El machismo feroz
Los servicios de prensa de la ex ministra de Igualdad Bibiana Aído no han dado abasto estos dos años al frente del departamento. El machismo insultante que han destilado durante este tiempo algunos periodistas ha escrito una negra página de nuestra historia reciente. El mismo día que desaparecía su ministerio y ella era degradada, los ultras del machismo, que deben ser muchos a la vista de los improperios que corrieron por la Red a cuenta del cambio de Gobierno, encontraron una nueva víctima a la que linchar para liberar su tensión testosterónica: Leire Pajín, la nueva ministra de Sanidad. Algunos ni siquiera aprovecharon el anonimato que -por el momento- garantiza Internet. El alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva, del PP, criticó en la radio esa misma tarde el nombramiento de Pajín con argumentos impropios de un político que seguramente se cree respetable. Cuestionó su preparación para el cargo, lo que suele estar en el guión ante una mujer, pero a renglón seguido dijo que Pajín se dedicaría a repartir condones y añadió que solo piensa en una cosa inconfesable cuando ve sus "morritos".
El PSOE exigió ayer a Rajoy que reaccione contra declaraciones tan zafias porque de nada sirve que el alcalde se haya disculpado con la fórmula manida de que se trató de un "exceso verbal", como hizo ayer. Todo parece indicar, sin embargo, que el PP y el regidor de Valladolid pretenden dar por zanjado el asunto con esa simple disculpa. Las elecciones están a la vuelta de la esquina y León de la Riva quiere revalidar su puesto al frente del Ayuntamiento. Es alcalde desde 1995 y las encuestas le son favorables.
Tampoco es previsible que el grueso de la prensa plantee batalla contra un político que perdió la oportunidad de callarse. Algunos opinadores han aplaudido que el nuevo Gobierno sea menos juvenil y más masculino y algún periódico ha destacado la banalidad de aquel primer Ejecutivo con tantas mujeres que posaron para Vogue.
Dijo la ministra Carmen Chacón hace una semana que España está preparada para tener una mujer jefa de Gobierno. Eso les costaría una úlcera a muchos machistas, pero lo cierto es que ellas están preparadas para ejercer tal labor y, además, encajar tanta zafiedad.
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