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Columna
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El pequeño Leo y el gran Lorca

Hace poco causó desprecio la ceremonia civil que Cayetana Guillén Cuervo celebró para su hijo en la Casa de la Panadería. Acompañada por familiares y amigos, la actriz le dio la bienvenida a la polis con un rito simbólico, como tantos otros de nuestra sociedad. No tardaron en oírse voces malintencionadas que lo acusaban de ser imitación laica y progresista de un sacramento, el bautismo, de la Iglesia, tan criticada, decían, por los mismos que la emulaban. Lo que a duras penas se escondía, sin embargo, era un ataque a Pedro Zerolo, concejal socialista del Ayuntamiento de Madrid e histórico, imprescindible activista del movimiento gay. Y a Zapatero, gracias a cuya reforma del Código Civil, que permite el matrimonio gay, este país se ha puesto a la vanguardia del mundo en derechos civiles ("¿Por qué España tiene que estar otra vez en la vanguardia?", es la cómica pregunta que se hace el eurodiputado del PP Mayor Oreja, "¿por qué caer en la exageración, que tanto daño ha hecho a España?"). Cayetana Guillén Cuervo lo explicó claro y bien: "Hablas de igualdad, de comprensión, de tolerancia, de paz, de una serie de cosas que son muy necesarias para la convivencia, y en un acto así unes todo eso, y padres y padrinos se comprometen a que el niño viva rodeado de esas cosas". Eso significa, por ejemplo, que es muy probable que el pequeño Leo no forme parte del vergonzoso 85% de alumnos españoles de secundaria y Bachillerato que, según denuncian la FELGTB y COGAM, "no es capaz de citar ningún personaje histórico que fuera homosexual, bisexual o transexual y prácticamente ninguno tiene referentes lésbicos o transexuales". Ni forme parte de ese sonrojante 93% de alumnos españoles de secundaria y Bachillerato que acaban sus estudios sin saber que Federico García Lorca era homosexual. Fuera de la más recalcitrante homofobia, es inconcebible que sólo un 7% de esos jóvenes reciba una información (una formación) sin la cual es imposible comprender la obra de uno de los mayores poetas en lengua española de todos los tiempos. ¿Qué dicen a esto las voces escandalizadas por el bautismo laico del ciudadano Leo? ¿Consideran más reprobable un acto que comporta alegría y amor por el niño, así como respeto a la comunidad democrática, que la formación mutilada que reciben los menores?

Tras el crimen horrendo, el poeta ha seguido siendo asesinado a través de la tergiversación

Al hilo de la celebración del Orgullo, dedicado este 2009 a la diversidad afectivo-sexual en la educación, se celebró, ante su estatua de la plaza de Santa Ana, un homenaje a Lorca, asesinado por los fascistas en Granada el 18 de agosto de 1936 a causa de su simpatía por la República y, como señala su biógrafo Ian Gibson en el esclarecedor prólogo a su reciente libro Lorca y el mundo gay, en cuyo crimen "desempeñó la homofobia un papel inequívoco". Tras ese crimen horrendo, nocturno y montaraz, Lorca ha seguido siendo asesinado durante más de medio siglo de forma sistemática y a través de la ocultación, el silencio y la tergiversación de los verdaderos acontecimientos de su vida y del auténtico contenido de su obra. Este crimen sostenido ha tenido muchos y diversos cómplices: el largo régimen franquista, apoyado por la Iglesia católica; la propia familia del Lorca, que, incapaz de asumir su homosexualidad, hasta hace muy pocos años ha evitado con férreo control cualquier referencia a la misma; y la de los críticos y lorquistas españoles, ninguno de los cuales estuvo dispuesto, hasta mediados de los 80, "a decir públicamente que Lorca era gay, y que incumbía tener en cuenta tal circunstancia a la hora de analizar su vida, su obra y su muerte (...) La razón principal, inconfesable: si lo hacían se les cerraba probablemente el acceso al archivo del poeta", dice Gibson, arrojando la luz de la justicia histórica sobre este silencio culpable y generalizado. Con rigor cronológico y académico, Gibson hace un recorrido por las ediciones y estudios de la obra de Lorca que silencian su homosexualidad. Produce aterradora fascinación comprobar de manera tan clara los mecanismos de los que se vale la homofobia. Como ejemplo vertebral, sus Sonetos del amor oscuro, que sólo salieron a la luz pública en 1984 y con el título, mutilado, de Sonetos de amor. El amor oscuro había desaparecido en las tinieblas de la homofobia. Pero "estamos en otros tiempos más libres. Setenta y dos años después del asesinato de Lorca (...) produce orgullo vivir en un país con un Gobierno que ha sido capaz de atender los legítimos derechos de los gays". Un país mejor para Leo, que es probable que en la adolescencia pueda comprender estos versos: "Tú nunca entenderás lo que te quiero / porque duermes en mí y estás dormido. / Yo te oculto llorando, perseguido / Por una voz de penetrante acero".

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