'Avatar' te puede matar
He aquí lo que parece un buen planteamiento para una película de terror épico japonés: 120.000 jóvenes que durante el pasado año fueron al cine van a morir. Lo que vieron no consistió en una escena con la clásica niña de pelo sucio cayendo a un pozo, sino que eligieron libremente entre una cartelera que incluía todo tipo de géneros y clasificaciones por edades. Lo que las películas tenían en común, eso sí, es que algún personaje fumaba en ellas. Y no es cine japonés, sino un dato real que resulta de una sencilla operación matemática. El año pasado, 390.000 espectadores de entre 6 y 17 años vieron películas en las que se fumaba. Un estudio reciente del Instituto Nacional del Cáncer estadounidense recalca que un menor que presencia humo en la pantalla ve triplicadas sus probabilidades de empezar a fumar. Y recordaba que el 32% de los fumadores tendrá una muerte prematura. El resultado, pues, es que 120.000 de esos jóvenes espectadores podrían no llegar a viejos. Estos hechos formaban parte de informes y campañas médicas, pero el éxito de Avatar los ha llevado a primera página.
"Los villanos que fuman tienen una influencia nociva mayor que los héroes" (Stanton A. Glantz)
Las asociaciones antitabaco de Estados Unidos se han enfurecido ante la que ya es la película más taquillera del siglo (y que podría arrasar en los Oscar). Una alegoría ecologista situada en un futuro ideal en la que un ex marine tetraplégico puede volver a caminar, pero en la que Sigourney Weaver aparece fumando como un carretero mientras intenta salvar un planeta. "El personaje es duro: blasfema, bebe y fuma", se defendió James Cameron en un comunicado. "No creo en la idea dogmática de que nadie en una película deba fumar. Las películas reflejan la realidad. Grace Augustine [el personaje de Weaver] no pretende ser un modelo de comportamiento". El profesor Stanton A. Glantz, cabecilla de la liga antitabaco en Hollywood y autor de varios libros al respecto, no se cree nada. "Lo que importa no es lo que los directores pretenden, sino el efecto que fumar en la pantalla tiene para los jóvenes", cuenta desde su despacho en la Universidad de California. "La ciencia lo deja muy claro: cuanto más tabaco ve un niño en las películas, más posibilidades tiene de acabar fumando. De hecho, los villanos que fuman tienen un efecto mucho más nocivo que los héroes". La entidad que él preside publicó el 1 de septiembre en Variety un anuncio que era casi una profética respuesta a las palabras que Cameron usaría meses después para defenderse, y aseguraba que los chicos malos fumadores tienen mayor efecto nocivo sobre los jóvenes que los chicos buenos. Desde hace más de una década piden a la MPAA (la entidad que clasifica las películas en América) que toda película en la que se fume (excepto aquellas en las que se muestran sus efectos nocivos) sea condenada con una R, o sea, para adultos. Dicha entidad, la misma que dio una X en su día a La naranja mecánica y Cowboy de medianoche, siempre ha dicho que los cigarrillos son un producto legal y que no pueden condicionar la clasificación de una película, aunque en los últimos años ese paso, dicen, "se está considerando".
Así que la lucha está en Internet. Se han multiplicado las páginas web en las que se ejerce la que es probablemente la crítica cinematográfica más sana de la historia. En SceneSmoking.org, por ejemplo, las películas se puntúan con pulmones, no con estrellas, y se indica cuántos cigarrillos aparecen, quién los fuma, dónde, cuándo, a qué etnia pertenece el fumador y a cuántos personajes contamina con su hábito. "Me parece ridículo", opina el catalán Roger Gual, director de la premiada Smoking room y que, a título informativo, no fuma. "Es como todo: en Estados Unidos cualquier cosa se exagera para que tenga repercusión mediática. Si nos ponemos en plan talibán, creo que el maltrato físico de Tom y Jerry también tendría que estar prohibido". Incluso la periodista Mercedes Milá, cabeza visible de la lucha antitabaco en España, ve desmesura en este linchamiento a Cameron. "No podemos pretender pasar del todo a la nada en una generación. Los americanos nos metieron el cigarrillo por los ojos con toda sutileza. Es conocido que las tabaqueras norteamericanas pagaban y escogían las escenas de los guiones que más les convenían para identificar el fumar con sentimientos favorables y emotivos. No me parece decente escandalizarse ahora por esta película, hace falta tiempo. Los padres que fuman delante de sus hijos hacen infinitamente más daño que la peor película".
Otras películas en el punto de mira de SceneSmoking.org son The blind side, ¿Qué fue de los Morgan? o Sherlock Holmes. Pero ¿sería posible un Holmes sin pipa? Al responder, el profesor Glantz aprovecha para hacer una crítica que no parece exclusivamente de rigor sanitario: "Por lo que he leído, parece que el retrato de Holmes y Watson en la película tiene bastante poco que ver con la obra original. Dado todo lo que han cambiado, podían haberse cargado también lo de fumar". Los antitabaco también saben hacer crítica puramente cinematográfica, ojo. De hecho, resulta que Avatar, cigarrillos aparte, les ha encantado.
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