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Reportaje:Muerte de un taxista

Una vida que costó 40 euros

La hijastra de Daniel le halló muerto en la calle

F. Javier Barroso

Había pedido el turno de noche hacía apenas un mes. A Daniel Aníbal Aguilera, el taxista asesinado el pasado viernes, le parecía una jornada "más tranquila que el día", según explicó entonces a los suyos. Pero la noche dejó de ser tranquila la madrugada de ayer, cuando un ridículo botín, de apenas unos 40 euros, le costó la vida.

Aguilera, de origen argentino, había pasado sus últimas horas con su hija de 10 años. La acompañó antes de salir a trabajar a comprar un disco en el centro comercial del Palacio de Hielo, en Hortaleza, cerca de donde vive. La pequeña estaba invitada a un cumpleaños.

"Solía empezar a las cuatro de la tarde, y luego se quedaba hasta las cinco o las seis de la madrugada. No estaba menos de once o doce horas al día", explicó un familiar. Después de comprar el regalo de su hija se marchó a trabajar, cerca de las ocho de la tarde.

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La familia no tuvo más noticias hasta que su hijastra, de 23 años, y fruto de una relación anterior de su esposa, reconoció el vehículo de Aguilera, cuando caminaba esa misma noche por el distrito de Hortaleza. Había salido a cenar con su marido y unos amigos. Paseaba por la calle de Gomeznarro, cuando vio parado el taxi que conducía Aguilera. Al reconocerlo, sacó el móvil y llamó. El teléfono de su padrastro sonó, pero nadie contestó. El conductor yacía tumbado junto a un paso de peatones, ya muerto. Su hija no pudo evitar ver el cuerpo y eso le provocó una crisis nerviosa, de la que fue atendida por los sanitarios y psicólogos del Summa.

El taxista fallecido llegó hace unos seis años a España, cuando su esposa, empleada de unas aerolíneas, fue trasladada al aeropuerto de Barajas. Siempre había trabajado en el taxi, incluso en su país natal. En España llevaba cuatro años tras el volante. Sus allegados aseguran que estaba "enamorado de España". Él vino unos meses después de que se estableciera su mujer. Y desde el primer momento, entró a trabajar como taxista. "Le había encantado Madrid. Repetía muy a menudo que no pensaba volver a Buenos Aires. Esto era mucho más tranquilo. Aquí se conduce mejor", añade el familiar. Llevaba casado 20 años y tenía toda la familia en Argentina.

Jugaba al pádel. Todas las mañanas andaba durante horas o quedaba con sus amigos para practicar este deporte. Así contrarrestaba tanto tiempo al volante. Una de las que más ha sentido su pérdida ha sido su hija pequeña. Ayer fue atendida por los psicólogos. "Siempre que podía, iba a recogerla al colegio. Dejaba su trabajo y la llevaba con su hermana mayor. La niña era su pasión, es muy cariñosa", añadió. "Era muy buen conductor. Le encantaba estar al volante y nunca ha tenido un accidente. Ni aquí ni en Argentina", aseguró el familiar.

<i>Antidisturbios</i> vigilan la concentración de taxistas en los alrededores de la Plaza de Cibeles a mediodía de ayer.
Antidisturbios vigilan la concentración de taxistas en los alrededores de la Plaza de Cibeles a mediodía de ayer.CRISTÓBAL MANUEL

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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