En lo peor de la crisis
La contracción del PIB en el primer trimestre desmiente el optimismo de los 'brotes verdes'
La Contabilidad Nacional correspondiente al primer trimestre indica una contracción de la economía en tasa interanual del 2,9% y del 1,8% en intertrimestral. El dato, el peor desde 1970, pone en contraste la durísima realidad de la recesión con los intentos de construir un escenario de "fin de la crisis" basado en la mejora de indicadores indirectos, como la evolución de la Bolsa o la mejora de la confianza. Es posible que esos brotes verdes existan, pero la triste realidad hoy es que la demanda cae en torno al 5%, por el hundimiento del consumo, y que el parón de la actividad proyecta hacia el futuro una contracción superior al 3,5% en 2009.
La economía española está varada en uno de los peores momentos de la recesión. La única duda es si el segundo y el tercer trimestre serán peores. Se ha insistido en ello, pero conviene repetirlo: aunque la grave recesión, manifiesta ya en tres trimestres consecutivos de evolución negativa del PIB, esté tocando fondo, el Gobierno y los ciudadanos deben ser conscientes de que "tocar fondo" no significa recuperación; y mucho menos es equivalente a una salida airosa de la crisis, es decir, en buenas e incluso mejores condiciones que antes de la recesión.
Por tanto, las esperanzas en los brotes verdes sólo son una descripción metafórica muy imprecisa de la realidad. A la sociedad española le esperan entre cuatro y seis trimestres con una tasa de paro muy elevada. No son descartables tasas próximas al 20%, sobre todo si tardan en aplicarse las medidas de fomento de la actividad anunciadas por el presidente. No es previsible que el sistema económico español empiece a crear empleo hasta que alcance tasas de crecimiento superiores al 2%: y ese ritmo no es previsible a corto plazo, ni siquiera a finales de 2010.
Sabe el Gobierno que no hay recuperación sin normalización del sistema financiero. Buena parte de la actividad de bancos y cajas está paralizada por las consecuencias de la depreciación de activos de sus balances y por el riesgo de explosión de la morosidad. Con las medidas de estímulo directo de la actividad propuestas se puede desacelerar, incluso quizá frenar, el aumento del paro; pero sin el retorno de una financiación de supervivencia para las empresas, la recuperación, la vuelta a la creación de empleo, es imposible. Por más que se olvide, está pendiente el ajuste del sistema financiero; y cuanto más se tarde en realizarlo, más caro resultará.
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