_
_
_
_
Reportaje:Unos hallazgos bajo sospecha

El caso resucita el episodio de la cueva de Zubialde

El segundo fiasco de la arqueología alavesa deprime a sus profesionales

La arqueología alavesa está deprimida. El fiasco del yacimiento de Veleia ha supuesto un rejón casi de muerte a la profesión en la provincia, a la vez que ha hecho perder la credibilidad de las instituciones, siempre prestas a avalar los hallazgos y regarlos con dinero público sin antes confirmar su verdadera autenticidad. El fraude descubierto en la excavación ha resucitado un viejo fantasma, el de las pinturas rupestres de la cueva de Zubialde, cerca del Gorbea, que las instituciones (especialmente la Diputación alavesa) creían enterrado para siempre.

Pero ese fantasma ha vuelto, y con él también regresa el bochorno, la misma sensación de vergüenza que se vivió en la provincia en 1991, cuando definitivamente se confirmó que las pinturas rupestres descubiertas por Serafín Ruiz, un estudiante de Historia aficionado a la espeleología, eran falsas. Las instituciones vuelven a tropezar en la misma piedra, a pagar sin cerciorarse de si en realidad lo que están pagando es auténtico, a dar por bueno un hallazgo que puede resultar impresionante, pero sin contar con los suficientes avales científicos ni el tiempo necesario de maduración.

Las instituciones pierden credibilidad al avalar hallazgos sin contrastarlos
La justicia obligó al 'descubridor' de Zubialde a devolver el dinero
Más información
El director de Veleia calla ante el fraude

En el caso del fraude de Zubialde, la historia se remonta a abril de 1990, cuando Serafín Ruiz se encontró en las inmediaciones del monte Gorbea, en la parte de Álava, con la entrada de una cueva que supuestamente había permanecido oculta hasta entonces. Se internó y se topó con la gran sorpresa: pinturas rupestres de todo tipo, desde un mamut hasta rinocerontes lanudos pasando por símbolos, manos, cabras y bisontes. Los dibujos se conservaban en un perfecto estado y constituían un hallazgo prehistórico fabuloso, a la altura de Altamira o Lascaux, se dijo. La caverna pasó a llamarse Zubialde, por la proximidad del río del mismo nombre.

Ruiz presentó su descubrimiento a la Diputación de Álava, que se frotó las manos. El entonces diputado general, Alberto Ansola (PNV) calificó el hallazgo de "santuario rupestre". La recompensa para Ruiz ascendió a 12,5 millones de las antiguas pesetas. Varios antropólogos vascos concluyeron que las pinturas tenían 13.000 años de antigüedad. Pero la alegría duró poco.

Dos arqueólogos británicos aseguraron que las pinturas eran falsas sólo con mirar las fotografías que publicaron los periódicos. Diecisiete meses después, los científicos españoles llegaron a la misma conclusión, ayudados por la investigación de la Ertzaintza, que hasta halló restos de estropajos. La justicia obligó a Ruiz a devolver el dinero.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_