Brown, a la deriva
Con su partido y las encuestas en contra, el primer ministro tiene difícil continuar
La rebelión de un grupo de diputados laboristas contra Gordon Brown amenaza con poner fin no sólo a su mandato, sino a la primacía del centro-izquierda británico que comenzó con Tony Blair y su apelación a la Tercera Vía. Las elecciones locales celebradas el pasado jueves podrían suponer, además, un duro golpe para el laborismo, de confirmarse los pronósticos. En caso de adelanto electoral, el conservador David Cameron saldría con clara ventaja sobre sus rivales, pese al leve respiro que las encuestas concedieron a los laboristas cuando, al desencadenarse la crisis financiera, Brown adoptó un protagonismo decisivo para fijar la estrategia internacional que hoy es asumida por las principales potencias mundiales.
El primer ministro no ha sabido, o no ha podido, rentabilizar su éxito de entonces, y el resultado es que los británicos parecen decididos a castigar en su figura un malestar largamente gestado y que abarca desde los costes sociales de la revolución conservadora emprendida por Margaret Thatcher hasta las dificultades añadidas por la crisis actual.
Brown no lo tenía fácil en el momento de suceder a Tony Blair en Downing Street, pero la situación se le ha ido complicando con el tiempo; y el escándalo por los gastos privados que los diputados financiaban con dinero público, y que afecta por igual a conservadores y laboristas, ha encontrado en su baja popularidad el pararrayos ideal para que los británicos dirijan contra él su frustración.
La crisis que golpea a Reino Unido se debe en gran medida a las políticas que defendió Thatcher. La Tercera Vía de Blair no sólo no las corrigió en lo sustancial, sino que en muchos casos intentó convalidarlas desde la izquierda. Brown llegó al poder con este lastre, unido a la desafección de los británicos por la participación de Reino Unido en la guerra de Irak, de la que el laborismo de Blair fue uno de los impulsores.
Brown parece confiar en que una remodelación de su Gobierno podría suministrarle el oxígeno necesario para agotar una legislatura en estado terminal. No parece que vaya a ser un remedio suficiente. Como tampoco parece viable la estrategia patrocinada por los diputados rebeldes, que apuestan por la sustitución de Brown al frente del Ejecutivo. Tendrán difícil improvisar un nuevo líder, y tampoco es seguro que esta maniobra les permita afrontar las elecciones en mejor situación.
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