La madre Maravillas y Pasionaria
Mi tía, hija de un comandante médico del Ejército republicano, vive en una residencia fundada por la madre Maravillas, con mayor calidad de vida y mejor precio que otras. Cuando su padre estaba preso de los vencedores al final de la guerra, contrajo una meningitis de la que nunca se recuperó. Uno de sus tíos, capitán de aviación, fue fusilado el 11 de diciembre de 1937 en Asturias; el tercero, como sus hermanos, militar republicano, jefe de la Defensa Antiaérea de Barcelona, compartió exilio en Argentina y Bolivia con el general Vicente Rojo y con Juan Ramón Jiménez en la Universidad de Río-Piedras de Puerto Rico, donde fue profesor de física.
La madre Maravillas fue detenida con su comunidad en el Cerro de los Ángeles y llevada a Getafe, al empezar la Guerra Civil. Después, durante 14 meses estuvo en un piso de la calle de Claudio Coello hasta que pudo trasladarse a Salamanca.
Nunca lo hubiera conseguido sin la protección de Dolores Ibárruri. Pasionaria, admiradora del trabajo y entrega a los humildes de las monjas, con quienes estudió, las salvó.
Sé que esto no gusta ni a la extrema derecha ni a la extrema izquierda, pero que su nombre estuviera en una placa en la pared (mejor exterior) del edificio que fue de la familia de su padre, donde nació, y que hoy forma parte del Parlamento de la nación que su abuelo presidió, sería una forma de reconciliación entre españoles, hoy tan necesaria.
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