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La tinta que dibujó la libertad

El Conde Duque expone 'La prensa ilustrada en Madrid, 1976-2008'

El Museo Municipal de Arte Contemporáneo ofrece hasta el 7 de septiembre una exposición que la historia reciente de Madrid reclamaba: aquella que relata la evolución de la ilustración gráfica en la prensa durante las últimas tres décadas.

El proyecto recibió el impulso inicial de Eduardo Alaminos, director de un museo que figura entre los que apuestan por la innovación creativa desde la pluralidad ideológica. Enrique Cavestany, Enrius, comentó la idea a Moncho Alpuente y a Luis Conde. Entrambos confeccionaron las listas de los mejores ilustradores, humoristas y gráficos que periódicamente asumían la misión de poner rostro, forma o figura a la actualidad en diarios o revistas. Y ello precisamente a partir de una etapa -los estertores del franquismo- en la que el humor ilustrado vino a erigirse en elemento decisivo para alumbrar un nuevo sentido común capaz de cercenar, con la crítica, el basamento totalitario de aquel régimen liberticida.

Los organizadores tocaron a rebato con una petición sencilla: originales de obras ya publicadas. Y acopiaron hasta 65 piezas que colgaron de los muros del Conde Duque. Un manojo de vídeos, con filmaciones sobre Mingote y Peridis, entre otros, complementaría la colección de publicaciones que una vitrina exhibe, con clásicos tan sugestivos como Hermano Lobo, Por Favor, con Perich y Forges como mentores oficiantes; El Cocodrilo Leopoldo, de P. García, apuesta personal de Eugenio Suárez, o "la revista más audaz para el lector más inteligente", La Codorniz, que, si bien procedía de la época inmediatamente anterior, asistía en los años setenta del siglo XX a la postrera fase de su trayectoria como último laboratorio del humor hispano. Surgen, así, sorpresas como la encarnada por Kalikatres, al decir de Eduardo Alaminos "un prodigio de modernidad"; Manuel Gila, con sus monos con rostros de patata, tan hispanamente suyos; Grau-Santos y Antonio Mingote, patriarca éste de los humoristas gráficos, fundidos inseparablemente a la tinta del diario Abc.

El periodista Jesús de la Serna, antes que nadie, previó mediado el siglo XX la importancia que cobraría en los periódicos el editorial gráfico, como mostrarían desde Pueblo Máximo, arquitecto de pensamientos dibujados; Chumy Chúmez, maestro en el universo de lo sardónico, desde Madrid; o Forges, desde Informaciones.

Simultáneamente, Serafín, con sus marquesas dipsómanas; Pablo San José, con sus oficinistas; Molleda, Mena, Ballesta, José Luis Cabañas, Madrigal, Julio Cebrián y, poco después, Martín Morales y Sir Cámara, entre otros, crearon una línea de humor ensartada en la actualidad misma con sus acerados aguijones, que la exposición recobra. También se evoca a Ops, precedente infrarrealista de Andrés Rábago, que abrió camino desde Triunfo.

Hoy, tanto el brasileño-español Loredano, magistral en exhibir su trazo sazonado de pensamiento y perfil, como Agustín Sciammarella, innovador inconformista que invita a reflexionar desde la frontera misma de la abstracción, componen la penúltima hornada de la modernidad gráfica. En ella resalta la presencia de ilustradores como Justo Barboza, o humoristas divertidos como Ricardo y Nacho, o de ingenio desdramatizador, como el de Gallego y Rey desde las páginas de El Mundo.

Y todo ello sin olvidar la impronta de ilustradores de la entidad del propio Enrius, intuitivo recreador de la realidad gráfica, posiblemente quien más ha batallado por romper los límites entre artistas plásticos e ilustradores a los que hermana en un mismo y único arte; Juan Carlos Eguillor, pionero del dibujo por ordenador; o el equipo El Cubri, que convirtió cada uno de sus dibujos en un rompedor alegato de compromiso con la libertad, que rezuma por todos los poros de esta muestra, imprescindible para revivir los treinta últimos años.

Precisamente el respeto de sus comisarios a la libertad de los convocados trunca cualquier intento de sistematizar tanta creatividad, teñida de ironía en ocasiones, de divertimento o de acíbar, en otras. Más signada siempre por el talento que guía la mano de todo aquel que, cada mañana, se enfrenta a la actualidad con una pluma, un tintero y un papel en blanco. De su esfuerzo surgirá no sólo la sonrisa, sino, más aún, el perfil mismo del sentido común y de aquello que la gente identifica con el buen juicio, el criterio certero.

Dibujos de El Cubri, a la izquierda, y de Ops. Abajo, Barak Obama, por Loredano.
Dibujos de El Cubri, a la izquierda, y de Ops. Abajo, Barak Obama, por Loredano.

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