Irak, cuatro años después
Se agradece leer en sus páginas de Opinión que la invasión de Irak, de la que ahora se cumplen cuatro años, fue lo que fue, es decir, un "crimen de agresión", como bien indica Francisco Aldecoa (Un golpe de Estado, 15 de marzo). Como catedrático de Relaciones Internacionales, el autor también tiene que estar familiarizado con las implicaciones jurídicas elementales de ese crimen, definido por los fiscales en Núremberg como el "crimen internacional supremo que difiere de los demás crímenes de guerra en que contiene en sí mismo el mal acumulado de todos ellos". Lo que significa que "la posguerra de difícil gestión" a la que se refiere el autor, así como los más de 650.000 muertos y tres millones de desplazados que ha ocasionado, entre tanto más, se subsumen a ese crimen supremo.
También se deduce que los responsables directos de la invasión deberían ser juzgados ante la Corte Penal Internacional (CPI), como ya fuera solicitado, por ejemplo, por la Asociación Legal de Atenas en julio de 2003 al presentar una denuncia formal contra Tony Blair, Geoff Hoon y Jack Straw en La Haya por agresión, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad; similar, por cierto, a la presentada ante la misma institución en marzo de 2004 contra José María Aznar, y que sería "conforme a derecho y a lo establecido en el Estatuto de Roma para la Corte Penal Internacional", según afirmara la fiscalía y según recogieran ustedes en su día (La Corte Penal registra una denuncia contra Aznar por la guerra, EL PAÍS, 10 de marzo de 2004).
Dada la oposición de EE UU, la CPI todavía no es competente para juzgar el "crimen internacional supremo", y por ello habrá que esperar a que lleguemos al nivel ético de los fiscales en Núremberg para aplicar idénticos principios al ínclito trío de las Azores.
Por último, y dado que Irak es la segunda reserva petrolífera mundial (y dado el inquebrantable apoyo que muchos de los miembros de la Administración de Bush prestaron a Sadam Husein a lo largo de sus peores atrocidades), también sorprende aprender que para el catedrático Aldecoa "las causas para ir a la guerra no eran objetivas sino ideológicas", de lo que se colige que Bush, Blair y Aznar hubieran patrocinado esta agresión contra Irak incluso si su principal fuente de exportación fuesen los pepinillos y las alcachofas.
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