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Reportaje:

Un relato de memoria y cigarros

Antiguos trabajadores de Tabacalera visitan con EL PAÍS la vieja fábrica donostiarra antes del inicio de las obras para transformarla en centro cultural

Nada más franquear la entrada de Tabacalera, la antigua fábrica de tabacos de San Sebastián, a mano derecha, un cartel reza: "Vestuarios femeninos". Es uno de los últimos vestigios del uso que tuvo el imponente edificio, de cuatro pisos y más de 20.000 metros cuadrados de superficie. Por aquella sala pasaron Pilar Hernández y Koro Etxebarria, dos antiguas empleadas, quienes junto a Domingo Escalante, recuerdan en una visita a las instalaciones con EL PAÍS qué fue Tabacalera antes de su cierre en 2002. El próximo jueves, comenzarán las obras de remodelación del edificio, que transformarán sus instalaciones en Tabakalera, el futuro Centro Internacional de Cultura Contemporánea de San Sebastián, cuya inauguración se prevé para 2015.

La fábrica de tabacos cerró en 2002 tras casi un siglo de actividad
La plantilla llegó a superar los mil empleados en los años veinte

Hablar de la vieja fábrica, abierta en 1913, implica hacerlo de mujeres. Ellas siempre fueron mayoría, en una proporción de nueve a uno, en una plantilla que en su época de esplendor en los años veinte superó los mil trabajadores. "El hombre distribuía el material, y las mujeres, que son más habilidosas, fabricaban los cigarros", aclara Escalante para explicar el porqué de la aplastante presencia femenina.

Tras atravesar el vestíbulo, en cuyas paredes se conservan los aparatos en que fichaban los empleados, una escalera señorial invita a subir a los pisos superiores. Es uno de los elementos originales del inmueble que el plan de reforma conservará. Entonces, los recuerdos comienzan a aflorar. "Esto era lo más bonito de la fábrica, cuando subían por aquí las jóvenes... Nos volvíamos locos", recuerda Escalante. "Íbamos con minifalda y tacones", añade Etxebarria.

Entre muros desconchados y baldosas rotas todavía se aprecian las huellas que dejaron las diversas máquinas: cortadoras, liadoras, empaquetadoras,... Resulta fácil para el ajeno al mundo del tabaco perderse entre el nombre de los aparatos, modelos y proceso de elaboración de los cigarros que describen con paciencia los antiguos trabajadores. Es el poso de un siglo de vida de un edificio que abrió, según queda reflejado en los archivos de la época, produciendo 3,5 millones de cigarrillos finos al día y que cuando cerró en 2002 elaboraba 3.800 cada minuto.

Hace tiempo que el declive de la industria por el descenso del consumo, la irrupción de marcas extranjeras y el contrabando empujó al cierre de las fábricas de tabaco en toda España. De las 15 existentes, todas propiedad del Estado, en la actualidad solo quedan en pie dos.

La vida de Escalante, Hernández y Etxebarría siempre ha girado en torno a la fábrica. Los dos primeros trabajaron 32 y 35 años, respectivamente, en el viejo edificio, y aunque Etxebarria solo estuviese cinco es la tercera generación de cigarreras de su familia, tras su abuela y su madre. Llega con un álbum de fotos en las manos de su época de empaquetadora en Tabacalera y con un puñado de papeles. En el anverso se distingue el vikingo de la marca de Celtas; en el reverso hay algo manuscrito.

"Aquí nos escribíamos los encargos; una de mis amigas estaba en otro turno y así nos comunicábamos", rememora Etxebarria. "Mañana tenemos que ir a no sé dónde. Oye, ha llamado fulanito, y a este no lo podemos dejar escapar", lee.

Tabacalera también encierra la historia de España, de sus cambios políticos y de su transformación social. Escalante, sindicalista de pro en las filas de UGT, pronto se dio cuenta de qué podía decir y delante de quién. "Cuando entré, en 1970, teníamos la sangre hirviendo y queríamos cambiar el sistema", relata. Hernández tampoco ha olvidado el día en que le negó la silla en que estaba sentada a un mecánico. "Pretendía que me levantara porque él tenía más categoría que yo, o que les llevara agua cuando la necesitaban, aunque fuera un trabajo que no me correspondía. Luego todo eso cambió", señala. Igual que arremolinarse para rezar en torno a una imagen del Sagrado Corazón, situada en el rellano de la escalera del primero piso, cuando el jefe así lo exigía, como recuerdan los extrabajadores ante la marca de la hornacina visible en la pared.

Escalante, Hernández y Etxebarría acarician la barandilla de la escalera antes de abandonar por última vez la antigua fábrica. Falta una de las bolas de latón que jalonan la barra a modo de adorno. "El último día alguien se lo llevó de recuerdo", explica el sindicalista. Escalante se marcha de Tabacalera sin saber aún quién le robó el bocadillo que se había llevado para almorzar en su primer día de faena. "Me acordaré toda mi vida. Mi madre me había hecho un filete y desapareció. Ese día comí más que nunca, porque todo el mundo me ofreció algo, pero de mi bocadillo, ni rastro. Todavía no sé quién lo hizo".

El nuevo centro

- El Centro de Arte Contemporáneo de San Sebastián ocupará 16.320 metros cuadrados de la antigua fábrica de tabacos. Contará, entre otros equipamientos, con una sala de cine, espacios expositivos y una mediateca.

- El proyecto de reforma cuenta con un presupuesto de 53 millones de los 70 totales destinados a Tabakalera y lo han firmado los arquitectos Jon y Naiara Montero. Las obras finalizarán en 2015.

- El edificio también albergará la Filmoteca Vasca y el Instituto Etxepare.

- Hoy es el último día que se podrán visitar las instalaciones antes de que comiencen las obras el jueves. Entre las 11.00 y las 14.00 y de 17.00 a 20.00 se organizarán visitas guiadas en euskera y castellano.

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