Fábricas en las que forjar la cultura
El Gobierno subvenciona media docena de espacios para que los artistas jóvenes desarrollen sus creaciones - El programa está dotado con un millón de euros
Desde hace 14 años en Zorrozaurre conviven operarios vestidos con un mono azul y artistas de las más diversas disciplinas. El proyecto La Hacería y más recientemente Zawp (Zorrozaurre Art Work Progress), impulsados por Manuel Gómez Álvarez, han creado una especie de microcosmos en el viejo barrio industrial, cinco espacios y dos pabellones en los que jóvenes creadores puedan desarrollar y mostrar sus obras. El universo levantado entre naves, grúas y hierros, varado en uno de los márgenes de la Ría, viene a resumir la esencia de las Fábricas de Creación, proyecto impulsado por el Departamento de Cultura, y uno de los planes "estratégicos" del área que encabeza Blanca Urgell, según explica Pello Gutiérrez, responsable del programa.
El objetivo del proyecto es la habilitación de espacios en los que artistas jóvenes puedan desarrollar su obra, conocer a otros creadores, tejer una red de trabajo y abrir la creación cultural a la sociedad. Unos pilares sobre los que, como recuerda Ruth Mayoral, coordinadora del proyecto ZAWP, hace tiempo se trabaja en Zorrozaurre. "El proyecto ZAWP nació porque sentíamos el deber de hacer algo para que el barrio no se muriera", recuerda, "que no fuera simplemente un paseo en el que los jubilados se quedan mirando a las obras. Debíamos interactuar con el barrio, una premisa sobre la que debe girar cualquier fábrica de cultura".
Las Fábricas de Creación "no son un nuevo descubrimiento; en muchas ciudades europeas hace tiempo que se pusieron en marcha, y tampoco nosotros aquí estamos desarrollando las primeras", añade Gutiérrez. El asesor del Departamento de Cultura se remite a algunas iniciativas impulsadas bien desde las instituciones, como el caso de Arteleku y la Diputación de Gipuzkoa, o privadas como la que Gómez Álvarez y Mayoral protagonizan en Zorrozaurre.
Cultura comenzó a desarrollar el año pasado este programa de fábricas para, entre otras cuestiones, cambiar de algún modo el paradigma de las subvenciones a los artistas. "Llevamos 20, 30 años, de una inversión pública ligada a la oferta cultural canalizada, fundamentalmente, a través de la construcción de infraestructuras y subvenciones a la producción", aclara Gutiérrez. Un modelo que si bien "ha permitido que haya un interesante volumen de profesionales, empresas y un aumento de la calidad ha provocado ciertos peligros, por ejemplo, que haya un cierto formateo estético de la producción artística". Esa tendencia a la homogeneización tiene su origen, según el asesor de Cultura, en la obligación de las políticas públicas de "normalización y de diseño de unas reglas que potencien la igualdad de oportunidades" pero también ha provocado otros "efectos colaterales" como "la dificultad de que los nuevos talentos puedan acceder a estructuras profesionales".
Para los responsables de Cultura las creaciones artísticas habían perdido "cierto papel crítico y de espontaneidad", ahonda Gutiérrez, a lo que se unía la existencia de un desfase entre las nuevas tecnologías y una sociedad y economía en constante cambio con un modelo de producción, distribución y exhibición anclado en otros tiempos. "Vimos que era hora de apostar fuertemente por abrir una nueva línea de producción, una política cultural con carácter estratégico y que promoviera prácticas permanentes de innovación", resume Gutiérrez a modo de descripción del espíritu que anima el proyecto de Fábricas de Creación.
El programa además se enmarca en la línea maestra del departamento para articular las políticas relacionadas con el área: el Contrato Ciudadano por las Culturas, que sustituye al Plan Vasco de la Cultura impulsado por el anterior Gobierno de Juan José Ibarretxe. El modelo del actual Ejecutivo se caracteriza por el desarrollo de políticas aglutinadoras y no excluyentes y donde lo vasco queda relegado a un segundo plano.
La financiación de las Fábricas de Cultura se articula en cuatro modalidades, entre las que la consejería ha recibido más de 200 solicitudes: las conocidas como Sorgune, Ikertu y Arragoa, cuyo plazo de inscripción finalizó a finales de julio, y Agertu, pendientes de concesión hasta octubre. En total cuentan con un millón de euros de presupuesto.
La primera de las áreas, con una dotación de 501.000 euros y con un límite de 120.000, tiene por objeto financiar los centros "que a través de programas específicos y con adecuadas infraestructuras permitan a personas o colectivos" desarrollar sus propuestas. Ikertu, con 100.000 euros, reconoce "20 ideas innovadoras, locas, en las que los solicitantes reclaman un periodo de tiempo para estudiar un proyecto y analizar su viabilidad", aclara Gutiérrez.
Arragoa, por el contrario, y con un presupuesto de 299.000 euros, impulsa "las intersecciones del mundo artístico con otras disciplinas como las ciencias aplicadas, el urbanismo o el mundo de la agricultura o la industria". Mientras que la última partida de 100.000 euros se destinará a la movilidad de los proyectos, a la posibilidad de que sean expuestos o presentados en otras ciudades "por ejemplo, para la búsqueda de patrocinadores".
Las Fábricas de Cultura, subraya Gutiérrez, buscan además un encuentro entre lo público y lo privado. "No queremos poner en marcha unos centros culturales, poner el edificio y esperar a que lleguen los creadores. Queremos que la iniciativa privada gestione y sea la responsable de la financiación de esos lugares".
