sistema en el que vivimos se sustenta sobre él. Y, sin embargo, el dinero, que es todo, no es nada. Por eso para que el sistema funcione se requiere fe, la fe de las personas en el dinero que tienen en el bolsillo. El Vaticano de esta fe se encuentra en Estados Unidos, concretamente en la Reserva Federal, "la mayor estación de bombeo de toda la fontanería de las finanzas globales", tal como la define uno de los protagonistas de Union Atlantic. Entre Nueva York y Boston, con el trasfondo de las dos guerras del Golfo y en vísperas de la mayor crisis económica mundial desde 1929, transcurre esta ambiciosa novela. Union Atlantic intenta dar las claves de nuestro convulso, precario y confuso presente a través de un limitado número de personajes, como si de una obra de teatro se tratara. Están Jeffrey Holland, el creador de Union Atlantic, la tercera mayor institución financiera del país, y Doug Fanning, su segundo en la sombra, que se encarga de hacer que el dinero crezca en los límites opacos entre la legalidad y la ilegalidad. Está también Henry Graves, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, encargado de la fontanería económica que permite que todo siga en pie, y su hermana Charlotte, antigua profesora de Historia que vive "la putrefacción generalizada" con una desazón próxima al desequilibrio. Junto a ellos hay unos cuantos personajes menores, dañados por el presente: el joven Nate, cuyo padre se suicidó tras un largo periodo sin encontrar trabajo; la madre de Doug, que bebe para no sufrir; Vrieger, antiguo capitán en la primera guerra del Golfo, reconvertido en empleado de una "empresa de seguridad" en la guerra contra Irak... Todos ellos están interconectados por relaciones de vecindad, de trabajo, de amistad, de amor... Coincidencias que dan un carácter cerrado a la trama, más propio de un best seller que de una obra literaria como esta. Adam Haslett dedicó años a escribir esta novela. Previó lo que estaba a punto de suceder, pues cuando la entregó aún no se había producido la quiebra de Lehman Brothers. Ese carácter premonitorio la ha convertido, probablemente, en la primera obra de ficción sobre la crisis actual. Pero el deseo de Haslett de hacer inteligible la enloquecida maquinaria financiera a través de la descripción detallada del modus operandi de la corporación Union Atlantic lastra narrativamente la primera parte. La novela empieza a coger velocidad y suspense en cuanto se centra en los personajes y sus relaciones: el deseo, la tristeza, la locura, el amor, la soledad, el fracaso... Adam Haslett es excelente al describir la vulnerabilidad humana, como ya demostró en su primer libro de relatos, Aquí no eres un extraño. El lector de Union Atlantic se acerca al final con una intensa curiosidad por conocer qué va a suceder con los protagonistas, frágiles y desamparados como pájaros en una tormenta. Entre ellos, conmueven especialmente el adolescente Nate, que recuerda a algunos de los protagonistas de Aquí no eres un extraño, y la vieja Charlotte, un personaje shakespeariano, que, flanqueada por sus dos grandes perros, se enfrenta al presente como "un único soldado frente a un ejército".

Union Atlantic

Adam Haslett

Traducción de Ismael Attrache Sánchez

Salamandra. Barcelona, 2010

320 páginas. 18 euros

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