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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cacofonía ante Rusia

La división de la Unión Europea frente a Moscú impide el diseño de una relación estratégica

Las divisiones y los intereses diversos de los Veintisiete están mermando la posibilidad de adoptar un enfoque común estratégico frente a una Rusia que se ha vuelto muy obstruccionista. Putin y la diplomacia rusa lo saben: parecen preparados para lidiar con una Unión dividida al respecto. Moscú tiene las ideas más claras, como día tras día pone de manifiesto Putin.

La cumbre UE-Rusia celebrada la pasada semana en Mafra bajo la presidencia portuguesa ha escenificado buenas maneras. Pero la realidad es que cada día hay más cuestiones que separan a la UE de Rusia, a la vez que los intereses energéticos echan a los europeos en brazos de Moscú. El sistema de alerta temprana para evitar cortes en el suministro de combustibles es un paso en la buena dirección, pero insuficiente.

Polonia tiene con Rusia el contencioso sobre sus exportaciones de carne; Suecia, sobre los impuestos a sus maderas; los bálticos y Rumania, sobre el paralelismo que establece Moscú entre Kosovo -sobre cuyo futuro hay distintos puntos de vista entre los europeos- y los contenciosos territoriales en Moldavia y Georgia. La dependencia en petróleo y gas rusos es desigual, pero elevada. Y finalmente está el tema del despliegue de elementos del escudo antimisiles de EE UU en Polonia y la República Checa, que otros países no ven con entusiasmo alguno, y que no guarda paralelismo alguno, como pretende Putin, con la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

Si mantuviera una postura unida, dadas sus inversiones y comercio, la UE tendría más capacidad de influir en Rusia que EE UU. También debiera influir sobre Washington para frenar el despliegue antimisiles ante una amenaza, la iraní, que aún no es real.

Es evidente que la actitud de Rusia se ha endurecido, recuperando una política de potencia que no cabe esperar que cambie después de que Putin abandone la presidencia (que no el poder). Pero Rusia no es la Unión Soviética y tiene una población en declive. Poco tiene que ver la tensión actual con la guerra fría y su carga ideológica y equilibrio del terror nuclear. Frente a esta difícil Rusia, la Unión Europea tiene que establecer prioridades en lo que pretende ser una relación estratégica, aunque la cacofonía que emana de los Veintisiete haga sonreír a los rusos.

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