_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Demoras peligrosas

La eurozona parece incapaz de resolver la crisis griega y descubre tarde su debilidad bancaria

Sea por la presencia de Timothy Geithner, el secretario del Tesoro estadounidense, sea porque la evolución de los parámetros económicos y financieros de Europa no invita al optimismo, la reunión de los ministros de Economía europeos en Wroclaw (Polonia) aceptó algunas premisas novedosas (que no originales) sobre la crisis de la deuda y la recesión económica. La primera y más importante, ha consistido en seguir al Fondo Monetario Internacional (FMI) en la idea de que la banca europea necesita un programa intensivo de recapitalización que le permita hacer frente no solo a la pesada carga de las deudas públicas de Grecia, Portugal e Irlanda, sino también cumplir con la obligación de canalizar un flujo de préstamos que mantenga las posibilidades de recuperación en países como Francia, Italia o España.

Aceptar, a estas alturas y después de los continuos fiascos de las pruebas de resistencia, que la banca europea necesita una inyección de capital fresco para cubrir los boquetes abiertos por la crisis (ya crónica) de la deuda parece un retraso inaceptable, incluso para la burocracia europea. Pero el retraso es la norma en esta eurozona azotada por los huracanes financieros. No es precisamente tranquilizador que en medio de una crisis persistente de las deudas nacionales de varios países importantes de la zona euro se convoquen reuniones informales que se limitan a trasladar la resolución de los graves problemas del euro a meses venideros. Los remedios para la situación angustiosa de Grecia, una de las causas de las convulsiones periódicas que sufren los mercados de deuda y las Bolsas, se anunciaron en mayo del año pasado, se ratificaron en julio, se dejaron para concretar en septiembre (con las cotizaciones bursátiles en caída sistemática en todos los parqués europeos y las primas de riesgo en récords) y ahora se vuelven a dejar para octubre. Las estrictas condiciones que impone la ortodoxia alemana hacen temer que las ayudas europeas, imprescindibles para que Atenas supere una crisis literal de supervivencia, se eternizará en un inacabable trámite de supervisiones y burocracia, mientras los hospitales del país empiezan ya a sufrir dificultades de suministro. Esta política de demoras e indecisiones es peligrosa y frustrante.

La presencia de Geithner en Polonia no es un episodio trivial. Geithner ha captado la urgencia de resolver de una vez por todas la quiebra griega (urgencia que no comparten, al parecer, ni Berlín, ni París ni Bruselas) y la necesidad de dotar a Europa de un Tesoro único, un organismo de intervención rápida, por así decirlo, capaz de tomar decisiones en los momentos de mayor presión especulativa. Los numerosos Consejos de Ministros de Finanzas ordinarios, extraordinarios e informales celebrados desde 2008 tendrían que haber servido precisamente para planificar una mayor coordinación fiscal en la eurozona y, al mismo tiempo, articular esa homogeneización presupuestaria con un Tesoro único, de funciones más amplias que el actual Banco Central Europeo (BCE).

Pero el tiempo se ha perdido y se sigue perdiendo. La salvación de la unidad monetaria sigue subordinada a los intereses electorales en Alemania o a las ocurrencias discontinuas de Francia. En Polonia tampoco se han debatido otras evidencias preocupantes. Por ejemplo, dicho sea a propósito de Geithner, el que las políticas de contracción fiscal son necesarias para reducir los déficits desbocados, pero su aplicación drástica no está surtiendo los resultados apetecidos. No convencen a los acreedores, lo cual no deja de ser irónico si se tiene en cuenta que se aplican para tranquilizarlos. ¿Tienen Francia y Alemania un plan para permitir estímulos a la inversión en los países periféricos del área o consideran que solo las políticas de ajuste acabarán con el déficit y la deuda y, al mismo tiempo, impulsarán la recuperación?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_