El Constitucional y la Ley de Violencia de Género
Que el Tribunal Constitucional haya decidido finalmente avalar la Ley de Violencia de Género me decepciona. Estoy completamente de acuerdo en que hay que combatir este tipo de violencia con energía y me parece muy lógico que se considere un agravante al abuso de una posición de superioridad. Lo que me resulta desconcertante es que, porque en la inmensa mayoría de los casos sea el varón el que goza de esta situación, se haya decidido que esto siempre tiene que ser así.
La realidad, que es muy tozuda, nos muestra que no es cierto. Hay veces en que, por enfermedad, por diferencia de edad o por carácter, es la mujer la que domina y la que abusa.
Se puede argüir que esto ocurre tan pocas veces como para que no merezca la pena tenerlo en cuenta, pero lo cierto es que no se le puede negar a alguien un juicio justo simplemente por ser una irrelevancia estadística.
Todos, absolutamente todos, incluso las minorías más pequeñas, tienen derecho a ser juzgados por sus propios actos y no a que se les prejuzgue en función de su pertenencia a un determinado colectivo.
A la hora de la verdad esto es prácticamente imposible, porque arrastramos continuamente nuestros prejuicios con nosotros y es muy difícil librarnos de ellos.
Lo curioso es que ahora, en aras de un supuesto progresismo, hemos decidido convertir uno de ellos en ley.
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