Crisis canarias
Con la reelección casi por unanimidad de Paulino Rivero como presidente se clausuró ayer en Tenerife el III Congreso de Coalición Canaria (CC), celebrado dos semanas después de la crisis provocada por la ruptura del pacto de los nacionalistas canarios con el PP, tras 13 años de cohabitación.
Más cercanos ideológicamente del PP que del PSOE (con cuyos líderes insulares ha saldado Coalición Canaria sus campañas más agresivas), los nacionalistas han optado finalmente por supeditar esa proximidad al criterio de acercarse al partido que gobierna en Madrid (y gestiona los Presupuestos Generales del Estado). De paso, optan por marcar distancia del presidente popular, José Manuel Soria, caracterizado por un estilo político muy agresivo, basado en la confrontación permanente con los socialistas. Pero no está claro con qué apoyos podrá contar el presidente de la Comunidad, Adán Martín, para esta nueva fase. Tres de los 23 diputados de CC ya no votan con sus compañeros porque secundan tesis nacionalistas de izquierdas defendidas por el ex presidente Román Rodríguez desde su formación Nueva Canarias. A cambio, Adán Martín podría contar con la neutralidad de los 17 escaños socialistas (los mismos que tiene el PP) y de los 3 del Grupo Mixto, pertenecientes al Partido de Independientes de Lanzarote, liderado por el varias veces condenado Dimas Martín.
Esta crisis arrastra un mar de fondo mayor. Coalición Canaria, un partido que en cualquier otra parte de España sería considerado más como regionalista que como nacionalista, ha adoptado en este congreso la bandera de siete estrellas verdes que fue la del partido independentista liderado en los años setenta por Antonio Cubillo. Es una concesión a lo emocional cuando se intenta encontrar señas comunes que ayuden a superar la fragmentación en reinos de taifas enfrentados entre sí, incluso dentro de cada una de las islas. El III Congreso (retrasado por un auto judicial que cuestiona la legalidad de desmantelar la organización de Lanzarote para acabar con su sector crítico), aprobó la conversión de CC (hasta ahora una federación de seis partidos) en un partido único, aunque está por ver si eso bastará para superar esa fragmentación. Especialmente en
Gran Canaria, la defensa de cuyos intereses patrimonializan hoy dos víctimas del nacionalismo oficial: el presidente del Cabildo y del PP, José Manuel Soria, y Román Rodríguez, anterior presidente del Gobierno regional, que ha creado su propio partido.
Demasiados retos incluso para la complejidad de la política canaria, en donde casi nada es lo que parece.
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