Esteban ofrece "integración" para una UPV que considera "burocratizada"

Marisol Esteban presentó ayer la candidatura con la que intentará ser elegida rectora de la Universidad del País Vasco (UPV) el próximo 4 de diciembre. La catedrática de Economía Aplicada se alejó de su imagen de representante de los trece catedráticos cercanos al sindicato CC OO que pidieron en mayo el voto negativo a Juan Ignacio Pérez, acompañándose por un equipo joven que calificó como "integrador, con prestigio universitario y experiencia en gestión". Pretende con él implantar una gestión "ágil, flexible y participativa", que termine con la "abultada burocracia" que, en su opinión, caracteriza a la universidad.

Para ello, propuso una estructura con vicerrectorados inéditos para afrontar la nueva etapa. El más novedoso es el de Ciencias de la Salud, encabezado por el jefe de Pediatría en el Hospital de Cruces, Juan Carlos Vitoria. El pasado mes de octubre, el Consejo de Gobierno de la UPV dio el visto bueno al convenio entre la universidad y Osakidetza para regular la situación del personal que es a la vez facultativo en los hospitales y profesor en Medicina. Esteban defendió que el nuevo cargo permitirá consolidar "un encaje definitivo a la precaria relación" que mantienen ambas instituciones. Además, el nuevo vicerrectorado tendría que tomar decisiones como el traslado de las instalaciones de Medicina a Bilbao y la posibilidad de implantar una nueva titulación de Fisioterapia.

En la lista no están los 13 profesores del manifiesto contra Pérez

El área de Innovación se ocupará también de la evaluación

El otro nuevo vicerrectorado sería el de Personal de Administración y Servicios (PAS), uno de los estamentos que más castigó a Pérez en las pasadas elecciones, dado que tuvo que afrontar un criticado proceso de estabilización. Otra novedad es el cambio de nombre del Vicerrectorado de Innovación docente (sería también de Acreditación y Evaluación), para incluir entre sus competencias el desarrollo de una nueva propuesta de sistema de complementos salariales para negociar con el Gobierno vasco. El proceso de asignación de pluses fue una de las principales causas que explicaron la derrota de Pérez. Sería también el área encargada de supervisar la calidad de los nuevos planes de estudio.

El equipo de Esteban está compuesto de 14 personas que, según la candidata, "representan la diversidad" de la universidad. Son rostros jóvenes (la mayoría en la cuarentena), no identificados claramente con tendencias políticas o sindicales. No está presente en la plancha ninguno de los catedráticos que pidieron en un manifiesto el "no" a Pérez, considerados como la vieja guardia de CC OO, que apoyan a la economista desde la sombra.

La catedrática se enfrentará en las urnas con el actual vicerrector del campus de Vizcaya, Iñaki Goirizelaia, quien intentará dar continuidad al proyecto de Pérez con una plancha en la que repite la mitad del equipo actual. Goirizelaia se presenta como el garante de que los dos grandes proyectos que afronta la universidad prosperen a buen ritmo: la reforma de las infraestructuras de los campus, del que es artífice, y la adaptación de las titulaciones a la convergencia europea, proceso que en la UPV lleva con un notable retraso. Esteban prometió ayer, sin embargo, que si gana ultimará la reforma de los grados antes de octubre de 2009, para cumplir los plazos marcados por el Espacio Europeo de Educación Superior, y criticó que el equipo actual paralizara el proceso de adaptación al perder las elecciones.

Más de medio año después de que la plantilla haya cobrado los complementos salariales, las dos grandes críticas al equipo de Pérez (y, por tanto, a la candidatura de Goirizelaia) que se mantienen desde mayo son la pérdida de autonomía del Rectorado respecto al Departamento de Educación y la falta de comunicación y diálogo respecto a asuntos como la adaptación al Proceso de Bolonia o la propia asignación de complementos salariales.

Aunque ambos candidatos han mantenido un tono muy académico y han buscado configurar equipos diversos, la comunidad académica reconoce con un punto de resignación que será inevitable que las votaciones reflejen una pugna política entre nacionalistas y no nacionalistas.