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Columna
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Un 'banco malo'

Joaquín Estefanía

Uno de los debates soterrados en la campaña fue si el PP acudiría a salvar a la banca con la creación de un banco malo estatal que limpiase sus balances de los activos tóxicos relacionados con el suelo y el sector inmobiliario. Lo fue porque los contrarios a esta idea se oponen a la socialización de pérdidas en un momento en que los perdedores de la crisis son tantos, mientras que los partidarios opinan que esta operación es la única que permitirá que fluya el crédito con normalidad, condición necesaria para la recuperación.

Como en casi todo, la ambigüedad del PP no permitía posiciones netas. Su programa electoral vale para una cosa y la contraria. En este punto dice que "facilitaremos la gestión activa del patrimonio dañado de las entidades financieras que lo precisen". Mientras a Rajoy se le entendía que no crearía un banco malo, a Cristóbal Montoro se le notaba que sí.

Unos opinan que es una socialización de pérdidas, y los otros, que no hay otra solución para la banca

Los bancos afectados son militantes de la limpieza de sus tripas con muletas estatales: se transferirían los activos venenosos que valen poco o nada a un banco malo que los asumiría y pagaría con bonos emitidos por él mismo, con la garantía del Estado; esos bonos, al estar avalados por el Estado, tendrían la garantía máxima y mejorarían la calidad de los balances. Al estar los activos del banco malo valorados a precio de mercado, esos bonos no computarían como deuda pública.

Según los defensores de esta fórmula de limpieza de la banca, la operación no tendría por qué generar pérdidas al erario público si estos activos se van vendiendo a precios no inferiores a su valor contable, lo que sería factible si la venta progresiva se hace con calma y a medida que la situación del mercado inmobiliario se normaliza.

Hay dos opciones técnicas para la creación del banco malo: uno para cada entidad con problemas (Suecia) o uno que agrupe los activos venenosos inmobiliarios de todos ellos (Irlanda). A principios de los años noventa se formaron en Suecia dos entidades para absorber los activos tóxicos de Gotabank y Nordbanken, que acabaron dando beneficios, en parte porque la situación económica global era buena y en parte porque contaron con cerca de cinco años para liquidar esos activos. En septiembre de 2009 se creó en Irlanda el National Asset Management Agency (NAMA) para quedarse con las carteras inmobiliarias de los cinco grandes bancos del país, con un descuento importante sobre el valor nominal de los activos. NAMA absorbió el equivalente a 50.000 millones de euros en activos malos (el 10% de los activos del sistema) y a cambio las cinco entidades recibieron deuda emitida por el NAMA con garantía estatal. Luego hubo que ampliar esos activos (por valor de 73.000 millones de euros), con un descuento medio del 58%.

Las apuestas se inclinan a favor de que el PP creará el banco malo. Pero no son tiempos de apuestas, sino de seguridades.

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