De momento, Cultura ha llegado ya a un acuerdo con cinco espacios -Alfa Arte en Eibar; el ya mencionado Zawp, la antigua fábrica Astra de Gernika, Harrobia Eskena en el barrio Otxarkoaga de Bilbao y Azola, un establecimiento de turismo rural situado en Álava- seis si se tiene en cuenta la Asamblea Amarika, un colectivo de artistas vitorianos y cuya implicación en el proyecto está por ahora paralizada por problemas de financiación.
"No es que estemos atravesando un bache, es que tenemos una sociedad y forma de producción diferentes", añade Gutiérrez otra vez en relación a la delicada situación económica y cambios que se han producido en la forma en la que los artistas desarrollan su trabajo. "Lo más importante es que las artes ganen libertad expresiva, que se libren del tutelazgo monopolista de los poderes públicos, Es la única forma de garantizar un futuro viable en este campo", concluye.
Con Barcelona como inspiración
El modelo vasco de Fábricas de Creación nace inspirado en diversas propuestas que desde hace tiempo se vienen desarrollando en diferentes capitales europeas, entre las que Londres y Berlín constituyen dos de los ejemplos más significativos. El proyecto consolidado y más próximo -sin contar las iniciativas que la Hacería, y ahora ZWAP, llevan ya 14 años desarrollando en Zorrozaurre- son las Fàbriques de Creació de Barcelona.
La idea catalana se puso en marcha hace cuatro años con el objetivo de "incrementar los equipamientos de la ciudad destinados a apoyar la creación y la producción cultural", tal y como señala el Ayuntamiento de Barcelona.
Este consistorio quiso además que muchos de esos espacios se levantasen en antiguos centros fabriles, lo que sumaba al objetivo de impulsar el trabajo artístico la conservación y la difusión de un patrimonio industrial en desuso. Este argumento también ha calado en el modelo diseñado ahora por el Departamento de Cultura y en la elección de determinados edificios para el desarrollo del planteamiento vasco, como la antigua armería Astra de Gernika o los solares y viejas fábricas que ahora acogen en Zorrozaurre a una pléyade de creadores.
Barcelona cuenta con siete espacios fundamentales -Fabra i Coats, Illa Philips, La Seca, La Escocesa, La Central del Circ, el Ateneu Popular Nou Barris y Hangar- que suman en total 30.000 metros cuadrados. Hasta la fecha, el Gobierno vasco ha articulado una serie de propuestas sobre seis espacios entre los tres territorios.
Ambos modelos buscan desarrollar un espacio en el que todos los profesionales implicados en la producción cultural puedan potenciar su trabajo gracias, entre otras cuestiones más, a la puesta en común de proyectos con diversos especialistas, la creación de redes de trabajo entre los mismos y un acercamiento de la cultura a la sociedad.
"Esto no es una idea puntual", insisten fuentes del departamento que dirige Blanca Urgell. "Es una línea de trabajo en la que estamos firmemente convencidos que se tiene que instalar la política cultural, un proyecto estratégico", concluyen.
Todas las iniciativas
- Alfa Arte. Ubicada en Eibar, la empresa Alfa lleva dedicándose desde hace años a la metalurgia. Su producto estrella ha sido la máquina de coser. Fruto del proyecto de fábricas de cultura del Gobierno vasco, se adecuó un espacio para las experiencias creativas. El centro está dedicado a colectivos de producción artística y tiene como fin intercambiar información entre personas relacionadas con la cultura. Algunas de sus iniciativas son planes de formación o la organización de jornadas y encuentros anuales.
- ZAWP. Nace en Bilbao en 2008 de la mano de la Asociación Cultural Hacería Arteak como ejercicio de reflexión y reinvención del proceso de transformación urbanístico proyectado para Zorrozaurre. A través del arte, la creación y la innovación, ZAWP pretende convertir una antigua zona industrial degradada en un espacio nuevo que fomente la interrelación entre las distintas disciplinas.
- Azala. Situada en el entorno rural de Lasierra, localidad alavesa de poco más de una decena de habitantes, es un proyecto bicéfalo que combina la actividad cultural con el alojamiento de visitantes. Este establecimiento de turismo rural funciona como residencia artística enfocada tanto a la investigación como a la reflexión. Está concebido para la organización de cursos en un entorno alejado del ruido de la ciudad.
- Astra. La antigua fábrica de armas de Gernika pronto finalizará su adecuación para convertirse en una fábrica de cultura. El inmueble, que se está reparando, se hallaba en unas condiciones pésimas. El objetivo del Ayuntamiento vizcaíno es generar y atraer nuevos servicios y orientar el proceso de transformación urbanística, social y económica hacia la creación de un espacio de conocimiento. Cuando concluyan las obras, la fábrica de creación dispondrá de mayor espacio del que disponía la antigua fábrica de armas.
- Harrobia Eskena. El pasado mes de abril nacía en el barrio bilbaíno de Otxarkoaga Harrobia Eskena. La fábrica de cultura, que se ha ubicado en una antigua iglesia, se convirtió en el primer centro de alto rendimiento escénico de Euskadi. Este espacio nace con la finalidad de mejorar la actividad económica, social y cultural de dicho barrio y, a la vez, impulsar la producción teatral vasca. La Asociación de Empresas de Producción Escénica Asociadas de Euskadi (Eskena) se encarga de la gestión. Harrobia cuenta con cerca de 1.000 metros cuadrados distribuidos en las tres alturas del inmueble. Entre otras actividades se hallan la producción de obras de teatro y danza y las residencias artísticas.
- Asambleas Amarika Este colectivo de artistas y creadores pretende desarrollar la creación dentro de la capital alavesa y buscar su "dignificación". Entre sus actividades programadas se encuentran talleres de iniciación a los videojuegos o colaboraciones con Artium.
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