La reina de la mesa
La jugadora fue reconocida por la Comunidad como mejor deportista del año
¿Cómo llega una trabajadora de banco que gestionaba fondos de compensación a convertirse en subcampeona del mundo y varias veces campeona de España de billar? Esta es la historia de Lola Granados Brunton (Madrid, 1971), la reina de la mesa, la mujer más conocida del MasterPool (el famoso local de billares de Doctor Fleming) y una perfecta desconocida en su ciudad natal, a pesar de haber recibido la medalla de la Comunidad de Madrid a la mejor deportista del año (2001), de haber doblado películas con sus manos y sus tacos y de que en una de las salas más grande de España, el Grand Match, haya una mesa que lleva su nombre.
Todo comenzó en la Colonia Banesto. "Antiguamente era tradicional que los puestos en los bancos pasaran de padres a hijos. Yo empecé Empresariales muy ufana y al mes ya estaba trabajando con mi padre en el banco, como mis hermanos", cuenta con una cerveza en la mano desde la barra del MasterPool.
"Alguna vez he sacado a alguno del cuello de la camisa a la calle por bocazas"
A nadie se le olvida que es capaz de meter todas las bolas en 59 segundos
"Mi padre odiaba que jugara y tenía que ir con los tacos escondidos"
Una mesa de una de las salas más grandes de España lleva su nombre
Eran muchos los empleados de Banesto que vivían en esa colonia en la Gran Vía de Hortaleza. Allí había un club social y un billar francés (de los que no tienen agujeros para colar las bolas). Estaba prohibida la entrada a menores de edad, pero a Lola la colaba uno de sus hermanos mayores (tiene cinco). Ella es la pequeña de una familia que se quedó huérfana de madre cuando sólo tenía 10 años. Casi la misma edad en la que cogió el primer taco. Nunca pensó que aquellas partidas furtivas acabaran convirtiéndose en un futuro en su modo de vida.
Y ocurrió algo inesperado. El Banco de España interviene la entidad en 1994. El famoso caso Banesto, con un agujero patrimonial de 3.636 millones de euros, dejó a decenas de empleados en la calle y a su presidente Mario Conde en la cárcel por delitos de estafa y apropiación indebida. Mientras Mario Conde pasaba sus días a la sombra, Lola los pasaba en el paro. "Fue un 28 de diciembre, me acuerdo perfectamente, y de pronto me encontré con 23 años sin trabajo y sin la menor idea de cómo encontrarlo", dice.
En esa situación, las visitas al Brown Square, el pub de al lado de su casa, empezaron a hacerse más frecuentes. "Me bajaba todas las tardes, ¿qué iba a hacer?", se ríe. "No tenía un duro pero allí había un billar y se jugaba al rey de la mesa, o sea, que si ganabas seguían jugando y pagaba el que entraba", explica.
Y así fue como se licenció y se doctoró en el juego del billar y en el trato con los hombres y, con el tiempo, encontró trabajo y marido. "Es un mundo muy masculino y alguna vez he tenido que sacar a alguno del cuello de la camisa a la calle por bocazas. Una vez resultó ser el hijo de un poli que se había picado y fue a llamar a su padre, que vino a poner orden, imagínate la escena. Las tías que jugaban, que solían ser las novias de los dueños de los garitos, directamente no querían jugar conmigo", dice y le sale su vena más macarra. "En este mundo hay que ser así, lo que tiene el billar es que hay de todo, aquí no hay clases ni hostias, están los jugadores, las bolas y los tacos y punto".
Alrededor de una mesa ha coincidido con gente de la más alta y de la más baja estofa. Desde el cantante Alex Ubago a humoristas como José Luis Coll o Millán Salcedo (de Martes y Trece), o toreros, deportistas y mafiosos.
Empezó a hacerse un nombre en el circuito y uno de los chicos que frecuentaba el Brown Square le sugirió que se inscribiera en los clasificatorios del Campeonato de España. Corría el año 1995 y Lola se plantó en el Duncan (calle de Montesa), donde se cocían todas las competiciones de billar americano por aquel entonces. Se inscribió, se fue a Santander, compitió, ganó en varias categorías. "El premio mayor fue de 100.000 pesetas [600 euros]", recuerda.
"Llamé a mi padre, que odiaba que jugara al billar y que me obligaba a salir de casa escondiendo los tacos, y le dije que había ganado. No le dio importancia hasta que lo vio en el periódico". Y así, una tras otra: Polonia, Luxemburgo, Italia, Las Vegas, Holanda, Portugal, Las Vegas otra vez... Más de 10 años jugando profesionalmente al billar y ahora, ya retirada, cuando le entra el mono juega por Internet.
"Lo dejé porque me cansé de la noche, llega un momento en que se hace imposible llevar una vida normal y compatibilizarlo con un trabajo normal", explica.
No obstante, sigue siendo una eminencia en el Máster Pull: a nadie se le olvida que es capaz de meter todas las bolas en 59 segundos. Allí saluda a diestro y siniestro y los camareros le llevan el teléfono a la mesa cuando tiene una llamada, en este caso del propietario del local y antiguo patrocinador suyo. Y es que, hoy por hoy, mientras no haya otra Lola sigue siendo la reina de la mesa.
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